Di Tella en los medios
Revista Ñ
27/03/23

Las mujeres que trenzaron la paz

La profesora de las Licenciaturas en Historia y en Ciencias Sociales escribió sobre las primeras mujeres de elite que emprendieron acciones pacifistas en Latinoamérica.

El siglo XIX latinoamericano se caracterizó por constantes enfrentamientos, redefiniciones de límites y disputas por el control de ciertas áreas entre las nuevas naciones que se habían emancipado de las metrópolis coloniales. En este contexto, tuvieron lugar varias instancias de definición de límites que llevaron a reuniones, peritajes y tratados de definición de fronteras. La historia diplomática y estatal ha dado cuenta de cómo se resolvían estos conflictos por medio de laudos y encuentros entre representantes estatales. Sin embargo, a la par de estas acciones, se generaban otras que partían de la sociedad civil y que sostenían campañas públicas para llamar a la confraternidad americana y mediar en estos conflictos.


Julieta Lanteri asistió al congreso de Zurich.


En estas iniciativas, la labor de mujeres americanas era destacada y se asimilaba a las de sus contemporáneas europeas. El rol de mujeres de elite que emprendieron acciones pacifistas antes de la Primera Guerra Mundial fue amplio, aunque no siempre se reconoce en las historias del pacifismo. Para casos europeos se cuenta con perfiles de mujeres que marcaron algunos “modelos” a seguir.

Es el caso, por ejemplo, de la suiza Marie Goegg-Pouchoulin, criada en un hogar socialista, que acompasó sus demandas por la mejora de las condiciones de la vida de las mujeres con la causa pacifista y fundó la Liga Internacional de la Paz y la Libertad (ILPF) a fines de la década de 1860 y propició la participación de mujeres en esta asociación.

Otro perfil destacado es el de Bertha von Suttner, primera merecedora del Premio Noble de la Paz en 1905. Su perfil respondía a ciertos rasgos: provenía de una familia militar, contaba con título de baronesa, había sido educada en círculos de sociabilidad cosmopolitas y logró hacerse un espacio en la escena del pacifismo internacional.

En 1890 publicó su libro ¡Abajo las armas! en el que narraba la historia de una mujer que había perdido numerosos familiares en diversos sucesos bélicos y se planteaba la necesidad de terminar con las guerras.

En América Latina, itinerarios de mujeres pueden parangonarse con los mencionados. Algunas acciones pacifistas quedaban superpuestas con las de mujeres que pertenecían a círculos católicos y que, desde allí, se deslizaban hacia un pacifismo laico.

Es el caso en Argentina de Ángela Oliveira Cézar, que fue la propulsora del proyecto de colocación del llamado “Cristo de los Andes” en el límite cordillerano entre Chile y Argentina y fundó la Asociación Sud-Americana de Paz Universal en 1908, la primera de su tipo en América Latina.

El accionar de esta mujer como embajadora de paz no fue encomendado por ningún nivel de administración estatal, pero contó con ecos internacionales que la convirtieron en una referente de los circuitos internacionales.

Por ejemplo, fue invitada, con gastos cubiertos, al Segundo Congreso Internacional de la Paz, realizado en Chicago en mayo de 1909, para participar en sus actividades. Aunque no concurrió, envió un discurso para que se leyera en el evento.


Candidata argentina al Nobel

También conoció el Palacio de la Paz de La Haya y difundió en el entorno de Andrew Carnegie sus ideas. Sus acciones de resonancia transnacional la convirtieron en la primera mujer nacida en América Latina candidata al Premio Nóbel de la Paz en 1910.



Marie Goegg-Pouchoulin fue de las primeras militantes pro la paz.

Perfiles como el de Oliveira Cézar convivían con otras expresiones femeninas del pacifismo como aquellas que se expresaban en el periódico anarquista La Voz de la Mujer (1896-1897), que vinculaban la guerra con los intereses del capitalismo y condenaban la condena que sufrían los niños del mundo al ser compelidos a ser soldados en guerras que nada tenían que ver con los intereses del pueblo.

A comienzos del siglo XX el perfil de las pacifistas con proyección internacional cambió y dejó de estar asociado estrictamente a de las mujeres de élite.

Como ha señalado Leila Rupp en su libro publicado en 1997, Worlds of Women: The Making of an International Women's Movement, algunas demandas asumieron expresiones transnacionales ampliadas y las mujeres comenzaron a demandar en distintas geografías mayor acceso a la política por medio del derecho al sufragio, pero también a manifestar la necesidad de contar con mayores ámbitos de acción en la vida pública.

