Di Tella en los medios
La Nación
8/05/11

El mensaje inquietante del combate simétrico

Por Juan Gabriel Tokatlian. El autor es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella

La ejecución de la cabeza visible y simbólica de Al-Qaeda, Osama ben Laden, en territorio paquistaní y mediante un meticuloso y efectivo operativo de fuerzas especiales de Estados Unidos, ha constituido un indudable logro político-militar del presidente Barack Obama y ha suscitado una gran euforia en la sociedad estadounidense. Habrá que evaluar, sin embargo, si este éxito es una victoria pírrica o estratégica. La administración demócrata escogió un curso de acción que probablemente resulte funcional a la eventual reelección de Obama, aunque sea problemática para la comunidad internacional. No hay que confundirse: el terrorismo es un medio y no un fin y es como medio que debe ser cuestionado, combatido y deslegitimado. En esencia, la muerte de Osama ben Laden confirma que Washington sigue dispuesto a que el mundo viva una suerte de paz ficticia en donde la distinción entre guerra y paz es difusa y Estados Unidos define los tiempos, las metas, los medios y el alcance para implementar la ubicua cruzada antiterrorista.

El fenómeno terrorista evidencia la existencia de un conflicto asimétrico en el que la ventaja táctica del más débil consiste, en principio, en seleccionar el blanco, el recurso y el lugar para usar la violencia. En particular, su objetivo es sembrar el pavor en el oponente. Hasta 2001, Estados Unidos, como la mayoría de las naciones, convivió, no sin tensiones, con la asimetría, ya que preservar la democracia, el derecho, la ética y no socavar el delicado balance, interno e internacional, entre seguridad y libertad, eran objetivos prioritarios. Pero Obama mostró, como su antecesor, George W. Bush, que para Estados Unidos el derecho internacional es una molestia y la moralidad de la guerra un subterfugio. Washington hubiera podido desplegar un operativo para detener y juzgar a Ben Laden. Otro atroz criminal, Slobodan Milosevic, fue arrestado y llevado a un tribunal internacional. Pero en este caso Estados Unidos no buscó hacer justicia, sino ser tan implacable como su adversario. El mensaje que da Washington es inquietante: el conflicto asimétrico se está convirtiendo en un modo simétrico de lucha en el que los valores y normas cimentadas por Occidente son vistas como tropiezos e impedimentos.

La acción emprendida contra el cabecilla de Al-Qaeda corrobora además la exagerada confianza en el recurso al poder militar por parte de Estados Unidos. Desde finales de la administración Bush, y con mayor intensidad durante la presidencia de Obama, Paquistán se ha convertido de facto en un nuevo escenario de la "guerra contra el terrorismo". Se ha recurrido al uso indiscriminado de misiles teledirigidos contra individuos desde aviones no tripulados (los llamados drones) que ya han matado a más de 1800 personas. A esto se añade la nueva guerra en Libia, en la que Estados Unidos y la OTAN han optado -desnaturalizando el sentido y el alcance de la resolución de la ONU para implementar una zona de exclusión área-por lo que se conoce como la "estrategia de decapitación". Esto es, atacar y dar de baja a los líderes que se está combatiendo.

Finalmente, es oscura y censurable la tergiversación hecha con el lanzamiento al mar del cuerpo de Osama ben Laden. No hay nada en el Islam que lo justifique. Desde Sófocles rige un acuerdo universal acerca de la inexcusable vulneración de la dignidad y la justicia que significa negar la sepultura.

Osama ya está abatido, pero quizás el "binladismo" no le esté. Obama podrá capitalizar el hecho, pero no disimular su extravío.

 

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