La visión de Washington es que el gobierno argentino es incorregible
El analista internacional, Roberto Russell, afirma que Obama quedó más cerca de ser reelecto tras el operativo que terminó con la vida de Bin Laden, pero asegura que será la política doméstica la que defina su continuidad. Sobre el vínculo con el país, sostiene: "La Argentina no está en la agenda de los EE.UU.".
Roberto Russell es una figura de consulta obligada si se trata de desentrañar -con acento argentino- lo que sucede en el mundo, así como el rol que le cabe al país en el concierto regional e internacional. Profesor y director de la maestría en Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella, ex responsable académico del Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN), y uno de los más respetados especialistas en política exterior de la Argentina, habló con We, a una semana de la polémica operación secreta en la que los EE.UU. se deshizo de su principal enemigo, Osama Bin Laden.
Inevitable para cualquier analista internacional que se precie, Russell también pasa revista a los vaivenes de la relación bilateral, a la que define como "distante y de indiferencia total". "Hay cierta improvisación, cierta ignorancia", concede, aunque mesurado, sobre la forma en que el gobierno kirchnerista maneja su vínculo con los EE.UU..
l ¿La imagen de Obama se ha fortalecido más hacia adentro que hacia afuera de los EE.UU., después de esta operación?
- Es hacia adentro, porque ahora que se conocen los detalles de la operación hay algún tipo de resistencia, en algunos casos de fuertes críticas, a la forma en que se hizo. La pregunta es: ¿por qué si Bin Laden estaba desarmado y había tan poca gente no se lo tomó prisionero? O también se ponen argumentos de tipo morales o legales para cuestionarlo. Esto se hace sobre todo desde países como los nuestros, porque ha sido una operación de una potencia mundial en territorio de otro, sin que éste lo supiera. Y se estarían violando principios que son muy caros a nosotros, los países más débiles.
l Muchos compararon la incursión norteamericana en Pakistán con la intervención de Colombia en Ecuador, cuando ese país invadió territorio ecuatoriano para matar al líder de las FARC.
- Sí, es una acción de un país en territorio de otro violando lo que es la soberanía del país y además el principio de no intervención. Entonces, mucha crítica tiene que ver con eso. Hay que hacer también esta lectura: en la crítica hay una defensa del interés propio. Uno puede decir, si ésta es la forma en que se resuelven este tipo de temas... No digo el caso de la Argentina, pero la línea crítica va por ese lado. Y por otra parte, la crítica tiene que ver con que si el otro juega con la ley de la jungla, ¿corresponde que nosotros, en el caso de los EE.UU., que somos democráticos, liberales, que defendemos los derechos humanos, juguemos con las mismas armas? La respuesta que daría Obama es que en este caso, sí. A la jungla con la jungla.
l Las dudas que surgieron, ¿le quitan mérito a Obama?
- Sí, por supuesto. Porque además la lectura primera que hicimos todos es que la casa donde se ocultaba Bin Laden era una fortaleza, que los tipos entraron como en una película donde uno ve que el otro se defiende. Acá era una casa con niños, con pocas armas, pero también hay que entender la tensión y la formación que reciben quienes hicieron esta operación. Hay que estar en el pellejo de ellos, tenían poco tiempo, además era un territorio que no era el de su país, de un aliado muy ambivalente y muy poco confiable para los EE.UU. como es Pakistán. Y además, porque creo que la orden que tenían era "donde lo vean, mátenlo".
l ¿Le sorprendió que la Casa Blanca no haya dedicado más tiempo a pulir su estrategia de comunicación? Al menos se vio bastante improvisación.
- Sí, llama la atención. Yo creo que con la euforia del éxito, Obama salió a decir algo esa misma noche, porque es evidente que tenían una tensión fenomenal al momento en que se hace la operación, porque además hay antecedentes de operaciones de este tipo que fracasaron. Todo el mundo menciona la famosa de Carter en la embajada de los EE.UU. (N. de R: Jimmy Carter autorizó en 1980 la fracasada misión para rescatar rehenes en la embajada de EE.UU. en Teherán, donde murieron ocho soldados. Seis meses después no pudo ser reelecto). O sea, que hay en la memoria de los EE.UU. operaciones de esta naturaleza que han sido un fracaso estrepitoso. Y además, Bin Laden era el tipo más buscado por ellos, y por eso Obama sale y lo dice a esa hora (casi la medianoche), que para los EE.UU. es una hora insólita. Y tengo la impresión de que ellos también se fueron enterando de cosas que por ahí no estuvieron tan claras desde el primer momento. Todo eso desmerece la operación y aumenta el nivel de críticas y, a los más conspirativos, los lleva a pensar que hay mucho de invento. Yo nunca tuve dudas. Los EE.UU. nunca se va a largar a decir una cosa así si no tiene la certeza de que está muerto.
l En términos de imagen internacional, ¿esta acción refuerza o debilita a los EE.UU.?
- Tengo la sensación de que va a haber un mix. Gente que verá esto positivamente, más bien la que tiende a ubicarse en el espectro de centro-derecha, va a pasar en América Latina como ha pasado en Europa, pero al mismo tiempo, está mostrando que los EE.UU. sigue siendo superpotencia, por ahora inigualable, frente a esa idea de su declinación. Creo que esto fortalece un poco su ubicación. Pero al mismo tiempo hay un espacio de crítica que creo que va a crecer, incluso dentro de los EE.UU., por la forma en que se contó esto y por los principios morales y legales involucrados.
l ¿Ahora viene el turno del debate ético?
