Para economista de la Fed: “Guzmán es boicoteado por la propia coalición gobernante”
Juan Pablo Nicolini, exrector UTDT y profesor de las Maestrías en Economía y Econometría, fue entrevistado sobre las políticas de la Reserva Federal de Estados Unidos y la coyuntura económica de Argentina.
Pablo Nicolini, economista del Departamento de Investigación del Banco de la Reserva Federal de Mineápolis
Juan Pablo Nicolini es una voz autorizada. Experto en economía monetaria y fiscal, trabaja desde 2009 en el Departamento de Investigación del Banco de la Reserva Federal de Mineápolis, una de las 12 instituciones regionales que conforman el Sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos, mejor conocido como "la Fed". Durante una entrevista con Bloomberg Línea, aseguró que el ministro de Economía, Martín Guzmán, "pelea contra molinos de vientos" y que es "es boicoteado por la propia coalición gobernante".
Crítico de la ausencia de un plan económico explícito en la Argentina, ha sido investigador invitado del Banco de Portugal y del Banco Central Europeo, y, entre 2001 y 2009, fue rector de la Universidad Torcuato Di Tella ( UTDT ), donde fundó el Departamento de Economía. Nicolini, entre otras varias definiciones, aseguró que si estuviese en el lugar del ministro de Economía Guzmán, "renunciaría".
El economista es además coautor de La historia monetaria y fiscal de América Latina 1960–2017, que saldrá a la venta en octubre de este año. Es uno de los tres libros que recomienda, junto con Volcker: el triunfo de la perseverancia, en el que William L. Silber relata la historia de Paul Volcker, uno de los protagonistas en la victoria de los Estados Unidos contra la inflación, y Sapiens, de Yuval Noah Harari.
El especialista aclara que sus opiniones son individuales y no representan la postura oficial de la Fed de Minneapolis. De todas formas, son las mismas que emite estando en reuniones oficiales del organismo, sostiene.
A continuación una transcripción editada sobre la charla que mantuvo con Bloomberg Línea:
-Bloomberg Línea: ¿Cuál es su opinión respecto a la percepción de un desfasaje entre la postura de la Fed de postergar el tapering y mantener la tasa, y algunos indicadores económicos evidentemente preocupantes, como el de la inflación?
-Juan Pablo Nicolini: Creo que el Fed está haciendo lo que hay que hacer. Celebro la decisión de tomar con mucha cautela estos últimos indicadores. La política monetaria, aun cuando está muy bien diseñada, no tiene la capacidad de controlar la inflación a niveles de frecuencia tan alta como meses o trimestres. Lo que consigue hacer es mantener la inflación cerca de su objetivo en períodos largos. Pueden ser perfectamente movimientos de ajuste derivados de tasas de inflación particularmente bajas durante la pandemia, o reajustes del gasto resultado de los lockdowns. Si este diagnóstico está equivocado y vemos que estos indicadores altos duran un año más, la Fed tiene todas las herramientas para controlarlo.
-Hay reconocidos inversores que no ven ninguna posibilidad de un cambio de política desde la Fed sin que se genere un efecto significativamente adverso en los mercados. ¿Cómo ve el panorama en el momento que se cambie de dirección?
-Tenemos decenas de países que hacen cosas muy parecidas a la Fed, incluida nuestra región. Y cuando la inflación empezó a subir en esos países los bancos centrales adoptaron medidas sin ninguna consecuencia grave para el sector real. Por supuesto que frena un poco la expansión que está llevando adelante la suba de los precios, pero si uno mira los efectos reales no hay ningún problema mayúsculo. En Estados Unidos cuando se subió la tasa sustantivamente después de la recesión del 2001, con la subida de tasas hasta el 2007, tampoco hubo ningún efecto particularmente notorio sobre la economía. Yo soy completamente contrario a aseveraciones tan contundentes porque nunca pasó.
-Bajando a la Argentina: ¿qué implicaría para el país esa decisión de la Fed de subir la tasa?
-La Argentina está aislada de los mercados internacionales. La posibilidad de crédito es una quimera para el Estado y es de enorme dificultad para el sector privado, con lo cual no veo que vaya a afectar gran cosa.
-Mirando proyecciones de crecimiento económico, Argentina sería en 2021 el país que menos recuperará PBI en relación a lo perdido en 2020. ¿Cuánto de eso se debe a haber llegado a la pandemia tras dos años de recesión, y cuánto a desaciertos en la gestión económica durante la crisis?
-Argentina enfrenta la pandemia en una recesión, pero fundamentalmente con un Estado quebrado, que ha hecho default varias veces desde que yo empecé a estudiar economía, y no tiene absolutamente ninguna credibilidad para poder pedir prestado y gastar. En situaciones como esta es donde uno necesita un Estado como en varios países de América Latina.
No es la culpa de esta gestión en particular, ni siquiera de la anterior. Es un problema que arranca en la década del 70 y que no se termina de curar. Después hubo algunos errores, en particular lo largo y lo profundo de las primeras restricciones de aislamiento cuando el virus todavía no circulaba. Lo peor para mí es que no hay un plan económico. Eso frena decisiones de inversión privada.
La percepción es que cuando el ministro de Economía, que es un buen economista, trata de armar un plan, termina siendo boicoteado por la propia coalición gobernante. No sé si hay otros países fuera de Venezuela en la región donde haya tanto emprendedor o emprendedora pensando en irse del país. Y es porque no hay un futuro previsible.
