Di Tella en los medios
Viva
27/10/13

Di Tella

Historia. A 50 años de uno de los movimientos artísticos y culturales más revolucionarios de la Argentina, más allá de la transformación, su espíritu todavía late en la ciudad.


A ver. Estos no son los restos del mítico Instituto Di Tella, el epicentro de ya saben qué: la explosión artística y cultural más formidable que Buenos Aires recuerde. Esto, 2013, cincuenta años después de que se abriera la archifamosa sede de la calle Florida al 900 (donde ahora se ofrece cuero argentino a precio de turista), al lado de la sobreviviente Galería del Este, a la vuelta del no menos legendario bar "Moderno", esto, decía, es exactamente el Instituto Torcuato Di Tella hoy. La última oficina de un largo pasillo que ahora está cerrada. Desde afuera se pueden ver una mesa de reuniones, sillas de plástico, muebles con biblioratos… Esto es el Instituto Torcuato Di Tella, un reducido centro de investigación académica, en el edificio que ocupa la Universidad Torcuato Di Tella, cerca de River.

Frente a la puerta de la oficina, hay una heladera blanca Siam Di Tella, de la misma generación de las que irrumpieron en la clase media de los años ‘50. Blanca, radiante, con una manija con forma de bola, como la palanca de cambios de un viejo Fiat 600.

Y, sí, es la heladera que usan los investigadores del Instituto Di Tella para guardar bebidas y comidas. El artefacto que cimentó un imperio industrial-familiar que sostuvo la raíz de una aventura cultural frente a la última morada del Instituto que tras el cierre de los centros de arte de la calle Florida persistió en un caserón de Belgrano y terminó mutando en esta Universidad privada. Ambos, heladera e Instituto, desapercibidos, casi inquilinos ahora entre el frenesí de los casi 3.000 estudiantes que atraviesan el edificio y sin embargo la base de todo lo que llamamos "ditelliano".

***

La historia del de aquí en más llamado ITDT (Instituto Torcuato Di Tella) se ve mejor desde la terraza de la flamante sede Alcorta de la Universidad. El viento despeina al rector Ernesto Schargrodsky, economista egresado de Harvard. Este edificio supo ser una sede de Obras Sanitarias y su fachada mantiene el rigor de la arquitectura peronista y un escudo argentino que Schargrodsky pidió que no se tocara.

"Lo heredamos del edificio original y creo que es importante mantenerlo. Porque hay una línea. Siam Di Tella fue un producto de la burguesía nacional. La idea era producir industria competitiva en Argentina con una influencia en toda la región. Y se hizo. El Instituto dice ‘nosotros vamos a producir arte y ciencias sociales pero mirando al mundo y nuestros artistas van a poder estar en una muestra internacional y nuestros investigadores van a poder publicar en cualquier lugar’. La Universidad reproduce y expande eso."

Desde la terraza, el rector se empeña en describir el paisaje que es también historia, economía y proyecto de país. "¿Ves que allá hay unas canchitas de tenis? Esa es la parte que tomó primero el club Obras Sanitarias. Cuando vino la privatización, la municipalidad hizo una plaza. Y este rectángulo donde estamos ahora entró en una licitación. Hubo una oferta recreativa-cultural que resultó la ganadora y que fue esta universidad. Se adjudicó en 1999."

Y, así, en 40 años "el" (ruidoso) Di Tella de la calle Florida pasó a ser "la" (silenciosa) Di Tella del barrio River.
Si desandamos el camino del paisaje tenemos un edificio-símbolo del poder estatal que, en el auge neo-liberal, sale a remate por la avanzada privatizadora y queda en manos de un nombre, Di Tella, cuya expansión dependió en buena parte de los contratos con el estado peronista. En ese vaivén, los herederos Di Tella (Torcuato y Guido) terminarían formando parte de dos modelos antagónicos de peronismo, el de Menem (Guido fue su canciller) y el de Kirchner (Torcuato fue su secretario de cultura y hoy es embajador argentino en Italia). Así que la historia que se ve desde esta terraza reúne las de Ford, los Kennedy y hasta los Médici. El pionero industrial, la familia entreverada en la política y el apetito por el mecenazgo.

