Di Tella en los medios
La Nación
14/10/24

Nobel de Economía: cuál fue el aporte de Acemoglu, Johnson y Robinson, los ganadores de 2024

Por Esteban Lafuente

Darío Judzik, decano ejecutivo de la Escuela de Gobierno UTDT, destacó en La Nación los aportes teóricos de los ganadores del premio Nobel de Economía 2024.


Nobel de Economía: Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson fueron premiados “por sus estudios sobre cómo se forman las instituciones y cómo afectan a la prosperidad”. Nobel Price


Análisis sobre la desigualdad entre los países, el rol de las instituciones en el desarrollo económico y el crecimiento, los efectos de la innovación tecnológica sobre la distribución y la desigualdad son algunos de los aportes teóricos que le valieron a Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson el premio Nobel de Economía 2024.

Se trata de tres economistas que en diferentes trabajos académicos y de divulgación han investigado sobre diferentes mecanismos en los que las instituciones influyen en las capacidades de cada país para generar riqueza y desarrollo. Si bien se trata de temas o conceptos habitualmente discutidos en la agenda de investigación económica en las últimas décadas, los tres premiados hicieron aportes que buscan sistematizar y analizar este impacto, a través de modelos y evidencia empírica.

“Los galardonados de este año han aportado nuevas ideas sobre por qué existen diferencias tan grandes en la prosperidad de las naciones. Una explicación importante son las diferencias persistentes en las instituciones sociales”, informó la Real Academia de Ciencias sueca, al explicar por qué seleccionó a los ganadores.

“También han desarrollado herramientas teóricas que pueden explicar por qué persisten las diferencias en las instituciones y cómo éstas pueden cambiar”, agregaron.



Nobel de Economía: Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson fueron premiados “por sus estudios sobre cómo se forman las instituciones y cómo afectan a la prosperidad”. Nobel Price

El libro Por qué fracasan las naciones, publicado en 2012, es posiblemente la obra más conocida del turco Acemoglu, profesor en el MIT, y el británico Robinson, quien trabaja en la Universidad de Chicago. Allí popularizaron su análisis sobre las instituciones “extractivas” e “inclusivas”, que condicionan las capacidades de crecimiento y desarrollo de los países.

Según Darío Judzik, decano de la Escuela de Gobierno de la Torcuato Di Tella, los ganadores generaron un “aporte de largo impacto” que, además de la cuestión de las instituciones, se focalizó en el rol de la tecnología y los procesos de crecimiento de largo plazo.

“En todos los debates de desarrollo económico y crecimiento hay algo del ‘huevo y la gallina’. Por ejemplo, si vos tenés tecnología de avanzada, entonces crecés más, o si es porque sos rico que podés invertir más en tecnología. Ellos lo que propusieron fue un zoom out, y buscan el último factor exógeno real, para separarse de las cuestiones endógenas de la economía, y llegan a la generación de instituciones fundacionales de un país”, dice Judzik, sobre un aporte en el que los autores trabajaron en diferentes papers académicos, analizando fundamentalmente la historia moderna de algunos países y el rol de la colonización.



Daron Acemoglu es profesor en el MITCODY O'LOUGHLIN - NYTNS


“Eso no quita que haya factores macroeconómicos que empujan ese sendero de crecimiento, para bien o para mal, pero, en promedio y de largo plazo, sostienen que ese desarrollo lo explican las instituciones”, agrega el docente de UTDT .

Para Andrés López, titular de la cátedra de Desarrollo Económico en la facultad de Ciencias Económicas de la UBA y director del IIEP, el aporte de los ganadores del Nobel 2024 fue haber renovado el interés por el estudio del rol de las instituciones, un campo antes “relegado a politólogos o historiadores” y fuera del campo mainstream de la investigación en economía.

“Ellos no fueron los primeros en plantear que las instituciones importan para saber si los países son ricos o pobres, o crecen más rápido. Lo novedoso de su aporte es que tradujeron estas ideas expresadas en forma de teoría narrativa a modelos formales y en evidencia empírica que intenta ser creíble causalmente”, agrega López.

