Di Tella en los medios
Infobae.com
28/11/21

Lucas Llach: “La Argentina tiene que tener un tipo de cambio único”

El profesor de la Licenciatura en Ciencias Sociales y la Licenciatura en Historia fue entrevistado sobre la economía argentina y sus indicadores.


"No es fácil manejar la economía argentina. Pero es imposible manejarla si uno no sabe a dónde quiere ir"

La economía argentina enfrenta por estos días una singular disociación entre los indicadores económicos relevantes: aumento del superávit de la balanza comercial y sostenida caída de las reservas en dólares en el Banco Central; recuperación del ritmo de actividad económica y aceleración de la inflación; aumento de los salarios y jubilaciones por sobre la tasa de inflación, según los relevamientos del Indec, y creciente disminución de la aceptación de la política del Gobierno, como se reflejó en las legislativas de medio término.

Frente a esa extraña realidad que reflejan los indicadores socioeconómicos, que se sintetiza en un apreciable aumento del índice de Riesgo País, Infobae entrevistó a Lucas Llach, doctor en Historia por la Universidad de Harvard, licenciado y posgrado de Economía en la Universidad Torcuato Di Tella, donde es profesor en el Departamento de Estudios Históricos y Sociales; y autor de los libros: El ciclo de la ilusión y el desencanto junto a Pablo Gerchunoff y Macroeconomía Argentina junto a Miguel Braun. Entre 2016 y 2018 fue vicepresidente del Banco Central de la República Argentina, donde lideró las políticas de digitalización financiera, y en 2019 fue vicepresidente del Banco de la Nación Argentina. En 2020 publicó el libro de no ficción Como Sapiens.

 La segunda mitad del gobierno de Alberto Fernández comienza con varios frentes en estado crítico: el socioeconómico, fiscal, monetario y excesos de regulaciones de precios y en el sector externo. En apretada síntesis, ¿Cuál es su diagnóstico?

— No es fácil manejar la economía argentina. Pero es imposible manejarla si uno no sabe a dónde quiere ir. ¿Quiere este gobierno un Estado más grande o más pequeño? ¿Más presión impositiva o menos? ¿Una economía más abierta o más cerrada? ¿Un Banco Central que se ocupe de la inflación o no? Ignoro estas respuestas, no sé si Alberto Fernández las conoce y menos sé si la coalición de gobierno puede contestarlas. Enfrentar una macro muy complicada sin tener un rumbo no puede tener resultados buenos.

 ¿El Presupuesto 2022 readaptado con previsiones y supuestos plurianuales -según anunció el Presidente se presentará antes del 10 de diciembre próximo- podrá leerse como un sustituto de un plan económico, más allá de su redacción?

— Es notable que Martín Guzmán, un estructuralista, haya instalado la idea hiperfiscalista de que el Presupuesto es el programa económico. Claro que es una parte, pero si además tiene hipótesis inverosímiles (como un financiamiento neto importante de “organismos internacionales” no identificados) no creo que aporte. Con 50% de inflación Juan Domingo Perón lanzó un programa de estabilización. Guzmán habló esta semana en las jornadas monetarias del BCRA no mencionó la palabra inflación. ¿Hay alguna idea de cómo enfrentarla, más allá de los gestos simbólicos de militantes en los supermercados?

“Es notable que Martín Guzmán, un estructuralista, haya instalado la idea hiperfiscalista de que el Presupuesto es el programa económico”

 ¿Para comenzar a equilibrar los desórdenes en los frente monetario y fiscal qué medidas iniciales sugeriría?

— Lo primero: tener un rumbo general. Luego, la Argentina tiene que tener un tipo de cambio único; como mínimo, o quizá -más tolerable para este gobierno- un tipo de cambio desdoblado, con un mercado legal y sin trabas para liquidar dólares de turistas, exportadores de servicios o quien quiere ahorrar en dólares o venderlos para hacerse un quincho. Tercero: ¿Cómo puede ser que la tasa de interés de política monetaria sea siempre 38% anual, independientemente de cualquier circunstancia? Se necesita alguna política monetaria; podemos discutir cuál pero tiene que ser alguna. Cuarto y más difícil: el Estado argentino recauda 6 pesos por cada 7 que gasta. Además de los derroches simbólicos pero módicos que marcan los libertarios, hay que enfrentar el tema de los subsidios a energía y transporte, que son más de la mitad del déficit fiscal.


