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Diario Perfil
29/03/25

Cynthia Goytia: “El acceso a la vivienda se ha convertido en uno de los desafíos más críticos”

Cynthia Goytia, directora de la Maestría en Economía Urbana y del CIPUV, fue consultada sobre los desafíos del crecimiento urbano en Argentina.

Por Rodrigo Lloret

Cynthia Goytia se especializa en economía urbana y su relación con la planificación urbana. | Helena Obregón.

Magíster en Economía Urbana por la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), doctora en Economía Urbana y Regional con especialización en Desarrollo y Economía Espacial de la London School of Economics, Reino Unido, y directora del Centro de Investigaciones de Políticas Urbanas y Vivienda (CIPUV-UTDT) e investigadora asociada del Centro de Evaluación de Políticas con Evidencia (CEPE-UTDT), Cynthia Goytia se especializa en economía urbana y su relación con la planificación urbana. Docente y directora del programa de Maestría en Economía Urbana y directora académica de la Diplomatura en Ciudades y Políticas Urbanas en la UTDT, Goytia participó esta semana de Agenda Académica, la sección de Perfil para que investigadores y docentes universitarios puedan difundir sus trabajos en los medios masivos de comunicación.

Crecimiento urbano y acceso a oportunidades: un desafío para América Latina, es un reporte que usted realiza regularmente sobre índices de crecimiento urbano y constituye un esfuerzo por entender los retos más críticos de las ciudades de América Latina. ¿Cuáles son los principales desafíos que debe enfrentar Buenos Aires y cuáles son los mayores retos que enfrentan otras ciudades de Argentina que usted quiera mencionar?

—La investigación nos ayuda a revelar una paradoja fundamental en el desarrollo urbano argentino: mientras el país exhibe altos niveles de urbanización, es decir que cerca del 92% de la población es urbana y vive en ciudades, lo que es comparable, o aun superior a los niveles de países desarrollados, en Argentina persisten significativas brechas en accesibilidad, cobertura y calidad de la infraestructura y distribución de oportunidades. Tomemos el caso de la región metropolitana de Buenos Aires, como caso paradigmático de primacía urbana, ya que es 11 veces mayor que la segunda ciudad del país, concentra cerca del 38% de la población urbana nacional y genera una parte muy significativa del PIB argentino. Sin embargo, presenta déficits de cobertura de servicios de infraestructuras muy importantes. Este fenómeno se observa también en otras ciudades argentinas, que han tenido un patrón de crecimiento y expansión urbana, caracterizada por un desarrollo tipo leapfrogging, o discontinuo, que ha consolidado una geografía de desigualdad en el acceso a oportunidades, donde las periferias más alejadas de las ciudades son las que albergan mayoritariamente hogares de bajos ingresos con acceso deficiente a infraestructura esencial, equipamiento urbano y amenidades. Las ciudades de América Latina crecen con rapidez. Entender en qué medida las diferentes formas en que crece el territorio de las ciudades afecta los niveles de segregación y desigualdad es sumamente relevante. Si bien la literatura académica ha analizado los determinantes de la expansión, lo que se conoce como el sprawl de las ciudades, muy poca atención se ha dedicado aun al análisis de los efectos causales de esta dinámica en las condiciones de vida de los hogares. En mi trabajo de investigación se analiza la relación causal entre el crecimiento urbano y las condiciones de desigualdad y segregación en las áreas metropolitanas de Argentina. Esto es factible de realizar porque hoy contamos con información muy granular del crecimento urbano. En este caso, se generó una original base de datos, que combina información de imágenes satelitales junto con información censal y un maching con las encuestas de hogares. Si el crecimiento se orienta a un mayor nivel de densificación de las áreas existentes y la extensión ordenada en forma continua de la urbanización ya existente, esto lleva a la existencia de áreas urbanas más inclusivas, que aquellas que han crecido fuertemente en extensión, que hoy se presentan como más segregadas. La investigación también establece conexiones entre el bono demográfico argentino y la necesidad imperiosa de mejorar condiciones territoriales para la niñez vulnerable, los niños que hoy habitan en áreas de bajo acceso a oportunidades, argumentando que el bienestar futuro de estos hogares dependerá de las intervenciones que modifiquen la estructura espacial de oportunidades desde la primera infancia. Es algo que los estudios internacionales han estado señalando para otros países, y que en lo que deberíamos estar pensando hoy, al llevar adelante las políticas urbanas. Implementar intervenciones coordinadas que reconozcan la dimensión espacial del desarrollo, articulando mejoras habitacionales, ambientales, educativas y de movilidad orientadas, específicamente, a los niños que hoy son pobres en las ciudades de nuestro país. Esto puede requerir desarrollar capacidades institucionales para monitorear distribución espacial de oportunidades, como el transporte, la salud, el empleo, la educación o el riesgo ambiental, mediante indicadores territoriales y visualizaciones que informen decisiones de política y orienten inversiones públicas y privadas. El caso documentado en Rosario, donde un programa de vivienda social en la periferia, redujo 7 puntos porcentuales la tasa de empleo de sus beneficiarios, constituye evidencia empírica de la relevancia de pensar en el concepto de accesibilidad.


