Invitación al desbarajuste
Natalio Botana, profesor emérito UTDT, analizó el escenario político con miras a las elecciones del 22 de octubre.
Mariano Vior
La política suele decir verdades a medias. No sabemos si esos discursos son ciertos; lo que importa es que sean creídos. En estos días, ya en plena campaña electoral, estamos envueltos en ese juego que encubre una realidad lacerante.
Por el lado del candidato oficialista circulan verdades a medias y hechos cortados a medida de la ambición. Los más fragantes: echar por la borda lo poco que queda del orden fiscal, eliminando con media sanción en Diputados impuestos progresivos, mal llamados “a las ganancias”, y desconociendo acuerdos con el FMI. Son apuestas audaces de quien juega fuerte, que echarán más leña al fuego de una inflación incontenible.
Por el lado del que encabezaría el pelotón de los contendientes, según encuestas que se equivocan con insistencia, las verdades a medias se condensan en las consignas casta-dolarización, ambas condimentadas con insultos varios, y en el símbolo de la motosierra.
Estas son algunas señales que podemos observar en la superficie de esta campaña; pero, al echar alguna sonda bajo tanto ruido, las cosas tienen un tinte diferente. El candidato oficialista no hace más que recibir sopapos de lo que realmente cuenta más allá de las encuestas: los votos de la ciudadanía que se siguen expresando con bastante fidelidad.
La geografía del país está pues cambiando de color. Si, lo que está por verse, Juntos Por el Cambio (JxC) retiene hoy la gobernación de Mendoza, el kirchnerismo recorrerá un oscuro mes de septiembre.
Los rotundos fracasos en Santa Fe y en el Chaco denotan un profundo disgusto hacia el oficialismo. Empeñado en amortiguar estas derrotas, el Ministro de Economía y candidato recurre a viejos manejos, comprando indirectamente el voto con dádivas y beneficios momentáneos que la inflación terminará devorando.
Al mismo tiempo, el líder de La Libertad Avanza (LLA) impugna resueltamente a la democracia de partidos que representa la coalición de JxC. Venimos destacando este fenómeno en el mundo desde hace unos cuantos años y ahora comprobamos cómo irrumpe este candidato solitario preñado de antagonismo.
Todo en este tipo de democracia, centrada exclusivamente en candidatos sin partido ni legisladores suficientes, es repentino e imprevisto. Se desencadena así una aventura febril a la cual se suman dirigentes que están en disponibilidad.
¿Por qué esta arremetida que agrandan las encuestas y quienes anuncian un tsunami electoral? ¿Es acaso un destello o revela continuidades más sólidas? Ciertamente esta novedad reproduce el gesto furibundo – “¡Que se vayan todos!” – de hace un par de décadas cuando cundía el derrumbe de la convertibilidad.
No obstante, ello no invalida subrayar el severo límite que a estos liderazgos de ruptura impone la realidad. Porque si bien en la superficie de esta marea emerge la motosierra, en aguas más profundas hay movimientos desconcertantes.
En la campaña de 1983, Raúl Alfonsín denunció un pacto militar-sindical. ¿Qué pasaría en estos días si, tras unos infundios de los que ni el Papa Francisco se salva, no se estaría fraguando un pacto liberal-sindical?
Cualquier espectador atento a esa noble tradición de pensamiento advertiría, al respecto, una flagrante contradicción, aunque en esta Argentina nuestra, experta en improvisadores, no sería la primera vez en que contemplemos acrobacias en el trapecio.
Parecería pues que, en los lindes del colapso según proclaman los agonistas de turno, la tan mentada casta se diversifica. No está todo dicho en el campo sindical pues ya se anuncian discrepancias que cuestionan esas maniobras.
En cualquier caso, como aquella serpiente del cuento de Kipling, tan inteligente como astuta, el peronismo cambia de piel, se transforma y afronta nuevos desafíos.
¿Estaremos en vísperas de otra transformación en la cual LLA no sería un convidado de piedra? Difícil anticipar tal pronóstico. Lo único que por ahora podemos avizorar es que algunos vasos comunicantes existen para votar en el Congreso o para confirmar discretamente listas de diputados.
Estas especulaciones caerían en saco roto en una competencia en la segunda vuelta de noviembre entre Milei y Massa. En esta instancia, el choque binario anularía esos escarceos. ¿Qué ocurriría, en cambio, si hubiese una competencia entre Patricia Bullrich y Milei o Massa? Aquí las incógnitas se disparan, como también podrían cobrar más cuerpo esos arreglos que ahora se insinúan.
Si esta hipótesis tiene asidero, Patricia Bullrich no competiría en octubre con dos contendientes, sino contra uno solo: el kirchnerismo en busca de otra piel y explorando opciones inesperadas. Se debería soldar, entonces, lo que en las PASO de JxC estuvo separado.
Dado que la pasión y la racionalidad circularon por cuerda separada, ahora deberían marcar el perfil de un liderazgo capaz de combinar el coraje a cara descubierta, como se mostró en el Chaco, con la razón práctica del buen gobierno: un proyecto colectivo que fusione honradez, eficacia, experiencia bien ganada por dirigentes de peso y respaldo mayoritario en el Congreso para apuntalar tal esfuerzo.
Es fácil decir a los gritos que se va a demoler todo cuando en la trastienda se protegen privilegios. Para contrarrestar estas palabras es necesario transmitir ese mensaje apasionado de gobernabilidad, con el convencimiento de que no hay libertad (una palabra hoy tan gastada) sin república y no hay república sin democracia. A no perder ninguno de estos tres atributos.
Link: https://www.clarin.com/opinion/invitacion-desbarajuste_0_FBOpOeR3vS.html