"El Estado argentino recauda 6 pesos por cada 7 que gasta. Además de los derroches simbólicos pero módicos que marcan los libertarios, hay que enfrentar el tema de los subsidios a energía y transporte, que son más de la mitad del déficit fiscal"

 ¿Ve al equipo económico con grados de libertad, desde el punto de vista técnico, suficientes para tomar las medidas necesarias para lograr rápidos resultados de baja la inflación y pobreza?

— Yo no sé qué persona gobierna el país, y en un contexto así es imposible manejar la economía. Un amigo escribió “el gobierno de Beto es el gobierno del veto”, porque cada decisión tiene que pasar tanto filtros superpuestos que no fluye, como se vio en el episodio del subsecretario de Energía. Creo que, aunque estuviera ese margen de libertad, es difícil empezar a combatir la inflación (es decir, la pobreza) si estamos discutiendo si sirve o no la política monetaria. Yo no sé qué responde el ministro de Economía si alguien le pregunta qué está haciendo para intentar bajar la inflación.

 ¿El Banco Central debe coordinar su política monetaria y cambiaria con el Ministerio de Economía, o ser totalmente independiente?

— En primer lugar, debe garantizarse autonomía financiera, esto es, apagar rápido la maquinita de emitir para financiar al gobierno. En un esquema tradicional tipo metas de inflación, la independencia de decisiones es imprescindible, como mostró por las malas el 28-D en 2017 o recientemente Turquía, donde las intervenciones de Recep Tayyip Erdogan al Banco Central hicieron volar por los aires la lira. Es cierto, sin embargo, que es difícil plantear un programa de estabilización “de shock” como el que quizás va precisando la Argentina sin coordinación entre BCRA y el Ministerio de Economía.

“Debe garantizarse la autonomía financiera del BCRA, esto es, apagar rápido la maquinita de emitir para financiar al gobierno”

 Dada su experiencia como vicepresidente del BCRA ¿Por qué cree que rara vez la entidad no logró en su historia cumplir con su rol constitutivo de preservar el valor de la moneda y fomentar el crédito, para elevar el bienestar de los argentinos?

— La inflación no es como la gripe, que si no hacés nada normalmente se va, sino más bien como la gangrena, que si no hacés nada empeora. Una vez que estos procesos inflacionarios empiezan, ganarles requiere una terapia combinada que no es fácil de conseguir. Argentina sólo salió de la alta inflación por un tiempo largo dos veces en su historia: 1891 y 1991. Ambas experiencias tuvieron un componente de cambio institucional fuerte (prohibiendo emitir salvo para comprar divisas) y una política fiscal responsable. Esos componentes requieren coraje político y persistencia, mucho más en una sociedad demandante y movilizada como la actual.

 ¿El Directorio del BCRA comenzó a utilizar encajes bancarios en dólares para regular el mercado de cambios, según se desprende de las estimaciones generalizadas sobre la posición líquida de los activos externos propios?

— El dinero es fungible, de modo que (según lo que dicen los que siguen los números) el BCRA tiene más activos externos (incluyendo oro) que encajes de depósitos en dólares. De todos modos, la situación de reservas es preocupante. Y con este nivel de dólar comercial no se va a revertir sino al contrario.


"La situación de reservas es preocupante. Y con este nivel de dólar comercial no se va a revertir sino al contrario"

 Dados los recurrentes fracasos del BCRA para estabilizar los mercados monetario y cambiario ¿Qué piensa de algunas ideas de volver a legislar un régimen de convertibilidad de pesos por dólar según un set de monedas?

— Creo que hay que considerar seriamente algo similar a una convertibilidad contra monedas de la región. A diferencia de 1991, la Argentina tiene no menos de seis vecinos con monedas flotantes pero estables, cuyos movimientos son sincrónicos con los que necesitaría Argentina (depreciaciones cuando bajan los precios internacionales de las materias primas y sube el riesgo emergente). En un contexto así, el dólar se movería contra la moneda argentina para arriba o para abajo de manera moderada y en la dirección necesaria.

