10/11/24
Roberto Russell: "Vamos hacia un mundo muy tumultuoso y Trump va a generar más turbulencia"
Por Julieta Nassau
Roberto Russell, profesor de las Licenciaturas en Ciencia Política y Gobierno y en Estudios Internacionales, fue entrevistado por La Nación sobre las posibles consecuencias mundiales de la victoria electoral de Donald Trump.
La de Roberto Russell es una de las miradas más agudas en análisis internacional desde hace años en la Argentina. Retirado de la docencia, ahora puede viajar más que nunca por el mundo que siempre estudió. Lo hace, dice, un poco por placer y otro por trabajo -es presidente de la Fundación Vidanta, en México-, pero siempre atento a detectar fenómenos que se repiten en distintos continentes. Sus conclusiones le imprimen un tono pesimista al diagnóstico sobre la actualidad global, algo que, considera, solo empeorará con un nuevo mandato de Donald Trump en Estados Unidos.
"Estamos yendo a un mundo muy conflictivo, de unilateralismo, de proteccionismo, y eso sabemos que termina muy mal", dice a la nación Russell, investigador asociado y exdirector de la Maestría y el Doctorado de Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella ( UTDT ). Alarmado, pero con tono apacible, sentado en un sillón de su casa de Belgrano, no descarta una guerra entre Estados Unidos y China, y advierte sobre los peligros de un segundo gobierno de Trump, con un control mayor sobre los tres poderes. "La tentación para Trump de actuar de manera dictatorial es muy alta", dice, y considera que su nuevo mandato, que comenzará el 20 de enero, será "una prueba de fuego para Estados Unidos" como no recuerda haber visto.
Exdirector de Asuntos Académico del Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN), a cargo de la formación de los diplomáticos de carrera, Russell cuestiona con dureza la purga ideológica que promueve el presidente Javier Milei en la Cancillería y la incluye en la lista de actitudes que asemejan al mandatario libertario con el próximo presidente de Estados Unidos, dos exponentes de una expresión política que -pronostica- seguirá expandiéndose por la región.
-A fines de 2020, usted escribió un artículo titulado "El mundo que nos deja Trump". Cuatro años después, ¿cuál es el mundo que recibe Trump?
-Es bastante distinto al que recibió en 2017. Siempre se decía que la Guerra Fría era paz sin paz, porque no había guerra entre los dos polos, pero sí había guerra en las periferias, promovida por los polos. Hoy podemos decir que estamos en un mundo en guerra sin guerra, en el sentido de que los grandes poderes no están peleándose entre sí directamente, pero se están peleando indirectamente. El caso más típico es el de Ucrania, donde no es solo una guerra entre Ucrania y Rusia, sino entre dos bandos: uno sería el Occidente no geográfico, como solemos llamarlo, y el otro es un eje formado por China, Rusia, Irán y Corea del Norte. En gran medida, en todos los conflictos se cruzan estos ejes. Por eso es interesante esta idea de que estamos en un mundo sin guerra, pero en realidad hay una guerra latente que incluso podría derivar en una guerra entre grandes poderes.
-¿Se imagina esa guerra entre grandes poderes en el corto o mediano plazo?
-No hay que descartarlo. No estoy pensando que esto pueda pasar mañana o dentro de cinco años, pero en un mundo conflictivo como el que estamos es un escenario que no hay que descartar. Es un escenario con el que están trabajando los estrategas tanto de China como de Estados Unidos. No es porque ahora haya ganado Trump que está sobre la mesa; es algo que está presente desde hace bastante tiempo.
-Usted suele hablar de la pérdida de predominio de Occidente en el orden global. ¿El regreso al poder de Trump, un líder con tendencias aislacionistas, puede acelerar esta tendencia?
-Todo va a depender de lo que haga. Pero hay un hecho objetivo: Occidente hoy no tiene el poder que tenía y estamos entrando en un mundo claramente posoccidental. Por otro lado, yo no hablaría tanto de un aislacionismo de Trump. Yo más bien hablaría de una política con componentes de naturaleza realista. Ellos [el equipo de Trump] trabajan mucho con la idea de la disuasión, con la idea de defender la paz preparándose para la guerra. De algún modo implica una especie de retorno a una política tradicional de un gran poder: renunciar a la idea de que Estados Unidos es un país indispensable, que tiene un rol providencial. Esto es lo que caracteriza a Trump y eso es lo que para mucha gente Estados Unidos debería hacer, porque Estados Unidos tiene demasiados compromisos que tiene que mantener y tiene menos recursos. Por eso Trump le dice a Europa: "Pongan más dinero o bánquense ustedes a Rusia", y también le va a pedir a Taiwán lo mismo.
