Lenguaje inclusivo: ¿Moda, política o una lucha más contra la desigualdad?
Karina Galperín, directora de la Maestría en Periodismo LN/UTDT, fue consultada acerca del uso del lenguaje inclusivo. "Hay gente que se siente incómoda ante cualquier cambio lingüístico (...) porque le incomoda el cambio en sus hábitos", sostuvo la especialista.
Chicas, chicos, chiques, chic@s, chicxs. Algunos lo usan de forma naturalizada, a otros les cuesta e intentan incorporarlo aunque se equivoquen, y otros tantos lo rechazan casi con repulsión. Lo cierto es que lo que se denominó como "lenguaje inclusivo", tanto en la forma escrita como en la hablada, interpela y deja en evidencia las desigualdades y las exclusiones de un universo que ha sido regido por siglos por el orden binario y el poder machista.
El mundo está cambiando de a poco y cada paso de las luchas del feminismo y los movimientos por la diversidad sexual y de género, son de un esfuerzo inmenso. El lenguaje inclusivo que cobró protagonismo en el último tiempo entre los más jóvenes, que se rebelan contra lo establecido en favor del crecimiento, la evolución y la igualdad, no es una moda, no es un capricho y no es una imposición como algunos creen. Más bien es la búsqueda de un futuro distinto a lo que se conoce hasta el momento, y es la forma que encontraron para incluir a todos los géneros que existen sin juzgar y sin prejuicios, y para poder arrancar del lenguaje al masculino como única representación de lo genérico.
"El lenguaje inclusivo es una intervención del discurso público que busca crear en el auditorio consciencia acerca de la persistencia de una injusticia social", definió en diálogo con Crónica y a modo de postura personal, el lingüista y lexicólogo Santiago Kalinowski, director del Departamento de Investigaciones Lingüisticas y Filológicas de la Academia Argentina de Letras.
Para Kalinowski, el lenguaje inclusivo no es un cambio lingüístico porque no sucede de manera inconsciente, sino que es un "fenómeno retórico" discursivo. "Es uno de los rasgos salientes de la configuración discursiva que rodea la lucha por la igualdad en la sociedad", aseguró.
"El inclusivo es una forma de expresar una posición política, de denunciar una situación de injusticia y de tener una herramienta discursiva que se ponga al servicio de la creación de consensos para que contribuyan al mejoramiento de las reglas sociales, de las leyes y de las prácticas, que en este momento son desiguales y que hoy favorecen al hombre", dijo Kalinowski.
Para el lingüista, cuando aparece el uso de la "e", el "@", o la "X", se expresa un posicionamiento político. "Anima a la persona que lo escucha a considerar ese posicionamiento político, a entender que detrás hay una denuncia de una situación de injusticia, y lo anima a interactuar con esa situación", expresó.
Desde que surgió el uso del lenguaje inclusivo, la Real Academia Española (RAE) no legitimó, ni avaló su uso. La institución cultural que se dedica a la regularización lingüística mediante la promulgación de normativas dirigidas a fomentar la unidad idiomática entre o dentro de los diversos territorios que componen el mundo hispanohablante, expresó: "El uso de la @ o de las letras 'e' y 'x' como supuestas marcas de género inclusivo es ajeno a la morfología del español, además de innecesario, pues el masculino gramatical ya cumple esa función como término no marcado de la oposición de género".
Para muchos, esta argumentación de la RAE es suficiente para oponerse a su uso y desde ese lugar critican o desestiman tanto su legitimidad como sus objetivos porque su implementación "no está aprobada oficialmente".
"Hay que olvidarse de la palabra oficial cuando se trata de la lengua. Porque la lengua está en los hablantes, y es ahí el único lugar donde está. No emerge de una institución, no hay alguien que la oficializa y no hay un organismo que autoriza a los hablantes a codificar determinada estructura sintáctica en sus mentes, es al revés", explicó Kalinowski y agregó: "Es en la gramática que tenemos en la mente donde reside la lengua, no está en otro lado. Las gramáticas que se publican, que se escriben, lo que intentan hacer es describir aquello que está en la mente de los hablantes".
