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6/11/24

Juan Gabriel Tokatlian: "Primó más el hartazgo que el liderazgo de Trump"

Juan Gabriel Tokatlian, profesor de la Licenciatura en Estudios Internacionales, analizó en Modo Fontevecchia el triunfo de Donald Trump en EEUU.

Juan Gabriel Tokatlian | 


Para Juan Gabriel Tokatlian, Trump capitaliza un malestar global con las instituciones y la democracia que se expresa en una volatilidad electoral. “Hay un malestar extendido que cada vez se transforma más en resentimiento”, expresó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3). 

Juan Gabriel Tokatlian es sociólogo doctorado en la Universidad Johns Hopkins en Washington. Es uno de los analistas internacionales más reconocidos del país. Ha publicado libros y ensayos sobre la política exterior argentina y las relaciones entre Estados Unidos y América Latina.

Según los análisis, Kamala Harris no logró retener el voto latino. Estuvimos reflexionando durante el día sobre la frase que habla de “tirar la escalera una vez que uno ya subió”, en relación a los inmigrantes que votan a Trump, que está contra la inmigración. ¿Cuál es tu balance sobre lo que pasó ayer en Estados Unidos?

A ver, un punteo breve pero necesario de algunos aspectos a tener en cuenta. Uno de los términos que más se está usando es el de “triunfo contundente”, “arrollador”, de Trump. Creo que es una exageración. Si bien es real que ganó, y que sus números serán altos, hay que recordar que Trump obtuvo 71 millones de votos, mientras que en el 2020 perdió con 74 millones. Es decir que tuvo menos votos.

Si miramos el comportamiento del votante demócrata, lo de Kamala Harris fue francamente un colapso. Biden había obtenido 81 millones de votos en 2020, y Kamala está cerca de los 66 millones de votos. La pregunta inicial es si esto es reflejo de un desencanto, de un hartazgo con los demócratas, con ciertas políticas bajo ciertas condiciones, o es producto de un tipo de liderazgo descomunal, atractivo y novedoso, por parte de Trump. Yo creo más lo primero que lo segundo.

En segundo lugar, en la región estamos acostumbrados a pensar que solamente aquí hay volatilidad electoral. 

Por lo cual, desde el año 2018, salvo por los candidatos de un partido que suelen ganar —como el partido Colorado en el caso de Paraguay o una dictadura como la de Ortega, que gana tranquilamente todas las elecciones porque elimina a los candidatos— o lo que sucedió con AMLO, quien permitió que Claudia Sheinbaum fuera presidente. Salvo por esos tres ejemplos, los presidentes con disponibilidad para ser reelectos no lo fueron, y los presidentes que intentaron que su sucesor fuera del mismo partido tampoco lo lograron. Es decir, hay una altísima volatilidad en América Latina. Quizás esto también sea una señal en Estados Unidos.

En 2016, Obama no logró que Hillary Clinton triunfara; ganó claramente Trump, quien no pudo ser reelecto en 2020, perdiendo contra Joe Biden. A su vez, Biden no logró en 2024 que el Partido Demócrata mantuviera la presidencia. Entonces, creo que debemos tratar de explicar qué está en el fondo de esta enorme volatilidad que se observa a lo largo y ancho de este continente.

Finalmente, en cuanto a la desagregación de esta elección, me parece que hay algunos puntos notables a tener en cuenta. Simplemente, el Partido Demócrata hoy es un partido en el cual las mujeres son el grupo mayoritario: mujeres blancas, mujeres latinas, que han votado mayoritariamente por cuestiones de valores vinculadas a derechos, garantías y principios. 

Sin embargo, ha habido una pérdida del voto afroamericano masculino para los demócratas. No totalmente, pero una parte importante ha migrado hacia Trump. El voto latino y el voto asiático, tradicionalmente afines también a los demócratas —como se vio en la elección de Biden—, en esta ocasión estuvieron divididos, lo cual favoreció a Trump. El voto juvenil, que fue decisivo en la elección de Biden, también mostró menores niveles de participación y un cierto nivel de cercanía hacia Trump; no de manera masiva, pero significativa.