-Trump dice que él va a terminar las guerras, no a comenzarlas; y afirmó que podía terminar la guerra en Ucrania en 24 horas. Desde su entorno hablaron de planes que implican entregar parte del territorio a Rusia. ¿Qué se puede esperar tras la asunción de Trump?
-En una guerra hay que pensar qué significa una victoria. Si victoria para Ucrania es recuperar todo el territorio, incluso recuperar Crimea y que además Rusia pague las indemnizaciones por los destrozos que causó, eso es absolutamente inviable. ¿Y qué sería para Putin? Controlar todo el territorio ucraniano. Bueno, yo creo que ninguna de las dos cosas se va a dar porque eso sería un tema tremendo para Europa. Entonces hay que tratar de buscar alguna solución intermedia. Se está diciendo que se congele la línea donde está ahora. Se discute si darle un estado de neutralidad a Ucrania o incorporarla a la Unión Europa. ¿Qué garantía de seguridad le van a dar? Eso es parte de la discusión. Entonces no va a ser fácil. Eso de las 24 horas es una fantasía.
-También está la guerra en Gaza. Se habla mucho del vínculo de Trump con Netanyahu y de cómo esto puede afectar al conflicto.
-Ese vínculo existe. Pero la visión en el equipo más cercano a Trump es que el problema es Irán. Dicen que lo que sustenta a Hamas, a Hezbollah, a los hutíes es el apoyo de Irán. Yo creo que va a venir una política mucho más dura hacia Irán y va a seguir obviamente el apoyo a Israel. Y el gobierno de Trump se va a desligar de la cuestión palestina, porque están diciendo: "Esto que lo arregle Israel con Egipto y con los que viven ahí".
-Después de Trump, vinieron Jair Bolsonaro, Nayib Bukele, Milei en América Latina. ¿Cree que el triunfo de Trump puede hacer que el fenómeno crezca aún más?
-Sí. En primer lugar, los que están en el gobierno en general tienden a perder. ¿Quién está en el gobierno? Lula da Silva [en Brasil], Gustavo Petro [en Colombia], Gabriel Boric [en Chile]. Es probable que en esos países ganen expresiones de derecha. En el caso de Brasil, es muy probable. Yo creo que vamos a tener una ola de derecha, con componentes extremos y no tanto; me parece que eso es lo que se viene en América Latina para los próximos años.
-Hablando puntualmente de la Argentina, Juan Gabriel Tokatlian habló de un "hiperoccidentalismo" de Milei ya desde el gobierno de Biden. Uno esperaría que se potencie con Trump en la Casa Blanca, ¿no?
-A mí lo de "híper" mucho no me gusta; yo si le tuviera que poner una calificación directamente diría el "ultraoccidentalismo" de Milei, porque es como que te vas del otro lado. Algunos comparan a Milei con las relaciones carnales de Menem y yo creo que es un grave error. Yo creo que Milei ya prácticamente se alineó; su política es seguir a Estados Unidos y a Israel. Nadie hace esto. Este alineamiento va a ser un sello definitorio de Milei.
-¿Y qué obtendrá de este alineamiento?
-Esa es la pregunta del millón. Porque si uno mira lo que sacó Bolsonaro, mucho no sacó. Porque Trump nunca va a tomar sus medidas mirando a la Argentina; no le interesa en absoluto. De hecho, sus decisiones van a tener impactos negativos, por ejemplo, con los aranceles. ¿Después qué puede hacer?
-¿Ayudar con las negociaciones del FMI?
-Sí, bueno, probablemente empuje un poco para que algún préstamo adicional salga, para que mejoren el esquema de negociación, pero de nuevo: las cosas van a depender mucho más de lo que hagamos nosotros que de lo que pueda hacer Trump.
-Milei viaja esta semana a Florida para estar con Trump en la CPAC; es el único mandatario latinoamericano anunciado para hablar allí. ¿Qué cree que Trump ve en Milei para darle ese lugar?
