Educación sexual, un reclamo unánime
"En la mayoría de las escuelas la ley de educación sexual integral, que es de 2006, no se aplica. Algunas de gestión privada se escudan en extrañas convicciones. Pero en las escuelas de gestión pública, en las laicas, en las progre, tampoco está resuelta esta deuda", advierte la directora del Área de Educación de la Di Tella.
Lara tiene 17 años, lleva un pañuelo verde atado a su mochila y corre para alcanzar el colectivo que la llevará a la escuela. En la esquina está Lucía que tiene 16 y su mano aprieta el pañuelo celeste en el bolsillo de la campera mientras camina para llegar a su escuela. Esta mañana fría de agosto se cruzaron en el barrio sin verse. A la nochecita volverán a cruzarse en la Plaza de los dos Congresos, aunque tampoco se verán porque la plaza está dividida. Ambas, aunque cantaron allí consignas irreconciliables, comparten un mismo punto de encuentro: el derecho a la Educación Sexual Integral. En esa causa van juntas.
La educación sexual en las escuelas es sumamente necesaria. Dibujo: Vior.
Entre los pañuelos verdes y los celestes, manifestación cromática de visiones profundamente divergentes, el reclamo por Educación Sexual Integral es unánime. Es probable que bajo ese paraguas conceptual se incluyan representaciones muy diversas, pero en este punto no cabrían las ambigüedades. La educación sexual integral ya es ley y debe cumplirse.
Hace casi 12 años, en octubre de 2006, se sancionó la ley de Educación Sexual Integral (ESI), que en el artículo primero sostiene: “Todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada (...) entiéndase como educación sexual integral la que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos”.
Concentracion de la FUBA en el Obelisco a favor de la despenalizacion del aborto. FOTO MARTIN BONETTO
Sin embargo, según estudios recientes, sólo dos de cada diez alumnos de escuelas secundarias públicas y privadas de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires reciben educación sexual integral en las aulas. Por su parte, el Ministerio de Educación Nacional destinó el año pasado sólo $ 7 por alumno por año para la implementación de la ley, lo que es absolutamente insuficiente para cubrir la capacitación docente, los materiales, la realización de jornadas con especialistas, entre otras necesidades requeridas para una educación de calidad.
En la mayoría de las escuelas la ley no se aplica. Algunas de gestión privada se escudan en extrañas convicciones, pero en las escuelas de gestión pública, en las laicas, en las progre, tampoco está resuelta esta deuda.
Las causas de esta promesa incumplida son variadas. En primer lugar, la mayor parte de las instituciones no asume la definición de un Proyecto Institucional de ESI que impacte de manera transversal no sólo en los contenidos curriculares sino en toda la experiencia escolar. Por eso, cuando existen actividades educativas sobre el tema son intermitentes, informales, aisladas, suelen surgir a partir de conflictos o situaciones de embarazo adolescente y normalmente se trata desde la perspectiva biologicista, en ese afán de reducir el deseo y la complejidad de lo humano a la mecánica de los cuerpos despojados de historia.
Dos jóvenes se abrazan el 15 de junio, en frente al Congreso cuando el proyecto de ley que autoriza la interrupción voluntaria del embarazo obtuvo la media sanción en Diputados. Foto: Maximiliano Ramos/ZUMA Wire/dpa.
Tampoco los docentes suelen estar preparados. La educación sexual requiere que los docentes, además de información actualizada y científicamente fundamentada, tengan altas capacidades comunicativas y sensibilidad hacia los temas de género o de violencia por ejemplo. No se trata de una capacitación teórica. Tampoco se puede resolver con cursos masivos on line. Se requiere una formación sofisticada que permita a los docentesdeconstruir sus estereotipos y prejuicios para encarar una tarea verdaderamente profesional.
Además no existe supervisión escolar sobre este tema. Si bien la ley obliga a la implementación de ESI, los ministerios de educación no supervisan su cumplimiento. En algunos colegios son los propios alumnos quienes se han organizado para abordar este tema, en una suerte de “coeducación” cuya pertinencia y calidad puede resultar dudosa. Es decir, no sólo no se cumple la ley, tampoco se sanciona su incumplimiento.
Los debates parlamentarios sobre la despenalización del aborto, más allá del resultado, han puesto de manifiesto un cambio social cualitativo que no tiene retorno. Los jóvenes encarnan ese cambio y, en las calles, en las aulas, en las casas, empujan, todos juntos, por su derecho a la educación sexual integral. ¿Vamos a dejarlos solos y a los gritos?
Una joven que se manifiesta contra el proyecto de ley que autoriza la interrupción voluntaria del embarazo. Plaza de los dos Congresos. Foto: Maximiliano Ramos/ZUMA Wire.
La educación sexual integral es, sobre todo, educación ciudadana. Es siempre “educación para decidir”, para ser más libres, más responsables, más felices. La educación sexual integral es un tema de educación pública y por lo tanto las escuelas, sean de gestión privada o estatal, deben abordarlo.
La ley dice que la ESI debe incorporarse en el marco del proyecto y las “convicciones” de cada escuela. Y aquí no corresponde apelar a ninguna cláusula de conciencia porque las “convicciones” nunca pueden ir en contra de los derechos de los niños, las niñas y adolescentes a educarse.
Que la Educación Sexual Integral que ya es ley, sea realidad.
Claudia Romero es directora del Area de Educación, Torcuato Di Tella.
Link: https://www.clarin.com/opinion/educacion-sexual-reclamo-unanime_0_HJQ_URur7.html