Para el director del Departamento de Investigaciones Lingüisticas y Filológicas de la Academia Argentina de Letras es muy improbable "por ahora" que el lenguaje inclusivo se convierta en un cambio lingüístico, y "no hay antecedentes de reglas gramaticales que se hayan cambiado por decisión consciente" de un grupo de hablantes. "En Argentina lo intentaron con el 'voceo' y fracasaron estrepitosamente", dijo.
Según su conocimiento, el origen de esta intervención al que hasta el momento se lo denominó como lenguaje inclusivo, es contra "el sexismo codificado en la lengua". Esto significa que a lo largo de los milenios las lenguas fueron codificando un masculino genérico. "Tenía que ver con el rol de los hombres o el macho de la especie en el ordenamiento social. A lo largo de miles de años el hombre, el macho o el varón acapararon absolutamente todos los espacios, distribuyeron todos los bienes valiosos y mantuviendo un monopolio del poder en la sociedad. Eso hizo que se codificara un masculino neutro, algo que fue el corelato gramatical de ese ordenamiento social", explicó Kalinowski.
"Si los seres humanos creamos una sociedad absolutamente igualitaria, algo que está a años luz de suceder, pero si la creamos y mantenemos esa sociedad absolutamente igualitaria durante cien, doscientos, trescientos o quinientos años, por ahí se empiezan a crear las condiciones para un probable cambio gramatical, porque esos son los tiempos del los cambios gramaticales", concluyó el académico.
Karina Galperín, profesora de la Universidad Torcuato Di Tella, no siente que el nombre adecuado de esta nueva forma sea ´lenguaje inclusivo'. "Le agrega a algo que es un cambio gramatical, un sentido moral, ético o ideológico. que opacó la discusión de algo que además de ser ideológico para algunos o algún tipo de reivindicación para otros, también responde a un problema práctico que tiene que ver con la mayor visibilidad o participación de las mujeres y las diversidades en la esfera pública", explicó a Crónica.
"A veces nos resulta incómodo, impreciso o confuso usar el masculino genérico, para grupos que no están compuestos exclusivamente por hombres y genera confusiones. Y está esta nueva forma que yo preferiría llamar ´el tercer género', para darle un nombre más descriptivo y neutro, y que no pueda ofuscar o despertar animosidades en un espíritu que para mi es equivocado", explicó.
Para Galperín quienes usan el lenguaje inclusivo o 'el tercer género´como ella lo llama, no pertenecen a un grupo o bloque "compacto y coherente" como tampoco pertenecen a un bloque "compacto y homogéneo" quienes se oponen. "Me parece que hay gente que lo adoptó y hay gente que no lo adoptó, o bien se opone por razones muy diferentes".
Entre los que se oponen, para Galperín, están aquellos que cree como el grupo mayoritario, que son quienes no están acostumbrados y se resienten a todo uso en la lengua que no sea el de costumbre ."Hay gente que se siente incómoda ante cualquier cambio lingüístico, que es algo que pasa muy a menudo en la lengua, porque le incomoda el cambio en sus hábitos y esa gente busca argumentos para justificar algo que es una mera incomodidad", dijo.
Para la profesora de la Di Tella, también están los que se oponen por razones ideológicas, como los que se posicionan en contra de la militancia feminista, "que también es muy amplia y muy variada", como también los que son "profundamente conservadores" que están en contra de cualquier cambio y contra "el feminismo en un sentido general".
"Todavía hay gente que se resiste al desdoblamiento como ´señoras y señores', que es lo que más se usa. Y otros a la 'x', al 'arroba' y a la 'e', de modo que estamos lejísimo de haber elegido los hablantes de la lengua una forma, todavía no existe ningún uso establecido. No tengo idea si se va a establecer el uso del tercer género, pero es maravilloso ser testigo de ese proceso de resultado incierto", concluyó.