-Lo ve como un "nice guy" [un "buen tipo"], como dijo él, que está haciendo cosas importantes en un país más pequeño. Como está hoy la región, es una persona con la que se va a entender, que le puede dar a la Argentina un lugar importante, ya que Brasil no puede ocupar este espacio y México juega otro partido.
-Siempre teniendo en cuenta la importancia que Trump le da a la región...
-Sí. Porque a Trump no le importa nada. Como región importan ciertos temas específicos, pero esto viene desde mucho antes de Trump. En primer lugar está México, por razones obvias, la inmigración; y después está Venezuela, que ahí está la pregunta del millón: qué va a hacer. Han aparecido propuestas muy variadas. Yo creo que lo más probable es que siga siendo duro al principio. Porque además hay un tema muy fuerte, que es que antes de que él asuma va a asumir Maduro como presidente ilegítimo. ¿Lo va a reconocer?
-Otro punto en común entre Trump y Milei es su enfoque frente al cambio climático, como uno de los grandes problemas globales que requieren de un acuerdo multilateral, algo que pareciera más difícil con este tipo de liderazgos.
-Sí, hay que olvidarse. Trump obviamente va a tener un impacto muy negativo. Pero ya sin Trump la cosa venía muy mal. El multilateralismo creo que está en su peor etapa. Porque además estos líderes no es que simplemente se resisten, sino que rechazan el planteo multilateral. Todos somos conscientes de que sin una acción multilateral los problemas globales no tienen cómo enfrentarse seriamente, pero nada de eso está pasando. Yo creo que estamos yendo a un mundo muy clásico, de conflicto de grandes poderes, de unilateralismo, de proteccionismo, y todo eso sabemos que termina muy mal. Vamos a tener proteccionismo, más nacionalismo, recrudecimiento de actitudes imperialistas clásicas, vacíos de poder, un mundo sin hegemonía. Y por definición un orden no hegemónico es un orden muy inestable. Entonces va a ser un mundo muy tumultuoso, y Trump va a contribuir a que haya más turbulencia, de eso no tengo ninguna duda.
-El peligro para la democracia fue un tema muy presente en los votantes norteamericanos, según los sondeos. ¿Cree que la democracia de Estados Unidos está en juego?
-Yo creo que es una prueba fenomenal. No tengo ninguna duda de que a Trump le gustaría tener un sistema político como el que tienen Putin o Xi Jinping; le molestan los frenos democráticos. El tema es que él ahora tiene mucho poder porque tiene el control de la Justicia y del Congreso. La tentación de actuar de manera dictatorial es muy alta, y con la personalidad que tiene, es más alta aún, y esto es una amenaza sin ninguna duda. Veremos.
"Estamos yendo a un mundo muy conflictivo, de unilateralismo, de proteccionismo, y eso sabemos que termina muy mal", dice a la nación Russell, investigador asociado y exdirector de la Maestría y el Doctorado de Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella ( UTDT ). Alarmado, pero con tono apacible, sentado en un sillón de su casa de Belgrano, no descarta una guerra entre Estados Unidos y China, y advierte sobre los peligros de un segundo gobierno de Trump, con un control mayor sobre los tres poderes. "La tentación para Trump de actuar de manera dictatorial es muy alta", dice, y considera que su nuevo mandato, que comenzará el 20 de enero, será "una prueba de fuego para Estados Unidos" como no recuerda haber visto.
Exdirector de Asuntos Académico del Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN), a cargo de la formación de los diplomáticos de carrera, Russell cuestiona con dureza la purga ideológica que promueve el presidente Javier Milei en la Cancillería y la incluye en la lista de actitudes que asemejan al mandatario libertario con el próximo presidente de Estados Unidos, dos exponentes de una expresión política que -pronostica- seguirá expandiéndose por la región.
-A fines de 2020, usted escribió un artículo titulado "El mundo que nos deja Trump". Cuatro años después, ¿cuál es el mundo que recibe Trump?