Goytia sostiene que es indispensable pensar en políticas públicas que contemplen el desarrollo de las grandes ciudades.

—En Ubicación residencial, forma urbana y gasto de transporte de los hogares en el Gran Buenos Aires, usted investiga la relación entre el gasto del transporte y la vivienda, a la vez que explica por qué es importante repensar la red de transporte como una política pública fundamental de las grandes ciudades. ¿Cuáles son los aciertos y los errores que presentan en la ciudad de Buenos Aires y en el Gran Buenos Aires, si se piensa en el transporte público?

—El sistema de transporte público de Buenos Aires y su área metropolitana presenta aciertos significativos en términos de cobertura e integración tarifaria, pero podriamos decir que aun enfrenta errores estructurales relacionados con la gobernanza fragmentada, las disparidades territoriales en la accesibilidad, la concentración de actividades y la insuficiente incorporación de criterios de sostenibilidad ambiental. Estas cuestiones se sitúan en la intersección de múltiples dimensiones que trascienden la mera provisión de infraestructura y servicios de movilidad y deben analizarse en una comprensión integral de la relación entre la estructura urbana, es decir una ciudad que ha crecido en extensión y a baja densidad, y en áreas no cubiertas por redes de transporte público, junto con las dinámicas socioeconómicas y los patrones de movilidad que caracterizan a esta extensa región metropolitana. Entre los aciertos más significativos se destaca la consolidación de una red multimodal, que combina diferentes sistemas de transporte masivo. El sistema de autotransporte colectivo, con sus más de trescientas líneas operativas, proporciona una cobertura espacial notable que alcanza prácticamente la totalidad del territorio metropolitano. Las inversiones en sistemas de BRT, nuestro Metrobus, han sido grandes aciertos. Esta extensa red se complementa con infraestructuras ferroviarias que, continúan estructurando corredores radiales fundamentales para la movilidad metropolitana, que vinculan la periferia con el centro. El sistema de subterráneos, concentrado en la Ciudad Autónoma, ha experimentado extensiones que mejoran la conectividad interna de la ciudad. Adicionalmente, la implementación del Sistema Único de Boleto Electrónico (SUBE) representa un avance sustancial en términos de integración tarifaria, facilitando la intermodalidad y posibilitando la aplicación de subsidios focalizados que mitiguen el impacto económico del transporte en los sectores más vulnerables. No obstante, persisten errores estructurales que comprometen la efectividad del sistema. La gobernanza fragmentada constituye quizás el más crítico de ellos. La coexistencia de jurisdicciones nacionales, provinciales y municipales con competencias superpuestas, dificulta la coordinación del sistema y la implementación de políticas coherentes. Esta fragmentación administrativa se traduce en dificultades para la planificación integrada del transporte público y el desarrollo urbano, perpetuando un modelo de expansión periférica que incrementa las distancias y los tiempos de viaje. Las ciudades más desarrolladas han avanazado en el Desarrollo Orientado al Transporte (TOD), coordinando la normativa de usos de suelo con las inversiones en transporte y aumentando la densidad en los corredores de transporte y núcleos cercanos a estaciones. Por aquí, todavía las decisiones de planificación urbana están algo disociadas de las sectoriales de transporte, desaprovechando muchas oportunidadades de mejora en accesibilidad y localización de hogares y firmas. La conceptualización de la movilidad como servicio y las innovaciones tecnológicas asociadas, han tenido una penetración limitada en la gestión del transporte público metropolitano. Si bien existen avances en la digitalización de ciertos servicios, otras ciudades han desarrollado plataformas integradas que facilitan la planificación multimodal de viajes, el pago unificado y la optimización de rutas en tiempo real. La infraestructura para modos no motorizados y micromovilidad, aunque ha experimentado mejoras puntuales, carece de una articulación efectiva con el sistema de transporte masivo que potenciaría su utilización como solución complementaria. El desafío fundamental consiste en superar estos errores mediante una aproximación integrada que vincule la planificación del transporte con las políticas de desarrollo urbano, considerando sus implicaciones sociales, económicas y ambientales. Esto requiere, fundamentalmente, la consolidación de mecanismos de coordinación metropolitana que trasciendan las fragmentaciones jurisdiccionales actuales y posibiliten la implementación de soluciones coherentes a escala regional.Mejorar la movilidad no es solo mejorar la calidad de vida de los hogares sino también tiene inmensos efectos en la productividad de la ciudad y su región.