“Hay que considerar seriamente algo similar a una convertibilidad contra monedas de la región”

— ¿Qué piensa de las criptomonedas cómo medio de pago de curso legal y único, pero de modo virtual?

— Todavía falta para que se arme una “red de pagos” exitosa en cripto. En parte por la multitud de criptomonedas, en parte porque suelen usarse para pagos las monedas que son unidad de cuenta de los precios (el real en Brasil, el peso en Argentina y así) y en parte por un tema de costos de transacción. Pero creo que puede ocurrir, sobre todo en la medida en que empresas que ya tienen “red” (digamos, MercadoPago, que acaba de lanzar compra de critpto en Brasil) lo incorporen en sus aplicaciones. Sí me parece más cercano, y ya está ocurriendo, que quien tiene cripto pueda pagar con su celular o tarjeta y se acredite la moneda local al comercio.

 ¿Y de la dolarización de la economía, dadas las severas limitaciones para llevar a cabo política monetaria en un país donde se ha instalado el bimonetarismo: pesos para transacciones de consumo corriente; dólares para operaciones inmobiliarias y grandes bienes durables; y para acumular ahorros líquidos?

— Hay que mantener siempre la posibilidad de que las personas puedan hacer transacciones en la moneda que les guste, y es razonable que para grandes transacciones en Argentina se use el dólar. Pero no creo que convenga promover la dolarización de todas las transacciones (por ejemplo, está regulado el pago en pesos de salarios e impuestos). Obviamente, entiendo los beneficios, pero creo que hay una posibilidad superadora teniendo una moneda vinculada a la región y eventualmente flotante. Claro que no se puede descartar que, si el Estado argentino no logra resolver este problema, la sociedad argentina vaya inclinándose al dólar para más transacciones y para fijar precios, especialmente si la tecnología financiera lo facilita.


"Si el Estado argentino no logra resolver este problema, la sociedad argentina vaya inclinándose al dólar para más transacciones y para fijar precios, especialmente si la tecnología financiera lo facilita"

 Según las primeras medidas e iniciativas del gobierno tras el resultado de las elecciones de medio término ¿Qué cabe esperar en 2023 y 2024, volverá a sembrarse un campo minado para el próximo presidente?

— Ya son muchos años de kirchnerismo y sabemos que en la medida que pueden siempre prefieren posponer los problemas, especialmente si resolverlos requiere algún esfuerzo. Creo que el Gobierno aspirará a chapotear en el pantano, esto es, enfrentar lo mínimo posible los problemas como el inflacionario, el de tarifas, el déficit fiscal o el cepo con dólar atrasándose. Sin embargo, creo que la situación de 2023/24 será distinta a la de 2015/16. La sociedad va a estar más cansada, con casi doce años de estanflación encima (casi tantos como entre el Rodrigazo y el inicio de las reformas de los 90) y posiblemente con una situación bastante más inestable que entonces. Eso abrirá una ventana para tratar de resolver todos estos temas recurrentes de un modo más sustentable; pero no será fácil, cualquiera sea el color del gobierno al que le toque.

“Creo que el Gobierno aspirará a chapotear en el pantano, esto es, enfrentar lo mínimo posible los problemas como el inflacionario, tarifas, déficit fiscal o el cepo”

 ¿Una reflexión final?

— Este año les pedí hacer a mis alumnos de Di Tella como trabajo final un “Programa Económico 2023″. Un ejercicio que creo que tienen que hacer los economistas y políticos de Argentina, no sólo como cuestión técnica (que no es fácil porque los escenarios son imprevisibles) sino también para construir una visión e ir compartiéndola con la sociedad y los factores de poder. En el mundo de hoy la conversación pública tiene un rol importantísimo y creo que llegar a consensos mayoritarios en esa conversación pública termina siendo más importante para el éxito de las políticas que las Moncloas y pactos de cúpula que tanto se proclaman.

Fotos: Gustavo Gavotti