Elecciones 2025: El liderazgo presidencial, determinante
El director de las Licenciaturas en Ciencia Política y Gobierno y en Estudios Internacionales escribió sobre los desafíos estructurales del sistema político argentino.
Sin embargo, este esquema está en proceso de descomposición. La emergencia de La Libertad Avanza (LLA) refleja una ruptura de las categorías tradicionales, desbordando los límites de la derecha económica con un discurso anti-partidos que interpela a votantes históricamente afines al peronismo. Este fenómeno no puede entenderse únicamente en clave nacional; forma parte de una tendencia global donde liderazgos populistas capturan el descontento en contextos de polarización e incertidumbre económica.
Desde una perspectiva estructural, el debilitamiento de los partidos tradicionales y su desconexión con las bases sociales crearon un vacío que LLA capitalizó con éxito. Este proceso no ocurrió en un vacío: la creciente insatisfacción con las instituciones democráticas y los efectos acumulativos de crisis económicas recurrentes actuaron como catalizadores de este cambio.
El éxito de Milei no radica solo en su capacidad de comunicar un mensaje disruptivo, sino en el desgaste de un sistema que no logró adaptarse a las demandas cambiantes de la sociedad.
En contextos de fragmentación, el liderazgo tiende a jugar un papel determinante para organizar el sistema. Actualmente, Javier Milei ocupa un lugar central, similar al que tuvo Cristina Kirchner en su momento de mayor hegemonía.
Sin embargo, a diferencia de los liderazgos tradicionales que se asentaban en coaliciones amplias y estructuras partidarias consolidadas, el liderazgo de Milei se construye sobre una lógica personalista y mediática. Esto plantea desafíos para la estabilidad del sistema, ya que depende en gran medida de su capacidad para cumplir expectativas en el corto plazo.
La relación entre oficialismo y oposición también está mediada por este liderazgo. Si Milei logra consolidar ciertos logros económicos, la oposición enfrentará dificultades para articular una alternativa creíble. Por otro lado, un eventual fracaso del oficialismo podría acelerar procesos de realineamiento que, en las condiciones actuales de fragmentación, podrían derivar en nuevas dinámicas políticas impredecibles.
La emergencia de LLA no solo desafía al peronismo, sino también a lo que fue Juntos por el Cambio (JxC). Mientras LLA busca consolidarse como la fuerza hegemónica de la derecha, JxC se debate entre preservar su identidad ideológica o establecer alianzas pragmáticas que, paradójicamente, podrían diluir su relevancia. Esta tensión revela un problema más amplio: en un sistema donde las fronteras ideológicas se vuelven más difusas, la capacidad de adaptación de los partidos será clave para su supervivencia.
Por su parte, el peronismo atraviesa una crisis de identidad. Aunque mantiene una base estructural importante, la centralidad de Cristina Fernández de Kirchner actúa como un freno para la renovación interna.
La falta de nuevos liderazgos y propuestas atractivas limita su capacidad de recuperar terreno frente a un electorado cada vez más volátil. A medida que se acerque 2027, el riesgo de fractura interna será mayor, especialmente si Milei mantiene altos niveles de popularidad y logra avances tangibles en la economía.
La elección de 2023 marca el inicio de una etapa de polarización sostenida. Las tensiones entre un oficialismo que busca consolidarse y una oposición fragmentada podrían redefinir las bases del sistema político argentino. Sin embargo, la gobernabilidad estará condicionada por la capacidad de Milei para cumplir con las expectativas económicas y sociales. En caso de fracaso, el costo institucional podría ser elevado, acelerando la deslegitimación de las instituciones y profundizando la fragmentación.
Desde una perspectiva más amplia, la Argentina se encuentra ante un desafío estructural que trasciende las dinámicas coyunturales. La capacidad de los actores políticos para construir consensos, renovar liderazgos y adaptarse a las demandas sociales será crucial para evitar que la fragmentación se convierta en un obstáculo insuperable.
En este contexto, el rol de Milei como catalizador de un cambio sistémico dependerá tanto de su habilidad para consolidar su proyecto como de la capacidad del sistema político para absorber y canalizar las transformaciones en curso.
Link: https://www.clarin.com/opinion/elecciones-2025-liderazgo-presidencial-determinante_0_4jSMOoaFK5.html