-No había otra opción que emitir, y sin acceso a los mercados internacionales, eso implicó un aumento notable del stock de Leliqs y Pases, que hoy suman más que la base monetaria. ¿Qué representa eso en el desafío de contener la inflación?
-El tema es que paga una tasa alta. Lo único que hace es empeorar la situación fiscal a futuro. Lo que Argentina no resuelve desde hace décadas es un gobierno que gasta más de lo que recauda de manera genuina. Y eso es una enfermedad crónica en la Argentina que tuvo sólo dos períodos donde los síntomas mejoraron, que fue entre el 1991 y el 1999 y entre 2003 y 2008. Desde el 60 en adelante todo el resto han sido períodos donde el Estado gasta más de lo que recauda.
-¿Cómo se trabaja esa solvencia con los niveles de pobreza que tiene la Argentina? ¿Se puede pensar en recortar el gasto en un momento como este?
-Hay muchos países bastante más pobres que no tienen este problema fiscal. No es que la pobreza te lleva a desajustes fiscales. Es no tener una visión y políticas de Estado de mediano plazo que sean sostenibles. Segundo, estos déficits crónicos han hecho que la Argentina tenga crisis tras crisis en los últimos 40 años.
Argentina es un país que no era pobre. Era de clase media en el mundo, y a partir de usar mal las “tarjetas de crédito” por parte del Estado se transformó en una economía mucho peor. Hoy están bajando el Impuesto a las Ganancias. Es el único impuesto realmente progresivo y este Congreso con ayuda de la oposición acaba de bajar ese impuesto. Hay muchos subsidios a la clase media, a las clases altas, que no se cortan. Y esto es demagogia.
-¿Cómo llega el Gobierno a la renegociación con el FMI, después de un año de pandemia, de haber ajustado por un semestre y ahora aumentando el gasto antes de las elecciones?
-Los números fiscales de la primera mitad del año han sido muy buenos. Las retenciones han sido altas por los precios de los commodities, y el déficit fiscal ha sido bastante más bajo de lo que cualquiera imaginaba en octubre del año pasado. Bajo esas circunstancias uno podría decir que están dadas las condiciones para una conversación razonable que le ahorre al país bastante dinero. Pero la política y la ideología dominan la discusión y eso imposibilita un acuerdo, porque uno tiene que plantear una estrategia, y esa estrategia no existe.
Si yo fuera Guzmán, bueno, si fuera Guzmán renunciaría, pero si no, lo que haría es tratar de ganar tiempo por un año, que es lo más que se puede hacer porque cualquier compromiso que pase ese año hoy no es creíble. El Fondo también sabe que en las campañas se gasta más, y lo tienen en cuenta cuando hacen sus planes. Es ponerlo sobre la mesa y tenerlo mínimamente bajo control.
-¿Cuáles son los componentes de ese plan que hoy no está?
-Nadie le pediría a la Argentina que tenga superávit fiscal entero el año que viene viniendo de un déficit del 10%. Lo que debería haber es una proyección de cómo van a ser los números fiscales, con una cierta correlación en cuánto va a ser la recuperación económica, cuál va a ser la política monetaria que va a acompañar esas metas, y no mucho más que eso. Lo que falta es poner la voluntad política, alinear a la sociedad argentina detrás de eso, y convencer a los acreedores.
Este Gobierno tiene la ventaja de que en la oposición hay mucha gente que estaría dispuesta a acordar. No sé si todos, pero una buena parte. Simplemente no se ve ninguna voluntad, por parte del gobierno, de construir ese Excel, que Guzmán lo tiene, de tomar ese Excel, llevarlo adelante y transformarlo en un proyecto político.
-Dijo que si fuese Guzmán renunciaría. ¿Por qué?
-Porque me parece que está peleando contra molinos de viento. Un plan económico sin apoyo político es eso, es un Excel. Si me llaman para hacer algo pero después no lo hacen, me voy. Otros se pueden quedar y seguir peleando. Pero por eso dije, si yo estuviera en su lugar me iría, no digo que él tenga que renunciar.
-¿Qué tiene que suceder para que el sector privado vuelva a generar empleo y a demandar crédito?
-Si hubiera una percepción de que hay una política básica de superávit fiscal y orden monetario, no hace falta mucho más. Después uno podría discutir un montón de distorsiones más microeconómicas que hay. Yo creo que esas son de segundo orden. Por hoy el efecto de primer orden es el desorden macroeconómico, la falta de reglas, porque el Estado quiebra entonces las tiene que cambiar.
Las reglas estaban muy claras entre 1991 y 1999/2000, las reglas estaban muy claras entre el 2003 y el 2009. Eran bien distintas, pero estaban claras. Y fueron dos períodos donde a la economía argentina le fue muy bien, donde había superávit fiscal y orden monetario.
-¿Es posible una salida de los controles de cambios antes de las próximas elecciones presidenciales de 2023?
-Posible es. Si después de estas legislativas hubiera un acuerdo entre Gobierno y oposición por estas reglas básicas fiscales y monetarias, que no creo que lo haya, eso se podrían liberar los controles antes del 2023. Pero me parece que no está dentro de los planes de la coalición gobernante salir de los controles. Son los que los pusieron hace 10 años y los que los reforzaron cuando los puso el gobierno anterior cuando estaba de salida.
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