Donald Trump"El triunfo de Trump lo coloca en la cúspide de la 'internacional reaccionaria'. Ahora hay alguien en la cima, él ha vuelto."

Además, aquí tenemos el tema rural-urbano: los sectores rurales, muy empobrecidos, sin lugar a dudas votaron mayoritariamente por Trump, pero también se observó apoyo a nivel de las élites, ya que los magnates de Silicon Valley respaldaron a Trump para que, al llegar al gobierno, no impusiera regulaciones ni altos impuestos.

Entonces, hay aquí una transversalidad muy importante, que refleja que el descontento, al igual que en Argentina, no proviene de una sola clase, sino que es transversal: afecta a los de arriba, a los de en medio y a los de abajo.

Claudio Mardones: En este momento, Hezbollah lanzó misiles sobre Tel Aviv, y el escenario vuelve a centrarse en Medio Oriente. Se habla de que la victoria de Trump podría forzar un acuerdo de paz en la Franja de Gaza. ¿Lo ve posible?

Bueno, yo no tengo ninguna bola de cristal. Son conjeturas que no pasan de eso. Lo que sí diría son tres cosas. La primera, que me parece importante, es que Estados Unidos históricamente, y desde la Segunda Guerra Mundial en particular, ha tenido muy pocas, muy pocas relaciones "especiales": una con el Reino Unido y otra, entre otras, con Israel. 

Ahora bien, de manera no peyorativa, "el cliente" de Israel y el potente era Estados Unidos. Lo que sucedió con Biden, en particular, fue que él se convirtió en el cliente de Netanyahu. Entonces, en ese sentido, habrá que ver si, ahora con Trump reelecto, vendrá a querer imponerse sobre uno de los actores clave de todo el problema de Medio Oriente: el gobierno israelí.

Lo segundo que hay que tener en cuenta es que fue durante la administración Trump cuando Estados Unidos, de manera unilateral, se retiró del acuerdo llamado P5+1, de supervisión y verificación nuclear de Irán. Lo hizo Trump, deshaciendo un acuerdo que Obama había firmado en su momento en 2015. Desde entonces, incluido el gobierno de Biden, no ha habido ningún intento de mejorar, de acercarse o de buscar una solución pragmática en la relación con Irán.

¿Qué significa eso? ¿Qué impacto puede tener? ¿Significa que, para presionar eventualmente a Israel, le dará más espacio a Irán? No lo sé; no puedo asegurarlo de ninguna manera. Pero me parece importante tener en cuenta esa postura anti-iraní que Trump ha mantenido.

En tercer lugar, creo que la solución final a los problemas de Medio Oriente va a retomar, entre otros, la idea de los dos Estados. Y en ese sentido, me parece que este no es solo un tema de Medio Oriente frente a Medio Oriente, sino de Occidente frente a Medio Oriente. Todo lo que se ha articulado históricamente ya no se puede manejar de la misma manera. Lo que ha hecho Occidente en Medio Oriente es administrar el caos, un caos no creado por Medio Oriente, pero sí azuzado en muchos momentos. En este caso, le corresponderá una responsabilidad colectiva respecto al tema israelí-palestino.

Vos señalabas que había como un “magma” ideológico, en el que siempre gana la oposición, por decirlo de alguna manera, que hay una volatilidad y que prima el fastidio al que gobierna. ¿puede ser que haya otro elemento en común en un determinado tipo de políticos unidos en la CPAC, la convención conservadora? Meloni, Orbán, Bolsonaro, Milei, Trump, a pesar de que algunos son proteccionistas, otros liberales, a pesar de las diferencias ideológicas. ¿Qué es lo que los une? ¿Tiene que ver con este fenómeno?

