5/05/13
La república de la soja
OPINIÓN MARIANO TURZI:Coordinador del Programa de Estudios de Asia Pacífico, Universidad Di Tella
En el siglo XXI, el centro de gravedad de los asuntos mundiales se está desplazando a Asia. En particular a China.
La potencia ascendente de la economía mundial es un país complementario con el nuestro, ya que demanda los productos que Argentina produce. El Cono Sur, con su ventaja comparativa en la oferta de productos agropecuarios, se encuentra posicionado como pocas veces ha ocurrido en su historia para poder aprovechar las condiciones estructurales que en esta época ofrece el sistema económico internacional.
Pero, ¿cómo puede Argentina capitalizar la oportunidad que el mundo nos ofrece de aumentar la inserción internacional y potenciar la capacidad de proyección global del país?
Primero, puede hacer de la política pública un instrumento de acción eficaz, capaz de coordinar múltiples intereses y niveles de interacción -económico y político, público y privado, nacional y global.
Segundo, identificando capacidades locales y definiendo espacios de posicionamiento internacional. Y en tercer lugar, financiando el desarrollo de una infraestructura (legal, física, tecnológica y humana) que transforme las ventajas comparativas en competitivas.
La cadena agroindustrial de la soja sudamericana se encuentra integrada geográfica y económicamente a lo largo del Cono Sur. Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay son una unidad desde el punto de vista productivo, una verdadera "República de la Soja".
Juntos combinan más de 50% del mercado mundial de exportaciones de soja y productos derivados.
Como el daño en uno de los eslabones representa un perjuicio para la cadena toda, en el largo plazo las ganancias potenciales de la coordinación son mayores, ya que la competitividad del complejo sojero depende en gran medida de ventajas que se encuentran en la regionalización de la producción.
Como respuesta a los desafíos provocados por la actual crisis económica internacional, Beijing puso en práctica una reorientación de su economía hacia el mercado interno y la agregación de valor doméstica.
En ese plan estratégico, para asegurarse la provisión de commoditíes agrícolas como la soja, el bajo precio es funcional al objetivo de garantizar alimentos a su población a bajo costo.
Por otro lado, los productos agroalimentarios constituyen un componente vital de la estabilidad social y la legitimidad del régimen. Para ello, busca apalancar la ventaja de escala de ser el mayor comprador del mundo. Entre diciembre de 2012 y enero de 2013, China canceló compras a los Estados Unidos por más de un millón de toneladas de la oleaginosa, especulando con mejores precios por la cosecha récord en Brasil. Una interacción coordinada en el sector agroalimentario podría constituir el fundamento de un nuevo regionalismo en América del Sur, con base en intereses económicos convergentes.
Y este regionalismo también sería abierto, ya que es un área donde los intereses de la región coinciden con los de los Estados Unidos.
Impulsaría el rol de liderazgo de los países grandes como Argentina y Brasil al tiempo que fortalecería las capacidades de negociación de países más pequeños como Uruguay, Bolivia y Paraguay.