Natalio Botana: “Me desconcierta la opción geopolítica del Gobierno”
El profesor del Doctorado y la Maestría en Historia opinó sobre el escenario político argentino.
Natalio Botana. "La democracia argentina hoy no es una democracia de partidos sino de candidaturas y de coaliciones", dice el politólogo.
¿Cómo impactó la pandemia en los sistemas políticos de Latinoamérica?
La pandemia es un acelerador de las condiciones estructurales positivas y negativas. En Estados Unidos, luego del momento oscuro y deprimente de Donald Trump, se dio una aceleración científico tecnológica al punto de estar en condiciones de inundar con vacunas a todo el planeta. La situación para América Latina es muy negativa. Como ocurría con el ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial, tiene dos frentes: se ha acelerado la debilidad institucional de las democracias y la desigualdad económica.
¿En todos los casos?
En el continente latinoamericano hay diversidad y condiciones permanentes. La desigualdad no sólo se da en aquellos países que en principio parecían naciones exitosas como Chile durante la Concertación sino que también en países con sistemas más débiles como Perú. Paraguay enfrenta la pandemia de modo pavoroso. Brasil está aquejado por un populismo de derecha muy marcado. En Venezuela y Nicaragua el populismo ya ha degenerado en repudiables autocracias.
¿Y en Argentina?
Francamente me desconcierta la opción geopolítica del gobierno. Se volcó hacia China y Rusia y hacia ese vector está inclinando su política exterior. Tiene una visión muy poco inteligente y abierta hacia los beneficios que pueden prestar las democracias en el mundo. El síntoma más elocuente es que hoy la Argentina carece de las vacunas producidas en los Estados Unidos. Y menos mal que tenemos las vacunas de AstraZeneca que compensan un poco esto.
Pasemos al plano interno. ¿Cómo ha reaccionado el gobierno de Alberto Fernández?
En el caso argentino, la insuficiencia institucional se manifiesta a través de una falta de reglas y procedimientos propios de la legitimidad republicana. Argentina tiene un populismo a medio hacer: la primera etapa del populismo Kirchnerista fue derrotada en las urnas. El propio gobierno de Cristina Fernández de Kirchner lo aceptó, aunque cometió el error de presentarse en la transmisión de mando para legitimar plenamente la alternancia. En Argentina la pandemia ha profundizado la polarización. Esta polarización excesiva ha sido generada más por el propio gobierno que por la oposición. Hay una concentración excesiva que reduce la capacidad de acuerdo y hace crecer los extremos.
En este contexto, también el país atraviesa un año electoral, ¿qué está en juego?
Es muy simple: lo que está en juego es el equilibrio del sistema político argentino. Es fundamental mantener el equilibrio existente en la Cámara de Diputados y procurar que la hegemonía que se ha armado en la Cámara de Senadores sufra, si es posible, algunos recortes. Quiero insistir mucho en este punto: la democracia argentina hoy no es una democracia de partidos sino de candidaturas y de coaliciones, en un país donde la tradición coalicionista es muy débil.
"Esta polarización excesiva ha sido generada más por el propio Gobierno que por la oposición", afirma Botana.
Con un gobierno de coalición…
El gobierno actual unificó las corrientes peronistas, con crecientes tensiones internas y el debilitamiento de la autoridad presidencial. En la Cámara de Senadores se ha impuesto la coalición de la vicepresidenta, que representa retóricamente un progresismo anclado en las clases más desfavorecidos del conurbano y las oligarquías más reaccionarias del interior. Es evidente: la presidencia provisional del Senado está en manos de un distrito hegemónico y reeleccionista como Santiago del Estero y la Jefatura del bloque de Senadores también está en manos de otra provincia hegemónica y reeleccionista como Formosa. Hay un problema muy complicado para la coalición de gobierno, una paradoja. El presidente está sometido a presiones que lo llevan a dislocar su discurso a un rumbo aventurado e incomprensible que lo llevan a atravesar niveles de desligitimación muy pronunciados.
¿Qué rol juega la oposición en tiempos de pandemia y polarización política?
Cuando se dispone de los recursos del Poder Ejecutivo Nacional y de las “cajas”, la posibilidad de disciplinamiento es mayor que la que tiene una coalición que tiene que funcionar de manera más horizontal. Este es un mensaje muy claro a la oposición: tiene que tener una capacidad de consenso altamente desarrollada en este momento porque de la unidad de la oposición depende recuperar el equilibrio del sistema político argentino.
¿Hay lugar entonces para cuestiones estructurales en este contexto?
La situación económica está sufriendo enormemente en el plano de la pobreza y en el del empleo. Esto refleja un problema gravísimo para la Argentina: el achicamiento de la clase media. Aquel país que yo conocí en mi juventud y madurez que se vanagloriaba de tener la clase media más grande de América Latina hoy esta sufriendo el desagravio de las políticas de decadencia que nos agobian desde hace por lo menos dos décadas.
¿Qué escenarios puede imaginar para el 2022?
Como politólogo atento a la historia en general no hago estos ejercicios. Una victoria de la coalición oficialista profundizaría las políticas de la decadencia. Ello puede significar problemas muy serios como cuellos de botella de exportación y la gran debilidad histórica de la Argentina -la fiscal- pese a la presión impositiva que en este momento tenemos en los sectores de más altos ingresos. Si hay un rendimiento razonable de la oposición y hay equilibrio en el sistema político entonces viene el gran desafío de la Argentina.
¿Cuál es ese desafío nacional?
El país no puede salir de un ostensible fenómeno de declinación histórica. No es la declinación del gobierno de Fernández, ni del gobierno de Macri, ni del gobierno de los Kirchner: viene de arrastre es uno de los dramas que no ha podido resolver nuestro querido régimen democrático desde 1983. Y de una declinación de este tipo no se sale sino a través de políticas de concertación muy serias. Que no miren a las soluciones mágicas del corto plazo sino a las soluciones racionales y razonables del mediano y largo plazo. El equilibrio en el sistema político sería un llamado a recuperar el estilo del centro político, de convergencia y de acuerdo sobre políticas de fondo que hay que mantener, aunque haya costos. Pero a la clase política le cuesta mucho afrontarlos.
Perfil
Natalio Botana es profesor emérito de la Universidad Torcuato Di Tella, Miembro de número de la Academia Nacional de la Historia y de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas; y Miembro del Círculo de Montevideo y del Foro Iberoamérica.
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