-Es bastante distinto al que recibió en 2017. Siempre se decía que la Guerra Fría era paz sin paz, porque no había guerra entre los dos polos, pero sí había guerra en las periferias, promovida por los polos. Hoy podemos decir que estamos en un mundo en guerra sin guerra, en el sentido de que los grandes poderes no están peleándose entre sí directamente, pero se están peleando indirectamente. El caso más típico es el de Ucrania, donde no es solo una guerra entre Ucrania y Rusia, sino entre dos bandos: uno sería el Occidente no geográfico, como solemos llamarlo, y el otro es un eje formado por China, Rusia, Irán y Corea del Norte. En gran medida, en todos los conflictos se cruzan estos ejes. Por eso es interesante esta idea de que estamos en un mundo sin guerra, pero en realidad hay una guerra latente que incluso podría derivar en una guerra entre grandes poderes.
-¿Se imagina esa guerra entre grandes poderes en el corto o mediano plazo?
-No hay que descartarlo. No estoy pensando que esto pueda pasar mañana o dentro de cinco años, pero en un mundo conflictivo como el que estamos es un escenario que no hay que descartar. Es un escenario con el que están trabajando los estrategas tanto de China como de Estados Unidos. No es porque ahora haya ganado Trump que está sobre la mesa; es algo que está presente desde hace bastante tiempo.
-Usted suele hablar de la pérdida de predominio de Occidente en el orden global. ¿El regreso al poder de Trump, un líder con tendencias aislacionistas, puede acelerar esta tendencia?
-Todo va a depender de lo que haga. Pero hay un hecho objetivo: Occidente hoy no tiene el poder que tenía y estamos entrando en un mundo claramente posoccidental. Por otro lado, yo no hablaría tanto de un aislacionismo de Trump. Yo más bien hablaría de una política con componentes de naturaleza realista. Ellos [el equipo de Trump] trabajan mucho con la idea de la disuasión, con la idea de defender la paz preparándose para la guerra. De algún modo implica una especie de retorno a una política tradicional de un gran poder: renunciar a la idea de que Estados Unidos es un país indispensable, que tiene un rol providencial. Esto es lo que caracteriza a Trump y eso es lo que para mucha gente Estados Unidos debería hacer, porque Estados Unidos tiene demasiados compromisos que tiene que mantener y tiene menos recursos. Por eso Trump le dice a Europa: "Pongan más dinero o bánquense ustedes a Rusia", y también le va a pedir a Taiwán lo mismo.
-Trump dice que él va a terminar las guerras, no a comenzarlas; y afirmó que podía terminar la guerra en Ucrania en 24 horas. Desde su entorno hablaron de planes que implican entregar parte del territorio a Rusia. ¿Qué se puede esperar tras la asunción de Trump?
-En una guerra hay que pensar qué significa una victoria. Si victoria para Ucrania es recuperar todo el territorio, incluso recuperar Crimea y que además Rusia pague las indemnizaciones por los destrozos que causó, eso es absolutamente inviable. ¿Y qué sería para Putin? Controlar todo el territorio ucraniano. Bueno, yo creo que ninguna de las dos cosas se va a dar porque eso sería un tema tremendo para Europa. Entonces hay que tratar de buscar alguna solución intermedia. Se está diciendo que se congele la línea donde está ahora. Se discute si darle un estado de neutralidad a Ucrania o incorporarla a la Unión Europa. ¿Qué garantía de seguridad le van a dar? Eso es parte de la discusión. Entonces no va a ser fácil. Eso de las 24 horas es una fantasía.
-También está la guerra en Gaza. Se habla mucho del vínculo de Trump con Netanyahu y de cómo esto puede afectar al conflicto.
-Ese vínculo existe. Pero la visión en el equipo más cercano a Trump es que el problema es Irán. Dicen que lo que sustenta a Hamas, a Hezbollah, a los hutíes es el apoyo de Irán. Yo creo que va a venir una política mucho más dura hacia Irán y va a seguir obviamente el apoyo a Israel. Y el gobierno de Trump se va a desligar de la cuestión palestina, porque están diciendo: "Esto que lo arregle Israel con Egipto y con los que viven ahí".
-Después de Trump, vinieron Jair Bolsonaro, Nayib Bukele, Milei en América Latina. ¿Cree que el triunfo de Trump puede hacer que el fenómeno crezca aún más?
-Sí. En primer lugar, los que están en el gobierno en general tienden a perder. ¿Quién está en el gobierno? Lula da Silva [en Brasil], Gustavo Petro [en Colombia], Gabriel Boric [en Chile]. Es probable que en esos países ganen expresiones de derecha. En el caso de Brasil, es muy probable. Yo creo que vamos a tener una ola de derecha, con componentes extremos y no tanto; me parece que eso es lo que se viene en América Latina para los próximos años.
