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26/12/24
La brecha universitaria: Un 40% de los ingresantes deja en 1º año
Marcelo Rabossi, profesor de las Especializaciones y Maestrías en Educación, fue consultado sobre el estado de la educación secundaria y universitaria en Argentina.
Entre lo que enseña la secundaria y lo que exige la universidad para arrancar se abre hoy un abismo.
La laxitud en las exigencias en la escuela secundaria -reflejada en los pobres niveles de formación con que egresa hoy la mayoría de los estudiantes- tiene su correlato en una profundización de la brecha que la separa de la universidad.
En este sentido la política de "terminalidad" aplicada en las escuelas bonaerenses para frenar la deserción escolar ha contribuido a que esa grieta sea tan grande que hoy uno de cada cuatro ingresantes a carreras universitarias abandona apenas arrancar.
Acaso el principal desafío que afronta la universidad pública en la actualidad, el abandono temprano constituye uno de los temas que más preocupa a los especialistas en educación superior. Y es que la innegable democratización del acceso a las facultades que hubo durante los últimos años no se ha visto correspondida en las tasas de graduación ni en una mayor equidad: de hecho los alumnos de los sectores más pobres son los que registran mayor nivel de deserción.
Mientras los ingresos a las universidades aumentaron un 70% entre 2010 y 2022, la cantidad de egresados lo hizo sólo un 47,55%; y la inmensa mayoría de ellos sigue correspondiendo a los sectores menos desfavorecidos.
Para el especialista en educación universitaria Marcelo Rabossi, docente de la Universidad Torcuato Di Tella , "lo que ocurre en la universidad está vinculado fuertemente con lo que ocurre en la escuela secundaria. La terminalidad en el secundario aumentó a expensas de la calidad educativa", dice al explicar la creciente brecha entre uno y otro nivel.
"Hace unas dos décadas que se ve que la escuela, en general, tiende a apiadarse del alumno. El objetivo detrás es que los chicos estén en la escuela y no en la calle.
La universidad, en cambio, no se apiada: si el alumno no rinde, no rinde y lo termina expulsando", señala Rabossi.
Quienes fallan más
Como explica el especialista, "este choque cultural es tan fuerte que la universidad termina siendo agresiva para los alumnos que no llegan con las competencias adecuadas".
Es así que "cuatro de cada diez ingresantes no completan el primer año y que, cuando controlás el dato por nivel socioeconómico, ves que los que más abandonan pertenecen a los sectores más postergados, con menor capital cultural".
Lo mismo señala la doctora en Economía y socióloga Ana García de Fanelli, quien remarca la alta tasa de abandono académico y el hecho de que éste "se produce ya desde el primer año de la carrera, cuando se da la tasa más alta de deserción".
Investigadora del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes) y una de las expertas más destacadas en educación superior del país, Fanelli observa que los más afectados en ese primer año, los que llegan con menores recursos educativos desde el secundario, coinciden con los estudiantes de menor nivel socioeconómico.
Así lo muestra el estudio "Desigualdad educativa en el nivel superior", realizado por el Observatorio de Argentinos por la Educación en 2022 sobre la base de la Encuesta Permanente de Hogares.
Según este trabajo, mientras que en el primer año de la carrera, los estudiantes del primer decil, los más pobres, representan el 7,9% de los alumnos matriculados y los del décimo decil, los de mejores ingresos, representan el 5,3%, llegado el quinto año de la carrera, esas proporciones cambian dramáticamente: los más ricos pasan a representar el 12,7% del estudiando a expensas de una pérdida contundente de alumnos del decil más pobre.
Concretamente, llegado el quinto año los más vulnerables apenas representan un 1% de la población universitaria. En tanto, el quinto decil mantiene una proporción relativamente estable, entre un 10% y 12%, a lo largo de los cinco años, indica la investigación.