Di Tella en los medios
La Razón
22/11/16

Negocios inclusivos: entre la rentabilidad y el impacto social

Para Jaqueline Pels, directora del Espacio de Negocios Inclusivos de la Universidad Di Tella, un negocio inclusivo "no fue pensado para extraer riqueza, sino para resolver problemas".

Cuando se habla de estrategias para combatir la pobreza desde el sector privado, se piensa normalmente en actividades filantrópicas que den respuesta a demandas específicas de un grupo social o en programas de Responsabilidad Social Corporativa que aborden el tema de manera más o menos sistemática. Estas acciones juegan un rol importante y son muy valiosas a la hora aliviar situaciones de vulnerabilidad, pero sus efectos suelen ser paliativos y de alcance muy puntual.

Frente a esto, se impone desde hace algunos años un nuevo enfoque conocido como “negocios inclusivos”, un enfoque que, sin perder de vista los mecanismos del mercado, procura combinar de forma más efectiva la creación de valor con la inclusión social. Se trata, de alguna manera, de una nueva lógica económica que postula un proceso de creación de valor compartido entre actores de la economía formal y los estratos más bajos de la pirámide económica.

CONCEPTO EN CONSTRUCCIÓN Según la definición más aceptada, los “negocios inclusivos” son iniciativas empresariales económicamente rentables, ambientalmente sustentables y socialmente responsables, que incorporan a comunidades de bajos ingresos y mejoran su calidad de vida. Esto puede darse, por ejemplo, a través de su participación en la cadena de valor de una empresa como proveedores de bienes y servicios, o a través del acceso a servicios esenciales o a productos que les amplíe el abanico de oportunidades y les permita mejorar su situación.

Para el Consejo Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD, por sus siglas en inglés), los negocios inclusivos consisten en la participación provechosa de las comunidades de bajos ingresos en las cadenas de valor de las empresas a partir de productos asequibles y servicios que satisfagan sus necesidades. “En los estratos más bajos de la pirámide económica hay oportunidades de mercado”, postulan desde el WBCSD.

Distinta es la mirada del Espacio de Negocios Inclusivos (ENI) de la Torcuato Di Tella, según la cual los negocios inclusivos son iniciativas que tienen el objetivo principal de generar un impacto social positivo a un determinado colectivo, con sostenibilidad económica genuina. Aquí el acento está puesto en el objetivo que da origen al negocio más que en la oportunidad de mercado. “Los negocios inclusivos pueden involucrar a toda la organización, a determinadas áreas, divisiones o a líneas de productos”, agregan desde el ENI.

Pero, ¿en qué se diferencia un negocio inclusivo de un negocio tradicional? Para la ONG Ashoka, una de las organizaciones pioneras en la promoción de emprendedores sociales, la diferencia reside en la finalidad.
“En los negocios sociales, el beneficio social, la inclusión y la apertura de nuevas oportunidades es su razón de ser, y la generación de excedentes económicos, un medio para conseguirlo”, explican. Y agregan: “Un negocio inclusivo genera beneficios sociales porque su proceso productivo o de distribución crea oportunidades de empleo o de mejora de ingresos a personas en situación de vulnerabilidad: pequeños productores, mujeres que sufren de violencia doméstica, personas con discapacidad intelectual, jóvenes en situación de riesgo u otros grupos que no tienen posibilidades reales de acceder al mercado de trabajo”

NEGOCIOS CON IMPACTO En la misma línea, Jaqueline Pels, directora del ENI Di Tella, sostiene que un negocio inclusivo se define esencialmente por su propósito: “su condición básica es que haya sido concebido para generar impacto social positivo. Su modelo de negocio no fue pensado para extraer riqueza, sino para resolver problemas. Es una propuesta de valor totalmente distinta”, explica Pels. Pero aclara: “los negocios inclusivos son negocios, tienen retornos, y son súper exitosos”.

