En los medios
22/02/13
La mala educación
Por Andrés Neumeyer. Doctor en Economía de la U. de Colurnbia y director del departamento de Economía en la Universidad Torcuato Di Tella.
El pobre desempeño escolar pone en cuerda floja el desarrollo latinoamericano. .:
Una proposición con la cual la mayoría de los economistas están de acuerdo es que las habilidades de la fuerza de trabajo, el capital humano de un país, es uno de los principales recursos económicos de la sociedad y uno de los principales factores del nivel de desarrollo. Esta proposición también es compartida por no economistas. En vista de ello, es interesante para aquellos interesados en el desarrollo económico de América Latina conocer dónde estamos situados en el mundo en términos de nuestro capital humano. Medir el capital humano no es un tarea fácil. Una medida típica utilizada para medir éste es la cantidad de años de escolaridad promedio de la fuerza de trabajo. En esta dimensión del capital humano vemos que ha habido un gran progreso en la región, pero que lo podríamos haber hecho mejor. El porcentaje de gente que completó 12 años de educación básica en América Latina, por ejemplo, era del 18% a principios de los años 2000 y 7% en 1960. El cambio es notable, pero escaso en comparación con Asia Oriental, donde la fracción de los que completaron 12 años de educación básica trepó del 11% al 44% en el mismo período. En esta nota, sin embargo, me quiero concentrar en la calidad de la educación.
Una forma de medir la calidad de la educación es analizando las habilidades cognitivas de los estudiantes de diferentes edades. Entre 1964 y 2003 se administraron 12 pruebas internacionales en varios países de la región y del mundo. En una serie de trabajos, Eric Hanushek y Ludger Wößmann juntaron toda esta información y la pusieron en una escala que es fácil de interpretar. En esta escala, que coincide con la de las prueba PISA (Programme for International Student Assessment), la media de los países desarrollados occidentales es de 500 puntos y el desvío estándar es de 100. En los países desarrollados el 92% de los estudiantes supera la barrera de las habilidades básicas ubicándose arriba de los 400 puntos en estos tests. En el otro extremo de la distribución, un 9% de los estudiantes supera la barra de los 600 y se considera que tiene habilidades cognitivas superiores.
En América Latina los resultados de los estudiantes en estos tests son muy preocupantes. La calificación promedio es de 388 puntos. Es decir, un estudiante latinoamericano no alcanza ni siquiera las habilidades cognitivas básicas de matemáticas, lectura y ciencias.
Mirando las habilidades básicas de los estudiantes en América Latina vemos que sólo el 48% de éstos las han adquirido. En Uruguay, Chile y Colombia, menos del 40% de los estudiantes no logra superar las habilidades básicas, en Argentina y México aproximadamente la mitad de los estudiantes y en Brasil más de dos tercios de los estudiantes están por debajo del umbral de las habilidades básicas. En Perú menos de la quinta parte de los estudiantes supera las habilidades básicas. El promedio regional de la fracción de estudiantes con habilidades cognitivas superiores es de sólo el 1,6%. Es de interés comparar la fracción de estudiantes con habilidades cognitivas superiores con las posiciones de liderazgo en la fuerza de trabajo. En EE.UU., por ejemplo, el 11% de los trabajadores están en posiciones gerenciales y este número llega al 38% si agregamos las ocupaciones profesionales. En México, los funcionarios y directivos del sector público y privado comprenden el 2% de la fuerza de trabajo y los profesionales, técnicos y trabajadores del arte llegan al 9%. Estas cifras implican que los puestos profesionales y gerenciales son entre cuatro y cinco veces más grandes que la fracción de estudiantes con habilidades superiores en EE.UU., mientras que en México este múltiplo aumenta casi 10 veces. Esto es un gran desafío para una región que necesita de líderes para gestionar cambios.
El pobre desempeño de los estudiantes de la región es más alarmante si consideramos el hecho que las pruebas reportadas se administran sólo a alumnos en la escuela y que un alto porcentaje de la fuerza laboral en América Latina no concluyó la escuela secundaria. Uno puede debatir mucho sobre las causas del pobre desempeño de nuestros estudiantes, pero una cosa es clara: para lograr el desarrollo económico de la región algo tiene que cambiar en nuestros sistemas educativos.