Al fondo del paisaje, muy atrás, una fábrica en Avellaneda que terminó como cooperativa y, ya invisible, el mito del ITDT de la calle Florida: Marta Minujín, el arte pop, Marilú Marini, los happenings, la música electroacústica, Romero Brest, Nacha Guevara, Les Luthiers y un inabarcable etcétera.
¿Hay algo físico, astillas del Di Tella de la calle Florida, 50 años después?

*** 

– ¿ Inés, vos te acordás a dónde se donaron los pianos? ¿Cómo puede ser que nos hayamos olvidado?
Pregunta Celia Weinberg a Inés Gallegos. Ambas empleadas administrativas que atravesaron la historia: de Florida a la Torcuato Di Tella.

"Yo ya estaba cuando el Instituto era apenas una idea, cuando Guido lo nombró director a (Enrique) Oteiza, que era brillante", dice Weinberg. "¡Pero ya pasaron los 50 años! ¿Cómo contás vos?". Es que para los ditellianos el año es 1958, cuando el ITDT empieza a funcionar como unidad de investigación social en una casa de Belgrano. Para el resto, el año es 1963, cuando un local de Siam de la calle Florida es adaptado para los centros de arte.

Otro llamado de Weinberg.
–Escuchame, ¿vos te acordás a qué familia le alquilábamos Florida?
Detrás del escritorio, una repisa deja ver los biblioratos "ITDT". Weinberg rescató la colección (casi) entera de los catálogos y memorias del Di Tella. Están diseñados por Juan Carlos Distéfano y Rubén Fontana: se parten de modernos. En el staff su nombre aparece bajo el rótulo de "contaduría".

–¿Nazar Anchorena? ¿Puede ser? Bueno, no, si no estamos seguros no decimos ningún nombre…
De todas formas, recuerda Weinberg, el local era propiedad de una familia patricia. Y el alquiler, altísimo.
¿Y los pianos? "Se los deben haber donado a la Municipalidad. Como hicieron con las máquinas". Las "máquinas" son las computadoras precámbricas que utilizaban en el Centro Latinoamericano de Experimentación Musical que dirigía Alberto Ginastera. Los pianos eran los que tenían cada uno de los becarios que peregrinaban para formarse en el Di Tella.

*** 

"Filmé las telarañas porque me pareció simbólico", dice Andrés Di Tella sobre el plano que muestra a la primera computadora que se usó para hacer música en
Buenos Aires. La filmó para el documental Volveremos a las montañas, que reunió en 2012 en Buenos Aires a ex becarios del Di Tella para el estreno de Volveremos a las montañas, la pieza avant garde que no se estrenó en Florida en 1967 por una amenaza de bomba. La computadora estaba en el depósito de la Universidad. Dicen también que hay un sillón que viene desde los tiempos de Florida y que terminó en la Universidad. Pero nadie sabe exactamente cuál es.
El grado mayor de materialidad en el traspaso de "el" a "la" Di Tella está
en su archivo, en la biblioteca de la universidad. Durante todo 2012, el archivo fue puesto en manos de la investigadora Silvia Dolinko (Conicet) que identificó decenas de miles de documentos de los centros de arte. En el informe que elevó al rector de la universidad se cifra la supervivencia material del Di Tella.
"El Archivo del ITDT se compone de decenas de miles de documentos:
*En soporte papel: mimeos, recortes hemerográficos, publicaciones, folletos, afiches, correspondencia, facturas, recibos y remitos, pedidos de trabajo, inventarios, diplomas, etc.
*Registros fotográficos: copias en papel blanco y negro, negativos, transparencias color, diapositivas color. *Algunas cintas magnetofónicas. *Filmación en cinta 16 mm. *Retratos fotográficos enmarcados y con vidrio.
Estos materiales se encuentran ubicados en 126 cajas, más tres cajones en un mueble archivero.
Pensar que semejante avalancha artística sea hoy eso: "126 cajas, más tres cajones en un mueble archivero".

