A pesar de las nuevas tecnologías, del impenitente rezo de quienes anuncian su desaparición en ciernes, el libro en papel conserva su magnetismo y capacidad de convocarnos. Es que se trata de un artefacto extraño, engañosamente simple para las mentes incautas: un dispositivo que, sin circuitos ni baterías, conserva la información; sin necesidad de cables o satélites, facilita el diálogo de ideas y sin más biología que la aportada por el papel y el cartón que lo componen, es capaz de conservar -al menos en parte- los ecos de una mente pretérita.

En su artículo “Carl Sagan, el borgiano”, Martín Hadis cita estas palabras del gran Carl: 

“Un libro se hace a partir de un árbol. Es un conjunto de partes planas y flexibles (llamadas todavía "hojas") impresas con signos de pigmentación oscura. Basta echarle un vistazo para oír la voz de otra persona que quizás murió hace miles de años. El autor habla a través de los milenios de modo claro y silencioso dentro de nuestra cabeza, directamente a nosotros.”

Tal vez por estas cosas, cada año desde 2011, las “Jornadas Regalate un Libro” sean naturalmente camino de multitudes. Este 2024 no fue la excepción y, en la sala Mantel de la Biblioteca, se mezclaron la muestra por los 125 años transcurridos del natalicio de Borges y un sin fin de peregrinos en actitud de encontrar. Libros y revistas partieron desde nuestros anaqueles a sus nuevos destinos.

La preparación de cada jornada empieza al día siguiente de suceder la anterior. Como dijo Ranganathan, las bibliotecas somos “organismos en crecimiento” y para crecer necesitamos incorporar nuevas voces, dejando  ir otras. Muchas veces recibimos contenidos con los que no podemos quedarnos, pero que servirán a alguien más. En ese ir y venir también transita la cultura.

¡Hasta la próxima!