-Hablando puntualmente de la Argentina, Juan Gabriel Tokatlian habló de un "hiperoccidentalismo" de Milei ya desde el gobierno de Biden. Uno esperaría que se potencie con Trump en la Casa Blanca, ¿no?
-A mí lo de "híper" mucho no me gusta; yo si le tuviera que poner una calificación directamente diría el "ultraoccidentalismo" de Milei, porque es como que te vas del otro lado. Algunos comparan a Milei con las relaciones carnales de Menem y yo creo que es un grave error. Yo creo que Milei ya prácticamente se alineó; su política es seguir a Estados Unidos y a Israel. Nadie hace esto. Este alineamiento va a ser un sello definitorio de Milei.
-¿Y qué obtendrá de este alineamiento?
-Esa es la pregunta del millón. Porque si uno mira lo que sacó Bolsonaro, mucho no sacó. Porque Trump nunca va a tomar sus medidas mirando a la Argentina; no le interesa en absoluto. De hecho, sus decisiones van a tener impactos negativos, por ejemplo, con los aranceles. ¿Después qué puede hacer?
-¿Ayudar con las negociaciones del FMI?
-Sí, bueno, probablemente empuje un poco para que algún préstamo adicional salga, para que mejoren el esquema de negociación, pero de nuevo: las cosas van a depender mucho más de lo que hagamos nosotros que de lo que pueda hacer Trump.
-Milei viaja esta semana a Florida para estar con Trump en la CPAC; es el único mandatario latinoamericano anunciado para hablar allí. ¿Qué cree que Trump ve en Milei para darle ese lugar?
-Lo ve como un "nice guy" [un "buen tipo"], como dijo él, que está haciendo cosas importantes en un país más pequeño. Como está hoy la región, es una persona con la que se va a entender, que le puede dar a la Argentina un lugar importante, ya que Brasil no puede ocupar este espacio y México juega otro partido.
-Siempre teniendo en cuenta la importancia que Trump le da a la región...
-Sí. Porque a Trump no le importa nada. Como región importan ciertos temas específicos, pero esto viene desde mucho antes de Trump. En primer lugar está México, por razones obvias, la inmigración; y después está Venezuela, que ahí está la pregunta del millón: qué va a hacer. Han aparecido propuestas muy variadas. Yo creo que lo más probable es que siga siendo duro al principio. Porque además hay un tema muy fuerte, que es que antes de que él asuma va a asumir Maduro como presidente ilegítimo. ¿Lo va a reconocer?
-Otro punto en común entre Trump y Milei es su enfoque frente al cambio climático, como uno de los grandes problemas globales que requieren de un acuerdo multilateral, algo que pareciera más difícil con este tipo de liderazgos.
-Sí, hay que olvidarse. Trump obviamente va a tener un impacto muy negativo. Pero ya sin Trump la cosa venía muy mal. El multilateralismo creo que está en su peor etapa. Porque además estos líderes no es que simplemente se resisten, sino que rechazan el planteo multilateral. Todos somos conscientes de que sin una acción multilateral los problemas globales no tienen cómo enfrentarse seriamente, pero nada de eso está pasando. Yo creo que estamos yendo a un mundo muy clásico, de conflicto de grandes poderes, de unilateralismo, de proteccionismo, y todo eso sabemos que termina muy mal. Vamos a tener proteccionismo, más nacionalismo, recrudecimiento de actitudes imperialistas clásicas, vacíos de poder, un mundo sin hegemonía. Y por definición un orden no hegemónico es un orden muy inestable. Entonces va a ser un mundo muy tumultuoso, y Trump va a contribuir a que haya más turbulencia, de eso no tengo ninguna duda.
-El peligro para la democracia fue un tema muy presente en los votantes norteamericanos, según los sondeos. ¿Cree que la democracia de Estados Unidos está en juego?
-Yo creo que es una prueba fenomenal. No tengo ninguna duda de que a Trump le gustaría tener un sistema político como el que tienen Putin o Xi Jinping; le molestan los frenos democráticos. El tema es que él ahora tiene mucho poder porque tiene el control de la Justicia y del Congreso. La tentación de actuar de manera dictatorial es muy alta, y con la personalidad que tiene, es más alta aún, y esto es una amenaza sin ninguna duda. Veremos.