Creo que tu pregunta es correcta, y la intentaré responder, pero antes quiero colocar un punto que me parece importante como telón de fondo. La crisis de la democracia en Estados Unidos es profundísima, y esta elección no resuelve dicha crisis. En el informe de este año de Gallup, en la encuesta, cuando se pregunta al ciudadano sobre su confianza en el Congreso, esta no supera el 9%. Si se le pregunta sobre su confianza en el mundo de los grandes negocios, apenas alcanza el 16%; y en cuanto a la presidencia, la confianza no supera el 26%. 

Aquí hay un problema profundísimo que, insisto, no creo que esta elección resuelva. Veremos si este proceso se transita en modo de turbulencia o en modo de caos. Dicho esto como trasfondo, paso a la segunda parte, que responde más directamente a tu pregunta.

Yo diría que lo que tenemos, en gran medida, es una insatisfacción frente a la democracia, un malestar extendido que cada vez se transforma más en resentimiento. Este malestar está ligado al colapso del pacto histórico para generar estados de bienestar. Hoy tenemos sociedades cada vez más desiguales, con el poder cada vez más concentrado. En Estados Unidos, por ejemplo, el 10% más rico posee el 65% de la riqueza. Esto sucede, con variaciones, en la mayoría de los países de Occidente, y en América Latina es categórico.

En este contexto, ha surgido en los últimos años lo que, en mi opinión, es una sintomatología de lo que menciono: el debilitamiento de la democracia y la profundización de la desigualdad. Han aparecido opciones radicales, en este caso, por la derecha. ¿Por qué? Porque el progresismo fue incapaz de generar un modelo, un modo, una modalidad, una esperanza, una expectativa o un proyecto alternativo tanto en materia de democracia como de desigualdad.

Es aquí donde irrumpe una derecha que yo califico como una suerte de "internacional reaccionaria". Como bien dices, los líderes visibles que hay en Europa, América Latina y Estados Unidos tienen orígenes distintos y provienen de historias diferentes. En algunos casos, usan partidos tradicionales; en otros, son outsiders; algunos son personalidades individuales, otros son parte de espacios amplios o de coaliciones de distinto tipo. Pero todos tienen elementos en común y son parte de una misma familia ideológica.

Comparten un criterio de rechazo a la posmodernidad, un regreso a cuestiones casi premodernas. Promueven la idea de que hubo un pasado mejor y de que el futuro debe retomarse porque el presente es negativo. Su propuesta se basa en un orden fundado en intereses muy particulares, en el cual los individuos juegan un papel clave. También comparten la sensación de que las instituciones deben ser superadas por acciones de fuerza, acciones que pongan en entredicho la vigencia del imperio de la ley y las reglas tradicionales de la democracia.

Creo que estamos en ese punto, y el triunfo de Trump en este caso lo coloca en la cúspide de la "internacional reaccionaria". Ahora hay alguien en la cima: él ha vuelto.

En la historia de los Estados Unidos, solo Grover Cleveland logró ser reelecto después de perder una elección para un mandato continuo. En el siglo XIX, fue el 22º presidente de los Estados Unidos y, luego, el 24º, siendo demócrata, dicho sea de paso.

Entonces, Trump se convierte en el segundo en la historia de los Estados Unidos en ser presidente, perder una elección y luego regresar. Hasta el momento, será el único republicano en lograrlo.

Aquí también hay una simbología en juego, una imagen, un imaginario que yo no llamaría "disruptivo", porque no sé por qué a estos líderes se les llama "disruptivos", lo cual realmente no significa nada. Son antisistémicos, abiertamente. Recurre a un lenguaje atroz y a prácticas que antes no se conocían, pero que son muy toleradas por la sociedad en general. Entonces, debemos volver al tema: ¿qué nos está diciendo la sociedad hoy que no estamos sabiendo interpretar bien?