—En Urbanización y políticas de vivienda en China y América Latina y el Caribe, un ensayo que usted escribió junto a otros autores de América Latina y China, se compara la acelerada urbanización que hoy está teniendo China con el proceso que lleva desde hace décadas América Latina. Es interesante pensar en urbanización en China, porque es uno de los países en los que menos se combate al cambio climático y en los que las ciudades presentan los mayores índices de polución. ¿Cuál es la relación entre urbanización y cambio climático que tanto los gobiernos de China como los de América Latina deben tener presente?

—El acelerado proceso de urbanización global representa uno de los fenómenos más significativos, particularmente en las economías emergentes. Este proceso adquiere dimensiones críticas cuando se analiza en el contexto de transición climática, ya que las ciudades se encuentran en el nexo del cambio climático, tanto en términos de causas como de efectos. La evidencia empírica es contundente: los centros urbanos generan aproximadamente el 70% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, mientras simultáneamente se convierten en espacios de vulnerabilidad diferenciada ante los efectos del cambio climático. Esta paradoja urbana, ser tanto agente causal como receptor de impactos, constituye el núcleo conceptual para comprender los desafíos que enfrentan, tanto China como América Latina, en sus respectivas trayectorias de desarrollo urbano. El análisis comparativo de los procesos de urbanización en China y América Latina revela trayectorias históricas divergentes, pero desafíos contemporáneos convergentes. El caso chino representa un proceso de urbanización comprimido temporalmente, caracterizado por una transformación masiva y acelerada de su estructura demográfica y territorial. En apenas cuatro décadas, China ha pasado de ser una sociedad predominantemente rural, con menos del 20% de población urbana en 1978, a una mayoritariamente urbana, con aproximadamente 64% en 2023. Es el el proceso de urbanización más rápido y extenso de la historia humana. En contraste, América Latina experimentó su transición urbana de manera más gradual a lo largo del siglo veinte, alcanzando actualmente niveles de urbanización cercanos al 82% de su población en ciudades. Sin embargo, este proceso ha estado caracterizado por altos niveles de segregación socioespacial y por la persistencia de asentamientos informales que, son los más afectados por los impactos del cambio climático. Ahora bien, a pesar de estas diferencias en los procesos históricos, ambas regiones enfrentan desafíos que podríaamos considerar similares, aunque con diferentes matices: la mitigación, es decir, la necesidad de descarbonizar las economías urbanas; la imperativa adaptación a riesgos climáticos crecientes; y la gestión de vulnerabilidades diferenciadas que se intersectan con desigualdades socioeconómicas preexistentes. Esto último es muy notable en las ciudades de Amarica Latina y del Caribe muy expuesta a fenómenos climáticos, algunos muy extremos, y donde cerca de un 25% de la población se localiza en áreas informales o con algún tipo de riesgo. La urbanización acelerada que caracteriza a China y, en menor medida, a América Latina contemporánea, representa simultáneamente un desafío y una oportunidad para la acción climática. Lo que ocurra en el futuro en las ciudades es endógeno a muchas de las decisiones que se tomen en el presente. La construcción de nuevas infraestructuras urbanas y la expansión del entorno construido ofrecen una ventana de oportunidad para incorporar criterios de descarbonización y resiliencia climática en cada etapa del desarrollo urbano, evitando el bloqueo carbónico que caracteriza a muchas ciudades de países desarrolados.


Goytia estudió el desarrollo de las ciudades en China y América Latina y comparó su impacto en el cambio climático.

—En Consideraciones acerca del acceso a los mercados formales de vivienda en Argentina, usted identifica cuáles son los determinantes socioeconómicos que afectan la capacidad de un hogar de acceder a una vivienda, ya sea como propietario o inquilino, dentro del mercado formal residencial de las ciudades argentinas. ¿La posibilidad de acceder a la vivienda se ha convertido hoy en el mayor desafío para las ciudades?

