13/11/13
La "cuarta ola" de democracias viene bajando
Por Mariano Turzi PROFESOR DE RELACIONES INTERNACIONALES (utdt)
Mientras celebramos treinta años de democracia, se suele perder de vista el hecho de que más del 30% de la población mundial vive bajo regímenes abiertamente autocráticos y solamente un 10% lo hace en democracias más sustantivas que formales. La conquista puede haber sido nacional, pero el contexto internacional fija las condiciones que hacen más fácil o más difícil la supervivencia del régimen político que supimos conseguir.
Samuel Huntington explicó que las democratizaciones se dan en oleadas. La primera con las revoluciones americana y francesa. La segunda luego de la segunda Guerra Mundial. La última oleada -la Tercera- fue la que incluyó a Europa del Este y a Latinoamérica.
El sistema internacional es como el mar: en pleamar llegan las oleadas democráticas y en bajamar se retiran.
Algunos han hablado de una posible "cuarta ola" luego de las Primaveras Árabes. Pero olvidan que hay un dato estructural del sistema internacional que está en transformación: el lugar de Estados Unidos en el mundo.
El ascenso de la nación norteamericana al estatus de superpotencia global fue legitimado fundamentalmente por su condición democrática. Y eso hace una diferencia en el sistema global. Aunque desde la periferia hemos sabido y sufrido el doble estándar, y aunque cueste aceptar que la realpolitik internacional coloca la seguridad nacional sobre los principios, la condición democrática de EE.UU. generó las condiciones globales para la expansión de la democracia. El electorado norteamericano cree en la superioridad de su sistema político y en la responsabilidad política y moral de llevar ese Evangelio democrático a todos los rincones del mundo.
Hoy ese consenso está fracturado. El mundo se desencantó al ver el lado oscuro del "faro de luz en el mundo", que parece sostenerse por el espionaje y tortura que lleva a cabo en las sombras. A la ominosa concentración de la riqueza y las crecientes desigualdades se suma la politiquería incompetente e irresponsable como la que llevó a la parálisis administrativa de Washington en octubre. El déficit fiscal y la crisis de la deuda pusieron a EE.UU. en curso de retracción internacional.
A la vez, el ascenso del mundo emergente alimenta la presunción de que la democracia liberal representativa y de partidos tal vez no sea para todos el único camino para dar respuesta a los dilemas políticos, sociales y económicos de nuestro tiempo. Recordar la dimensión internacional de la democracia no resta mérito a la construcción política interna. Más bien nos advierte sobre la exigencia de mantener vivo el sistema democrático cuando las condiciones internacionales no acompañan y cuidar nuestra democracia "realmente existentes" asumiendo que el "viento de cola" ya no acompañará, al menos en términos políticos .