- Creo que esto va a amplificar un debate que está muy presente. Porque éste fue un operativo más en la línea tradicional, esto es, una superpotencia tiene un interés de alta política, descubre al enemigo que está persiguiendo, no importa que esté en otro lugar, es una superpotencia, va y lo mata. Sería una operación clásica, lo que muestra que hay mucho del mundo clásico aún presente. Pero por otro lado, están todos esos elementos, que son la cantidad de personas en todo el mundo, incluso en los EE.UU., que se movilizan en torno a los derechos humanos, a ciertos principios morales, a un orden internacional con una ambición normativa mayor. Y eso no es un nuevo, quizá éste sea un elemento central para calentar más este debate que viene desde la caída del Muro. Es un debate que apunta a decirle a los EE.UU. "mirá, esta vez, en todo caso, estaríamos hasta dispuestos a entenderlo un poco, pero que no se repitan este tipo de situaciones". La cosa típica de restringir poder. Es cierto que Bin Laden había uno solo, no hay otro para salir a matar así. Creo que el terrorismo va a seguir, pero no sé si va a aparecer una figura con ese liderazgo carismático y con operaciones como las que vimos, fuera de todo libreto.
l ¿Esta victoria de Obama lo deja más cerca de la reelección o es prematuro hacer ese análisis?
- Yo creo que sí, pero ojo que la política doméstica en los EE.UU. es determinante, no la política exterior. Está el ejemplo de Bush padre, que ganó la guerra del Golfo y perdió la elección a los seis meses con Clinton, cuando Clinton le dice "es la economía, estúpido". Hay que ser cauteloso. Ahora, Obama, tal como está plantado, le ha quitado esta bandera de dureza, de capacidad de acción y de decisión que los republicanos siempre levantaron. Al mismo tiempo, creo que el electorado de Obama no se va a correr por esto, los que son más de centroizquierda no se van a a ir a votar a republicanos. Liquidar a Bin Laden es una victoria muy importante para el presidente y fortalece la posibilidad de que Obama sea reelegido en un momento donde no la estaba pasando muy bien. Pero sería cauteloso porque falta bastante.
l ¿Cómo hay que leer la reación argentina a través del comunicado de Cancillería evitando destacar el éxito de la operación?
- Creo que trataron de hacer un equilibrio, teniendo en cuenta como está la relación bilateral hoy, que no está bien. Es un momento malo de la relación, una relación distante con picos malos, como la Cumbre de Mar del Plata, la valija de Antonini Wilson... Aunque por otro lado, la Argentina en su agenda con los EE.UU. tiene muchos temas en los que estamos muy de acuerdo, aunque no se ve. Pero éste es un momento de gran indiferencia de ambas partes, sobre todo de Washington hacia la Argentina. Y me parece que el comunicado muestra eso. Cristina no es Calderón, Santos, Alan García, pero tampoco es Chávez.
l ¿Primó otra vez la política doméstica por sobre la relación con la Casa Blanca?
- También, porque un apoyo más enérgico, que hubiera tenido algún sentido por lo que nos pasó a nosotros con el terrorismo, hubiera afectado a una base importante que está con Cristina. Ahora, decir lo que dice Chávez, tampoco, porque te vas al otro lado. Buscaron un equilibrio mirando menos la relación con los EE.UU. y más la política doméstica. Y en un momento en que la relación está muy mal, sobre todo después de lo del avión (N. de R: el incidente diplomático por la incautación de equipos de un avión militar estadounidense ocurrido en Ezeiza en febrero). Yo ando bastante por Washington y la verdad que eso cayó muy mal. La visión de Washington es de indiferencia total: estos tipos son incorregibles. No comprenden por qué se eleva tanto el nivel del problema, como pasó con la valija o en Mar del Plata. El corte es 2005, pudo haber habido una cierta recomposición cuando asume Cristina, pero asume y le toca lo de la valija, que también se exagera con la reacción, con la crítica a EE.UU.. Uno puede decir "otra vez la política doméstica", pero creo que hay también cierta improvisación, cierta ignorancia.
l ¿La visión que tiene la administración Obama de la Argentina no difiere de la que tenía Bush?
- Para nada, porque la visión que hay en Washington es que con este país no se puede hacer nada estable, por más que a niveles medios hay una cooperación muy fuerte. Si uno lee en los informes del Departamento de Estado, lo que se dice sobre la Argentina es muy positivo. La visión general es que la relación es un desastre, pero por abajo, cuando uno ve la agenda, tema por tema, hay continuidad y buena disposición.
l ¿Qué cambia para la región y para la Argentina con la renuncia de Arturo Valenzuela al Departamento de Estado?
- No mucho. Me parece que las cartas que tiró Obama hacia América Latina ya están jugadas. La semana pasada estuve en una reunión en Los Ángeles con Valenzuela, de quien soy muy amigo. No me dijo nada, pero en un momento le pregunté, ¿qué hacés en Los Ángeles si sos el número uno de la diplomacia hacia América Latina? ¿Es tan poco lo que están haciendo? Yo no sabía que estaba a punto de renunciar, pero hablamos mucho de los vínculos con la región y lo que él siente es que hay muchas trabas burocráticas, mucha política doméstica en juego y eso le genera a ellos dificultades para producir cambios significativos en la relación con la región. De la Argentina ni hablamos. No es un tema para ellos, no está en la agenda.
l ¿Cómo se sigue el proceso electoral argentino en los EE.UU.?
- La percepción que hay es la misma que tenemos nosotros: que Cristina gana y que la oposición está totalmente desarticulada y que va a haber que convivir con esto. Tienen la misma lectura, si no pasa nada raro, están apostando a lo mismo que apostamos nosotros: a que hay un nuevo gobierno de Cristina y me parece que ellos sienten que está la pelota más de nuestro lado que del de ellos, al menos en este plano de alto nivel. Por abajo la relación está bien, pero los presidentes deben conversar... ¡Nunca se reunieron!z we