—El acceso a la vivienda se ha convertido en uno de los desafíos más críticos para las ciudades argentinas, en especial en Buenos Aires, pero también es un fenómeno que hoy se observa en gran cantidad de ciudades del mundo, incluso de países desarrollados. El estudio que se menciona en la pregunta revela la magnitud y complejidad de esta problemática. El déficit habitacional en Argentina muestra una alarmante concentración en CABA y en la Provincia de Buenos Aires, representando esta región casi el 50% del déficit cuantitativo nacional, que son los hogares que precisan vivienda, y que hoy comparten o viven en viviendas que necesitan ser reemplazadas. Pero la región también tiene el 40% del déficit cualitativo, es decir, que los hogares construyen sus viviendas, pero son de baja calidad de los materiales, falta de servicios de infrestructura o hacinamiento. Si bien el Censo 2022 no alcanza para caracterizar la situación del déficit habitacional por el momento, los datos disponibles del Censo 2010 indican que ambas jurisdicciones reunían el 39% del déficit cuantitativo y cualitativo del total urbano del país. Así, el 11% de las familias residentes en CABA y casi el 25% de las residentes en la Provincia de Buenos Aires enfrentaban algún problema habitacional serio. Las actualizaciones de esos valores utilizando la Encuesta Permanente de Hogares, daban cuenta de la persistencia del problema. Esta situación no es meramente coyuntural sino el resultado de varios factores estructurales interrelacionados. El primero es el estancamiento económico persistente. En el caso de la Ciudad de Buenos Aires y de la Provincia de Buenos Aires, la situación es aún más compleja al conformar una región metropolitana que ha estado sujeta a la atracción de población en un contexto de bajo o nulo crecimiento económico, sin acceso al financiamiento hipotecario y con ciclos económicos que limitaron seriamente el crecimiento del stock de viviendas para hogares de ingresos medios y medios bajos. En segundo lugar, muchos hogares con cierta capacidad de pago, en estos segmentos de ingresos, y aun superiores han sido afectados por la ausencia sostenida de mecanismos de crédito, limitando sus posibilidades de acceso a la vivienda, como propietarios, y aumentando la demanda en el mercado de alquiler. Amplios sectores de la población no pueden acceder a una vivienda como inquilino ni como propietario en el mercado formal, y deben recurrir al mercado informal de suelo y vivienda, en asentamientos y o barrios populares, incrementando el número de hogares en estos barrios y su densificación, como los barrios de la Ciudad de Buenos Aires. El déficit de vivienda en Argentina ha sido sistemático y se mantiene a través de los años. El panorama se torna aún más complejo considerando el horizonte fiscal restrictivo, lo que debe llevar a enfatizarla necesidad no solo de establecer prioridades inmediatas sino de repensar fundamentalmente la organización federal de la política habitacional. Mientras se sortean los problemas de corto plazo, debería trabajarse en la organización federal de la política de vivienda a más largo plazo, como mejorar la descentralización de las intervenciones.

—Esta sección se llama Agenda Académica, porque intenta ofrecer un espacio para que investigadores y docentes universitarios puedan difundir sus trabajos en los medios masivos de comunicación. La última pregunta tiene que ver, precisamente, con el objeto de estudio. ¿Por qué decidió especializarse en economía urbana y su relación con la planificación urbana?

—Me llamaba mucho la atención lo desagregado que está el conocimiento y la práctica profesional de quienes trabajan en temas urbanos y de planificación de ciudades. Por un lado, los arquitectos y urbanistas tienen un amplio conocimento del territorio, pero poco acerca del funcionamiento de los mercados de suelo, de vivienda, de financiamiento. Lo que hace que muchas decisiones, aún cuando estén muy bien intencionadas, puedan tener efectos no anticipados en los mercados, generar escasez, afectar la oferta, o generar incentivos contrarios a lo que se desea conseguir con la política. Los economistas, con mucho conocimiento de mercado, por su parte no saben muy bien cómo bajar a la dimensión territorial en sus propuestas. Pero la economía urbana da una respuesta amplia a estos temas, y ayuda a comprender el impacto que tienen en el territorio y los mercados las decisiones de políticas urbanas, desde la vivienda, las políticas de suelo, el transporte y las infraestructuras. En mi trabajo de docente soy feliz de poder contribuir a la formación de profesionales que hoy se desenvuelven en el ámbito público, privado y sociedad civil, y que tienen una comprensión integral de estos temas, para poder diseñar, implementar, y evaluar proyectos e intervenciones que responden a estos desafíos. Es lo que también llevo a la práctica todos los días en mi investigación académica.