Tal vez el caso que mejor ilustra esta definición de Pels es de la empresa de alpargatas TOMS Shoes. Creada en 2006 por el argentino Alejo Nitti y el norteamericano Blake Mycoskie, nace con la misión de proveer calzado a chicos en contextos de vulnerabilidad social, siguiendo el modelo one for one: por cada par de alpargatas vendido, otro es donado. Las donaciones se canalizan a través de organizaciones sociales que trabajan en zonas carenciadas, principalmente en comunidades de África, Asia y América Latina. En poco tiempo, pasaron de vender 10 mil pares por año a más de un millón en la actualidad. Hoy, sus modelos son reconocidos y usados por famosos como Angelina Jolie y Madonna.

La prueba de que apostar a los negocios con impacto puede ser altamente rentable la aporta el mismo mercado. Según un estudio reciente de la Universidad de Harvard, el valor de las acciones de las empresas que sólo se concentran en el retorno económico es la mitad del de aquellas que tienen objetivos de sustentabilidad y de triple impacto. “Las iniciativas que más impacto tienen son aquellas que están dentro de la lógica del negocio, por la escalabilidad, por la transversalidad y por la naturalidad con la que se dan los procesos”, agrega Pels, e insiste: “no es filantropía, sino proyectos que generan impacto social con rentabilidad”.

CASOS DESTACADOS Existen numerosos ejemplos en nuestro país de negocios inclusivos, fundamentalmente en el terreno del cooperativismo. Un caso destacado es el de la cooperativa de trabajo COOPSOL (Cooperación y Solidaridad) de Santiago del Estero, que tiene como actividad principal la producción y comercialización de mieles orgánicas diferenciadas. Su estrategia central consiste en integrar a su cadena de valor a más de 170 pequeños productores apícolas de Chaco, Tucumán, San Luis y Santiago del Estero, que encuentran en la cooperativa la posibilidad de colocar sus productos en mejores mercados.

Otro caso interesante, pero con otras características, es el proyecto de tendido de red de gas que tuvo lugar en el barrio Cuartel V de Moreno, en el conurbano bonaerense. A partir de un acuerdo entre la empresa Gas Natural Fenosa, la Fundación Pro Vivienda Social y la comunidad organizada, se desarrolló un modelo de negocio mediante el cual la empresa invirtió en el tendido de nuevas redes de gas, y la inversión la pagaron los vecinos con la factura mediante el ahorro que generaban al dejar de usar gas de garrafa, mucho mas caro que el red. El beneficio fue mutuo: la empresa aumentó su cartera de clientes y los vecinos pudieron contar con servicio de gas por primera vez y de forma accesible.

También está el caso de la ONG La Usina, que en la búsqueda de recursos para sostener el trabajo que realiza en temas de discapacidad, creó la empresa social red Activos que produce, comercializa y distribuye productos y servicios desarrollados por y para personas con discapacidad.

En la misma línea, El Arca, una asociación civil mendocina que da empleo a personas en situación de vulnerabilidad, logró formar parte del programa de compras inclusivas de Arcor y hoy provee guardapolvos y chombas de su propia producción a miles de empleados de la empresa.

Dentro del sector financiero, por otro lado, está el caso de Banco Galicia, que lanzó el año pasado su primera línea de Mezzofinanzas, un servicio especialmente pensado para proyectos innovadores que busquen generar impacto social o ambiental a través de sus productos o servicios. El caso se ubica dentro de la esfera de los negocios inclusivos porque, sin apartarse del core business de la empresa y sin dejar de ofrecer rentabilidad, da respuesta a un problema social: la escasa oferta crediticia dentro para el segmento de las Organizaciones de la Sociedad Civil y de los emprendimientos sociales o de impacto.

Para aplicar a esta línea crediticia, es preciso cumplir con ciertos criterios de sustentabilidad establecidos por el Banco. “A lo largo de 2015 recibimos más de 50 consultas, 19 presentaron su proyecto para ser evaluado como potencial tomador de la línea, 18 fueron aprobados por el Comité de Evaluación de Impacto, y 16 cuentan con la aprobación del área de análisis crediticio. Hasta el momento, se acompañaron 10 proyectos por una suma total de $5.000.000”, explican desde el Banco.


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