*** 

Todo el material perteneciente al Centro de Artes Visuales ( el que dirigía Jorge Romero Brest) está digitalizado. Veamos esto. Un panfleto repartido en el Di
Tella durante la muestra Experiencias 68 atribuido al "Movimiento Pro Retorno de Marta Minujín" ( llevaba casi un año en Nueva York, entonces). Los autores dejan una "dedicatoria" a cada una de las obras de la muestra. Dicen de la Familia Obrera de Oscar Bony: "Decime, por qué no te expusiste a vos arriba del pedestal con un cartelito ‘sea compasivo conmigo’?" Y del "baño" de Roberto Plate: "Hijo mío, Por que no te vas a un baño de verdad y te suicidás tirando la cadena?" La primera pasó a la historia por exhibir en turnos a una verdadera familia dentro del ITDT por el precio de un jornal. La segunda porque dentro del "baño" alguien escribió contra Onganía y ese fue el comienzo del final del Di Tella.
El panfleto remata: "¡Marta volvé! ¡Te esperamos con los bracitos abiertos!"

*** 

¿Quedará algo del Di Tella en la Minucueva de San Cristóbal? Marta Minujín dice que no. Que en su taller lo único que hay en pie de los ‘60 son los vestidos hippies que diseñó y usó para la muestra Importación/Exportación que trasplantaba el ambiente bohemio de Nueva York a Florida.
Edgardo Giménez, el pop que sostuvo el pensamiento del gurú Romero Brest en el tiempo, estiró los límites del ITDT hacia el sur. Su casa en Punta Indio es un templo de arquitectura post-pop reconocido en el mundo. Allí conserva obras que se vieron en Florida. En su estudio de Buenos Aires, en tanto, espera por su edición Carne Valiente, una voluminosa autobiografía con imágenes únicas del Di Tella. Repasarlo es entrar en la intimidad de la vida pop de Buenos Aires. Una postal de los Romero Brest (Jorge y su mujer Martita) en la casa que Giménez les construyó en City Bell: "En cierto momento
hubo que colocar cerramientos herméticos de aluminio en las ventanas (…) Así fue que un día llego a la casa y estaban Martita y él en la cocina (…) que era un cubo de azulejos. Ese día Jorge no había tenido ganas de sacar los cerramientos de las ventanas de la cocina y el agua comenzó a condensarse en el techo a raíz de que hervían verduras, hasta que empezó literalmente a llover; cuando yo entré a la cocinacomedor, Romero Brest y Martita cocinaban cada uno con una toalla en la cabeza por el agua que caía por el vapor y la falta de ventilación (…)".
La casa cambió de dueño y ya no tiene un arco iris en su fachada. Romero Brest murió en 1989 y no dejó descendientes directos. Toda su colección de arte y biblioteca fueron donadas a Bellas Artes en vida. Su emblemática pipa se la regaló al filósofo Luis Jorge Jalfen ("el oscuro") que murió en 2001.

*** 

Hay algo que persiste sobre el ITDT y que, aunque simbólico, también es presencia. Y es la mirada nac&pop cristalizada en el documental La hora de los hornos (1968) de Pino Solanas. Allí el ITDT es emblema de todo lo tilingo de la cultura argentina. Andrés Di Tella: "La primera vez que vi la película me resultaba incómodo que desde la izquierda se tuviera esa mirada. Me hizo cuestionar a mi propia familia. Ahora la miro y me da risa. Me parece reaccionaria… medio facha".
Tilingo para la izquierda, disolvente para la derecha, ¿ Qué lectura sociopolítica puede hacerse del Di Tella 50 años después? "La derecha tenía razón. Todo lo que se
generó alrededor, incluida la cultura rock, fue mucho más disolvente de las estructuras sociales argentinas que la izquierda revolucionaria. Cosas muy profundas como la relación entre padres e hijos, la forma en que nos vestimos, mil cosas, que vienen de las combinaciones que se daban ahí".
Reconocida al fin su importancia en la escena artística, para Di Tella queda pendiente el reconocimiento político. "En términos de funcionamiento democrático, de cómo una institución dirigida por personas idóneas no sufren presiones de los dueños o de los capitales. O se los protege de las presiones del gobierno…"
¡Pero si el ITDT cerró a cambio de que Onganía absorbiera la quiebra de Siam!
–Cerró porque financieramente era insostenible. Los ‘60 fueron la decadencia de Siam, al contrario de lo que se cree. (Andrés Di Tella)
"Si eso fue así, ellos nunca lo hicieron público. Se lo guardaron." (Celia Weinberg)