Para Graciela Morgade, decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), hablar de varones y mujeres contribuye a una mirada binaria sobre la realidad, cuando "las subjetividades y los cuerpos sexuados en la realidad no son binarios, y hay muchas más posibilidades".
"El lenguaje no es sólo una vía de comunicación, sino que también contribuye a la propia generación del conocimiento, del pensamiento y de la subjetividad", expresó Morgade a este medio y agregó: "Hay una hipótesis de que el lenguaje no es neutral en la construcción de sujetos. Y que poder nombrar a las identidades que están ocultas debajo del genérico masculino, también es una manera de darles visibilidad y darles existencia".
Por esta razón, para la decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, el lenguaje inclusivo es una búsqueda, un intento de que el lenguaje español que usamos de cuenta de "la diversidad de sexo genéricas" que existen.
"Muchos de los que se oponen, lo hacen usando el argumento de que la RAE no autoriza una forma de hablar con la letra "e" en el plural, o porque este lenguaje inclusivo estaría siendo usado por una pequeña comunidad, y que esto atentaría contra la forma de comunicación. Pero en realidad hay un antifeminismo y una reacción a la que hoy llamamos 'homolesbobitravtransodiante', es decir el odio a la disidencia sexual como posición política", explicó Morgade.
La decana, que además es profesora e investigadora, y que desde hace más de 32 años milita en temas de género y educación, sostiene que se implemente el uso formal del lenguaje inclusivo en todas las instituciones educativas, depende de que la RAE en algún momento lo acepte. "Pero la RAE que es de la realeza, muy académica y muy española, no va a ceder tan fácilmente".
Aunque hasta el momento la RAE no lo apruebe, su uso en las instituciones educativas en la Argentina podría ser también posible dependiendo de cada uno de los establecimientos y de sus decisiones. "En un proyecto institucional trabajado con el equipo directivo, con el equipo docente y junto a la comunidad educativa, se puede establecer que esa escuela o facultad en particular, adopte esa búsqueda lingüistica que tiende a no excluir a ninguna identidad de sexo, y eso creo que es posible mediante un acuerdo institucional", concluyó la decana.
Mientras que el 24 de junio, se informó que la vice directora Carolina Gutiérrez de la escuela Manuel Blanco Encalada de Junín, en la provincia de Mendoza, debió abandonar su cargo luego de que los padres de varios alumnos elevaran sus quejas por considerar que el uso del lenguaje de la docente era político e ideológico cuando se refirió a ellos con "Buenos días a todos, todas y todes." y habló de "Chicos, chicas y chiques", el pasado 7 de agosto, la Facultad de Ciencias Sociales de laUBA aprobó mediante una resolución el uso del lenguaje inclusivo dentro de la institución académica.
Por otro lado, el nuevo director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado, se mostró en declaraciones públicas a favor del lenguaje inclusivo, aunque en octubre del año pasado, el anterior titular de la institución, Arturo Pérez Reverte, aseguró que el uso de la 'e' era "discriminatoria". La RAE se mantiene hasta el momento en contra de reconocer al lenguaje inclusivo.
A pesar de las distintas posiciones de las diferentes instituciones como así también de las distintas opiniones de los diferentes grupos de personas, ya tengan una postura ideológica de izquierda o de derecha, feminista o machista, tolerante o intolerante, les sea cómodo o incómodo su uso, será el tiempo quien dirá si algo que comenzó a gestarse en estos tiempos, será un cambio lingüístico en el futuro. Lo que define a la inclusión y a la igualdad no sólo se define por el uso de una forma de lenguaje, sino también por quienes lo impulsan, lo defienden y lo transmiten. Son también sus intenciones, sus actos y sus formas de tratar al otro lo que los define. Y por suerte, de esos nunca faltan.
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