El miedo a volar afecta al 20% de los pasajeros
<DIV><STRONG>Salud mental: expertos explican cómo combatirlo.</STRONG></DIV>
De hecho, ese mismo año la asociación Luchemos por la Vida contabilizó un total de 7137 víctimas de la criminalidad automovilística, con un promedio de 595 muertos por mes. Sin embargo, el miedo persiste en el 20% de los pasajeros, según una encuesta de la empresa Boeing. Otra investigación realizada en forma conjunta por las universidades de Buenos Aires y Torcuato Di Tella indagó a 900 pasajeros en varios aeropuertos argentinos para conocer las formas que adopta la aerofobia. Uno de los datos curiosos fue que la población estudiada fue dividida entre los miedosos asumidos y los no asumidos. Aunque los porcentajes variaron, las situaciones capaces de encender el motor del miedo fueron las mismas: las turbulencias, las tormentas, la posibilidad de sufrir un accidente, especialmente durante el despegue o el aterrizaje, y el miedo último, es decir, a la muerte.
A la hora de vencer sus miedos, tanto los fóbicos asumidos como los reprimidos se igualaron en la búsqueda de estrategias, que fueron: rezar (34%), tomar medicamentos (15%), viajar acompañados (12%), beber alcohol (10%) o llevar algún amuleto (7%). Entre las molestias físicas figuraron las palpitaciones (10%), alteraciones gástricas (10%), mareos o inestabilidad (8%), sensación de ahogo (6%).
Estas sensaciones corporales son la respuesta típica frente al estrés: frente a una situación que interpreta como una amenaza, el organismo se acondiciona para hacerle frente, acelerando sus latidos cardíacos, aumentando el ritmo de la respiración y la tensión de los músculos. Claro que si no hay amenaza real, resulta un desgaste inútil.
Para hacerle frente a la ansiedad aérea, la licenciada Patricia Vila, integrante del equipo de Poder Volar, propone: respiración controlada (inspirar en tres tiempos y espirar en seis), ejercicios de relajación (aumentar la contracción de la zona corporal más tensa y relajarla de golpe) y visualizaciones (convocar escenas de lugares placenteros y refugiarse mentalmente en ellos).
Así como cada miedo tiene su identidad, cada pasajero lo atraviesa y supera con sus propias armas. Elisa, que sobrevivió a un accidente aeronáutico cuando tenía 15 años, relata: "Me costó 30 años volver a volar y lo logré en gran parte sobre la base de la información. Tiempo atrás se rompió una turbina durante un vuelo y yo me ocupé de tranquilizar a los otros pasajeros, ya que estaba tan familiarizada con todo el funcionamiento de un avión que pude aprovechar ese poder que te da el saber? Otra estrategia útil es pensar en el lugar de destino y no centrarse en el viaje?".
Para levantar vuelo
La terapia virtual de desensibilización progresiva es una de las nuevas estrategias antifobia. Fue implementada por la psicóloga norteamericana Barbara Rothbaum, de la Universidad Emory, que enroló a 45 participantes de 24 a 69 años con declarada fobia a volar. Divididos en dos grupos, uno recibió entrenamiento convencional en manejo de la ansiedad y el otro participó de sesiones terapéuticas con una nueva herramienta virtual: un simulador de vuelo que conduce al paciente a vivenciar en el ámbito controlado del consultorio sus reacciones frente a un vuelo. Según los resultados de la experiencia presentados en la 108a convención anual de la Asociación Psicológica Americana, todos los participantes del programa reportaron significativas reducciones en sus aprensiones a ponerse en vuelo.
Como dice el doctor Pla, el origen de este miedo se aprende (malas experiencias propias o ajenas, padres aprensivos y temerosos que contagian sus miedos a los hijos) y por esa razón también se puede desaprender.Propone para ello implementar estrategias bien terrestres, que ayudan a dejar los miedos en tierra:
Llegar descansado al avión, si es posible dejando las 24 horas previas al vuelo completamente libres y con las valijas preparadas.
Comer hidratos de carbono -pastas, pizza, arroz, dulces- tres horas antes de volar, ya que estimulan el sueño y calman la ansiedad.
Tomar un vaso de agua por cada hora de vuelo para diluir la adrenalina circulante en la sangre y compensar el aire seco del avión.
Proveerse de suficiente distracción durante el viaje.
Ir al baño antes de abordar el avión, ya que pueden tardar más de media hora en permitir desabrocharse los cinturones de seguridad.
Durante una turbulencia colocarse una almohada o abrigo doblado en el abdomen, con el cinturón ajustado a manera de una faja, para disminuir la sensación de los movimientos gravitatorios y antigravitatorios del avión.
Elegir la zona delantera del avión, en donde los movimientos y ruidos son menores.
Si se recurre a medicación para vencer la ansiedad, consultar con el médico; recuerde que el efecto generalmente no es inmediato.