Eso se trasladó a la idea de las instituciones “extractivas” o “inclusivas”, concepto en los que Acemoglu y Robinson habían trabajado en algunos papers, que luego retomaron en su célebre libro de 2012. Este planteo analiza los efectos de la colonización, las instituciones creadas en ese momento y su impacto diferencial sobre el desarrollo y la prosperidad de los países desde entonces.

“Las extractivas, de forma muy general, son aquellas donde no se generan sistemas democráticos, o hay democracias limitadas, y donde los derechos de propiedad se concentran en una elite económica que extrae rentas y recursos del resto de la población. Si se desarrollan instituciones democráticas, donde se abre el camino a la participación de masas en toma de decisiones, en una economía donde se extiende el derecho de propiedad, son las ‘inclusivas’, que en su visión generarían consecuencias positivas sobre el desempeño de largo plazo”, resume López.



Un busto de Alfred Nobel en el Instituto Karolinska de Estocolmo. Henrik Montgomery - TT News Agency

El caso de Estados Unidos y la colonización del norte de ese país supone un caso de instituciones ‘inclusivas’, con un sistema democrático participativo y estable, con derechos laborales y mayor libertad económica. En cambio, la dinámica en América Latina desde comienzos del siglo XIX se incluye dentro del grupo de las ‘extractivas’, con derechos de propiedad y rentas concentradas, explotación de recursos naturales o minerales y democracias limitadas o débiles.

De hecho, el libro Por qué fracasan las naciones tiene menciones a la Argentina. “Un ejemplo clásico de crecimiento con instituciones extractivas, basado en la exportación agrícola, sin destrucción creativa ni innovación”, sostienen, al analizar las condiciones políticas y económicas durante el modelo agroexportador desde fines del siglo XIX. También critican la fragilidad institucional en los años de Perón (“Una democracia no pluralista”) y los años 90: “Las políticas económicas estaban diseñadas para dar ingresos a sus partidarios, no para crear igualdad de oportunidades. (…) Como muestra el ‘corralito’, el gobierno es bastante capaz de anular derechos de propiedad y expropiar a sus propios ciudadanos con impunidad”.

“Lo que plantean tiene tres claves. Primero, es cierto que los economistas creen que el crecimiento viene del capital humano, el progreso tecnológico y la inversión en capital, pero todo eso depende de factores últimos que hacen que haya más o menos progreso e inversión, y eso son las instituciones, las reglas de juego. Segundo, que esas instituciones se explican por procesos históricos, y que el origen pueden ser los procesos de colonización. Y tercero, que cuando las instituciones son disfuncionales para el crecimiento, pueden ser difíciles de cambiar, y por eso la persistencia de los países pobres”, resume López.

Según Judzik, el Nobel entregado también reconoce la trayectoria y los aportes e ideas de economistas que establecieron una agenda en el debate académico de las últimas décadas. “No hay quien haya trabajado o investigado temas de economía política y laboral y no haya usado algún argumento de Acemoglu en su investigación. La gente relevante usó esas ideas en la discusión, como apoyo o como crítica. Y así es la ciencia. Si genera ideas que te motivan a refutarlas, bienvenido, porque eso genera la discusión científica”, plantea el profesor de UTDT , al atender a señalamientos por lo “determinista” en la cuestión institucional del crecimiento económico de Acemoglu.

Además, Judzik destacó los aportes sobre el efecto de la automatización, el desarrollo tecnológico y la aplicación de la inteligencia artificial sobre el mercado laboral, desarrollados por Acemoglu y Johnson, también profesor del MIT y execonomista jefe del FMI. Muchas de estas ideas están comprendidas en el libro Power and progress, publicado en 2023.

“Acemoglu está preocupadísimo por la desigualdad y la marginación social que va a traer la aplicación masiva de la IA en los procesos productivos, y su impacto distributivo”, dice Judzik, quien retoma algunas de las ideas sobre el tema en Automatizados, el libro publicado este año junto a Eduardo Levi Yeyati.

“Hay quienes no somos tan pesimistas, pero creemos que está bien levantar la bandera roja, porque desde el Estado de bienestar moderno y la posguerra que el trabajo remunerado es el mejor distribuidor de las rentas, por capital y trabajo para simplificar. Y si hay menos trabajo remunerado y cambia la forma en que se remunera el trabajo, hay un impacto fuerte y una ausencia de redistribución”, concluyó.