Las formas de relación entre mujeres de distintas geografías y el intercambio de experiencias fue consolidando, paulatinamente, vínculos transnacionales que habilitaban la posibilidad de intercambiar experiencias por medio de correspondencias, revistas que publicaban traducciones de textos publicados en distintas latitudes, viajes a congresos, entre otras posibilidades.

Al calor de estas nuevas realidades, y catalizadas por los sucesos de la Primera Guerra Mundial, surgieron nuevas formas de expresión pacifista y antibeligerante. En tiempos del conflicto bélico, un movimiento de mujeres organizadas comenzó a tomar fuerza y a manifestarse con fuerza.

Sus demandas no eran homogéneas, algunas estaban bregaban simplemente por el fin de la guerra, pero no necesariamente bregaban por el pacifismo internacional. Otras, en cambio, articulaban sus demandas de finalización de la guerra con ideales de desarme y pacifismo.


Dos congresos históricos

Suelen mencionarse dos congresos realizados al calor de la guerra como los que definieron el perfil de pacifismo femenino. En 1915 se reunió el Primer Congreso Internacional de Mujeres en La Haya y se organizó el Comité Internacional de Mujeres por la Paz Permanente, que generó diversas resoluciones para alcanzar la paz entre naciones y llamaron a los gobernantes del mundo a poner fin a la guerra.

Cuatro años después, en Zurich, se reunió este comité y pasó a denominarse Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, organización que se mantiene hasta hoy y que se conoce por su sigla en inglés (WILPF).

Entre las mujeres reunidas en estos congresos predominaban los perfiles de universitarias europeas y norteamericanas que asociaron de manera estrecha los principios del feminismo con los del pacifismo y que consideraban que las mujeres eran actrices claves para garantizar la resolución de conflictos en los contextos de arbitraje internacional.

En la década de 1920, la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad bregó por conseguir que su red de acción se desplegara en países latinoamericanos. Como han mostrado Sandra Blasco y Carmen Magallón, en su libro Feministas por la paz (2020), las mujeres latinoamericanas abrazaron tempranamente las causas del sufragio y tuvieron conocimiento de las organizaciones internacionales, y figuras como la uruguaya Paulina Luisi tenían asidua comunicación con las referentes de las organizaciones internacionales.



Cecilia Grierson bregó por derechos femeninos.

Por su parte, mujeres como Julieta Lanteri aparecen mencionadas entre las asistentes al Congreso de Zurich. Ténganse en cuenta que en 1910 tuvo lugar en Buenos Aires el Primer Congreso Internacional de Mujeres, que fue parte de los eventos internacionales propiciados por la celebración del Centenario de la ruptura del lazo colonial en el que participaron figuras como Cecilia Grierson y se bregó por una mejora general de las condiciones de las mujeres en el país.

En la Sección de Sociología de las actas de ese congreso se ve una clara manifestación a favor del pacifismo, allí se lee: “El Congreso Femenino Internacional aboga por que todas las mujeres del mundo se unan para trabajar en favor de la paz universal y para que el principio de arbitraje se aplique tanto a las cuestiones internacionales, como a las que pudieran ser motivo de desafío, influyendo principalmente para que la educación de los niños se oriente en ese sentido”.

Este pasaje evidencia una apuesta por la paz en la que la educación de la infancia es clave para garantizar que las nuevas generaciones rechacen los principios de la guerra como resolución de conflictos.

Este tipo de manifestación da cuenta de cómo desde naciones latinoamericanas, las mujeres se involucraron en una sociedad civil transnacional con demandas compartidas e iniciativas comunes que adoptaban modulaciones particulares en cada espacio geográfico.


Simulacro de sufragio femenino realizado en Buenos Aires, organizado por Julieta Lanteri, Alicia Moreau, Elvira Rawson y otras compañeras, al cual acudieron más de 4000 porteñas.


Otras manifestaciones destacadas del antibelicismo tuvieron sus expresiones en la vida literaria latinoamericana y marcaron la época de entreguerras. Se destacan en este sentido poemas de la argentina Alfonsina Storni, como “Letanías de la tierra muerta” y de la chilena Gabriela Mistral, entre ellos: “Ronda de paz”, entre otros.

El período comprendido entre las dos guerras mundiales trajo nuevas características al movimiento pacifista femenino internacional. Como destaca Elda Guerra en su libro Il dolemma della pace. Femmniste e pacifiste sulla scena internacionales, 1914-1939 (2014), las tensiones entre patriotismo –o prioridades nacionales– y pacifismo internacionalista habían acompasado desde sus inicios los intercambios de la WLPF y los giros autoritarios que tuvieron lugar a escala global impusieron nuevas consignas transnacionales, como las del antifascismo, que en ocasiones articularon con discursos antibelicistas y abrían a un nuevo capítulo para la historia del pacifismo.