*** 

Hay algo que no encaja entre "el" Di Tella y "la" Di Tella. Si la universidad se fundó en 1991 y el nombre resume arte y vanguardia, ¿Cómo es posible que no hubiera arte en "la" Di Tella hasta 2008? ¿Quedó un resquemor con la experiencia de Florida?
"Y… puede ser", concede Andrés Di Tella, hijo de Torcuato, director interino del Instituto. "La Universidad empezó con mucha fragilidad económica, entonces se sentía que había que apostar con cautela. Yo creo que hubo algo un poco temeroso hacia lo que podía traer el arte a la universidad. Y finalmente conseguimos a Inés, una persona muy ligada al arte de vanguardia."
Inés que es Inés Katzenstein y la directora del programa de artistas de "la" Di Tella dice que el regreso del arte a la familia fue un largo proceso. "Ellos tenían la famosa ‘genética ditelliana’ que era como el mandato de ser modernos y experimentales pero no sabían cómo hacerlo. Había que tener muy claro que las condiciones culturales de Buenos Aires habían cambiado."
–Y vos no ibas a ser Inés Romero Brest…
–Ni me iba a pelar… Había un dinero que ahora no está y unas circunstancias particulares que se terminaron.
Sucede que "el" y "la" Di Tella se sacan chispas. Florida nació prohijado por un emporio industrial (un subsidio de un millón de dólares al año) y la Universidad buscó fondos en el mercado de la educación privada ( la cuota promedio es de cuatro mil pesos).
"De entrada planteé que necesitábamos buenos artistas y no aquéllos que pudieran pagar una cuota. Los programas de arte están subsidiados por empresas y particulares. Así podemos becar porque ya no está Siam atrás", dice Katzenstein.
Y Andrés Di Tella: "Un problema que tuvimos con los artistas fue que ensuciaban todo. Se expandían por toda la Universidad. De pronto, uno había clavado un hacha en la pared de su estudio y la gente de seguridad se ponía nerviosa… Pero logramos juntar a los artistas sucios con los tipos de traje que venían de empresas". Sede de la última beca Kuitca, con un laboratorio de cine para los 20 afortunados que son elegidos entre 300 aspirantes, el nombre Di Tella vuelve a inclinarse hacia el arte contemporáneo. 50 años después. Era hora.

«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«» 

Una saga made in Argentina
Fundada por un inmigrante italiano, la fábrica Siam se diversificó hasta tener su propio automóvil (foto) y financió el arte de vanguardia y la investigación social en los ‘60. 

Los surtidores 
El General Mosconi encontró en Torcuato Di Tella al socio industrial perfecto para ganar la batalla de los surtidores a favor de YPF contra las grandes petroleras en los años ‘20.

Las heladeras 
Di Tella inventó el mercado de la heladera eléctrica en Sudamérica. Empezó a fabricarlas en 1933 y para 1970 ya se exportaban a Estados Unidos. En su apogeo llegó a los 9 mil trabajadores. 

El automóvil 
El primer modelo (Siam 1500) se fabricó en 1960 y se convirtió en sinónimo del taxi porteño. Hasta 1966 la empresa lanzó 64.500 unidades.

«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«» 

Zilema Ciordia, Dalila Puzzovio, Ernesto Ramallo, Marta Minujin, Rafael Squirru, Ruben Santoro
 
Publicado en:
Link: