Impuestos, remedio para el tabaquismo
Por Martín González RozadaDirector de la Maestría en Econometría de la UTDT
En todos los países avanzados los impuestos a los cigarrillos son altos para encarecer el vicio y disminuir así el consumo de los fumadores. Desde hace siete años en Argentina las empresas tabacaleras y el Gobierno tienen un acuerdo por el cual las autoridades no suben los impuestos al tabaco y a cambio de ello se fija una meta de recaudación anual. Para el autor, este mecanismo beneficia a las tabacaleras y se basa en argumentos falsos.
Fumar es la principal causa de muertes prevenibles, enfermedades y discapacidades en el mundo. En Argentina mueren, cada año, 40.000 personas por enfermedades relacionadas con el cigarrillo. Aumentar los impuestos sobre el consumo de cigarrillos es una de las principales herramientas de control de la epidemia de tabaquismo.
En todos los países avanzados los impuestos a los cigarrillos son altos para hacer a los cigarrillos más caros y disminuir así el consumo de los fumadores. Impuestos altos al consumo de cigarrillos alientan la cesación, disminuyen el inicio del consumo en los adolescentes y, como si esto fuera poco, aumentan la recaudación fiscal.
Desde hace siete años en la Argentina las empresas tabacaleras y el Gobierno tienen un acuerdo por el cual el Gobierno no sube los impuestos al tabaco y a cambio de ello se fija una meta de recaudación anual: 6.200 millones de pesos para 2009 por ejemplo. Si la recaudación del Estado proveniente de estos impuestos no alcanza la meta fijada, las empresas tabacaleras realizan pagos al Estado por la diferencia entre la meta fijada y la recaudación alcanzada.
Si la recaudación fiscal de los impuestos al consumo de cigarrillos supera la meta fijada, como sucedió en 2009, cuando se recaudaron 6.450 millones, el excedente, 250 millones, se transfiere al período siguiente. A fin de año vence el convenio de recaudación bianual entre el Gobierno y las tabacaleras, y éstas últimas ya han comenzado el lobby para renovarlo.
El verdadero motivo por el cual las tabacaleras desean renovar el acuerdo es porque el mismo les resulta enormemente beneficioso.
Sin acuerdo, el Estado subiría los impuestos a los cigarrillos, incrementando su precio final. Eso reduciría el consumo, el número de fumadores y los beneficios para las tabacaleras. Si éstas quisieran evitar la caída del consumo, deberían reducir sus precios, lo cual también afectaría sus beneficios.
Con un convenio que tenga una meta de recaudación baja, los impuestos al cigarrillo no suben, el precio final tampoco, el consumo no cae y las tabacaleras prácticamente no verían afectados sus beneficios ya que, tal como sucedió en 2009, la meta se cumpliría.
Si la meta de recaudación fuera la adecuada, teniendo en cuenta las externalidades negativas y costos en términos de salud pública que genera el tabaco, las tabacaleras probablemente no tendrían interés en firmar el acuerdo.
Aun cuando la estrategia y los motivos por los cuales las tabacaleras hacen lobby por un nuevo convenio con metas bajas son claros, los argumentos que éstas usan en el debate público para presionar para la renovación del convenio son otros. Se pretende hacernos creer que los impuestos actuales sobre el consumo de cigarrillos en Argentina son ya muy elevados y que incrementarlos provocaría un aumento del contrabando, con la consiguiente pérdida de ingresos por parte del Estado.
Los argumentos de las tabacaleras son falsos y no son nuevos. Los impuestos al cigarrillo en Argentina son menores a los de Uruguay y Chile, por nombrar dos países de la región. En cuanto al supuesto aumento del contrabando que este incremento impositivo generaría se debe tomar en cuenta que hay dos tipos de contrabando.
El denominado minorista o contrabando hormiga, que es el que potencialmente está favorecido por el diferencial de precios con los países vecinos y el contrabando mayorista, llevado a cabo por verdaderas organizaciones criminales, que se realiza a través de contenedores, camiones y aviones y que elude la carga impositiva y no se ve afectado por este diferencial de precios.
Si el Gobierno en 2010 no hubiera estado sujeto al convenio que establecía una meta de recaudación de 7.600 millones de pesos en concepto de impuestos sobre el consumo de cigarrillos, y en su lugar hubiera subido los impuestos pasando de una presión impositiva de 68% a 87%, podría haber recaudado cerca de 15.000 millones de pesos. Es decir, podría haber duplicado la meta de recaudación, se hubiera reducido el consumo, las muertes por el cigarrillo y no habría ninguna repercusión sobre el contrabando.
Está claro que renovar el convenio de recaudación con metas artificialmente bajas es beneficioso para las tabacaleras pero es muy perjudicial para la población y para el Estado.
El Gobierno debe incrementar los impuestos al consumo de cigarrillos para disminuir el consumo con el consiguiente beneficio sobre la salud de los fumadores y no fumadores. Así bajaría los costos directos e indirectos de la atención médica de las enfermedades atribuibles al consumo de tabaco e incrementaría la recaudación fiscal, lo que se dice, una política fiscal saludable.
Sin placer. Subiendo la carga impositiva, menos gente fumaría y se recaudaría más.