
Murió Juan Llach, el economista polifacético que llevó a la Argentina a las evaluaciones educativas internacionales
Claudia Romero, profesora de las Especializaciones y Maestrías del Área de Educación de la Escuela de Gobierno, recordó la figura de Juan José Llach.

Juan José Llach, en una entrevista con Clarin. Foto: Constanza Niscovolos
Siempre era un placer charlar con Juan José Llach. De posiciones moderadas, tono tranquilo aunque siempre “picante” y un trato cordial, el sociólogo y economista -que murió el domingo a los 81 años- era polifacético y un apasionado en temas tan diversos como el fútbol -era fana de Rosario Central- o la jardinería.
Y también lo apasionaba la educación, que lo llevó a ser ministro durante el gobierno de Fernando de la Rúa.
A ese ministerio llegó casi de casualidad. Resulta que, siendo economista y después de haber sido secretario de Programación Económica con Menem (entre el 91 y el 96), Llach se interesó por la gestión pública y las políticas educativas, y en 1999 publicó el libro “Educación para Todos”, junto a dos especialistas.
Juan Jose Llach, cuando era ministro de Educación de De la Rúa.
Cuentan que el libro salió justo en el momento que De la Rúa estaba armando su gabinete y no tenía definido a quién poner en Educación. El entonces presidente electo se enteró de la presentación del libro de Llach y lo convocó para conversar y luego para que se hiciera cargo del ministerio. Llach siempre aseguró que no escribió ese libro en la búsqueda de un cargo.
La breve gestión de Juan Llach en el Ministerio de Educación será recordada por haber incluido a la Argentina en las pruebas internacionales. Llach siempre recordaba que tenía muy poco presupuesto para el ministerio, pero lo que tenía le daba para pagar el ingreso a PISA, prueba organizada por la OCDE. Estaba convencido de que la Argentina tenía que medir la calidad de sus escuelas y compararse con otros países: que esa era una política pública que el Ministerio de Educación debía seguir.
Fue así como, en el año 2000 y por impulso de Llach, la Argentina fue uno de los primeros países en participar en PISA. Quedó en el puesto 38 sobre 41 países y segunda en América Latina. Ahora estamos en el puesto 66 de 81 y octava en la región.
“Siempre le agradecí que en el año 2000, cuando fue ministro de Educación, subiera a la Argentina a las evaluaciones internacionales (PISA, entre ellas), que son hasta ahora termómetros confiables para medir la calidad. Juan decía riéndose, que había podido hacerlo porque en aquel momento nadie entendía qué era eso y para cuando quisieron bajarnos ya tenía costo político, porque las pruebas ya estaban instaladas en la opinión pública. Efectivamente, los gobiernos kirchneristas no querían esas evaluaciones externas, pero no pudieron sacarlas”, recuerda Claudia Romero, investigadora de la Torcuato Di Tella.
Juan Llach, en un debate sobre educación. Foto: archivo.
“A pesar de ser sociólogo y economista, Juan respetaba de verdad a la educación y al aula como ‘el lugar donde pasan las cosas’, decía”, agregó Romero.
Tras su paso por el Ministerio de Educación, Juan Llach fue profesor en distintas universidades, miembro de las Academias Nacionales de Ciencias Económicas y de Educación y de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales. En su trayectoria escribió más de 10 libros y más de 50 trabajos académicos sobre educación, economía, historia, políticas públicas y trabajo. Y asesoró a una decena de organizaciones de la sociedad civil. En 1998 y 1996, ganó dos premios Konex.
En la esfera pública, tras su paso por el Ministerio Llach siguió activo en cuanto a los temas económicos y educativos. Su voz siempre se alzó a favor de ampliar el presupuesto educativo (incluso más que el 6% del PBI, proponía), reorganizar la carrera docente, favorecer a las escuelas con más dificultades y mantener las políticas de evaluación educativa. Además, junto a Guillermo Jaim Etcheverry y Rebeca Anijovich, formó parte del consejo asesor del suplemento Educación que Clarín publicó en 2011 y 2012.
Entre la política y los tablones con Central
La diversidad de intereses de Juan Llach seguramente haya sido un reflejo de la diversidad de experiencias que atravesó en su vida. Arrancó estudiando Sociología en la UCA, en los años sesenta. Por entonces, era un “socialcristiano”, según él mismo se definió. Desde el socialcristianismo desembocó en la Juventud Peronista, algo que era bastante común en esa época. Entró a la UBA, donde se graduó en Económicas y terminó echado por el interventor Alberto Ottalagano, en los tumultuosos años setenta.
“Frondizi fue para mí un faro. Medio en broma, digo que cada vez gobierna mejor, aunque tuvo sus errores”, le dijo Llach a Clarín en un reportaje.
Lo más interesante es cómo desarrolló la desenfrenada pasión por Rosario Central. Resulta que el padre de Juan Llach había sido un importante dirigente de Boca. Llegó a ser vicepresidente en el momento que fue inaugurada la Bombonera. Pero después vino la gestión del conocido Alberto J. Armando (la segunda) y para los Llach todo fue desencanto. “Según nuestra percepción le hizo una trastada a mi viejo, íbamos a ver a Boca y hacíamos fuerza para que perdiera”, confesó Juan Llach en una charla con Clarín.
Tanta desazón empezó a terminar un día que Central fue a jugar a la Boca y le ganó 2 a 0. Y terminó de consolidarse otro domingo de ese mismo año -principio de los sesenta- cuando los Llach fueron a ver a Central contra Argentinos en la Paternal y el equipo de Rosario se impuso por 5 a 2. “En Central estaba debutando Menotti, tenía al Gitano Juárez que era buenísimo, le dio un baile jugando al fútbol. Después mi hermano fue 20 años representante de Rosario en la AFA”, contaba Juan Llach.
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Juan Jose Llach, cuando era ministro de Educación de De la Rúa.
Y agregaba que “por mi culpa”, ahora sus cuatro hijos varones y hasta su nieto son de Central. A la hora de elegir un ídolo del club no lo dudaba: Kempes. “Es el mejor delantero que he visto en mi vida. Me prometí a mí mismo que si Kempes salía goleador del Mundial, no le pedía nada más a la vida futbolística. Y así fue. Estuve en el partido de la final atrás del arco donde hizo los goles”, se emocionaba con solo evocar ese recuerdo.
“Voy a extrañar a Juan. Dimos clase juntos en la Torcuato Di Tella, durante muchos años, compartíamos la misma materia en la Maestría de Políticas Públicas, era un diálogo muy rico entre educación y economía. Compartíamos también la pasión por las plantas y la jardinería. Una gran persona, multifacético, inteligente, sensible y con una ironía adorable”, cerró Claudia Romero.