Con China, hacia una relación más pragmática
El reciente viaje del presidente Macri a China nos recuerda que las relaciones internacionales no son ni esencia objetiva ni pura subjetividad. No son ni física ni psicología. Muchas veces toca transitar por el andarivel de lo intersubjetivo, donde el conocimiento tiene un carácter social compartido. Así, el significado mismo de las acciones humanas deja de ser descriptivo y pasa a ser constitutivo. El cambio de gobierno en nuestro país está cambiando el vínculo con China.
Económicamente, la relación con Beijing experimentó su crecimiento bajo una demanda sostenida y una capacidad de financiamiento alta. Políticamente, eran tiempos de ascenso de los países emergentes en el plano global, de la “nueva izquierda” en el plano regional y de las administraciones Kirchner en el ámbito nacional. China fue -en consecuencia- interpretado en clave reivindicativa. El gigante asiático permitía la autonomía y garantizaba la independencia. Era el aliado de movimientos políticos antiimperialistas, la alternativa al “yugo yanqui”, un actor para un triángulo estratégico de balance a Washington.
Los cambios en la concepción del otro (China) responden a los cambios en las coaliciones de intereses e identidades que están teniendo lugar en la región. Hoy, la llegada de gobiernos liberales a la región está redefiniendo el marco interpretativo dentro del cual se da la relación con China.
Estas nuevas coaliciones de economía política internacional interpretan el interés nacional de una manera distinta. La línea constructivista de análisis en las relaciones internacionales sostiene que los intereses están íntimamente relacionados con la identidad y deben corresponder a ella. Los intereses nacionales no pueden tomarse como dados y dejar de lado su proceso de formación. China de este modo no sería ya una alternativa del Sur para contrapesar la asimetría con el Norte. Más bien sería un socio más dentro de un concierto pragmático de socios. No constituiría un modelo de gobernabilidad política con el cual aliarse sino una estructura económica con la cual complementarse. Curiosamente, esta línea es más cercana a la percepción que de sí mismos tienen en Beijing: hace tiempo que quieren exportar autos y computadoras más que revolución.
La República Popular no solamente constituye ya un socio comercial y financiero preeminente. Será crecientemente un actor internacional alrededor del cual se posicionarán los actores políticos internos. Amigo o enemigo, competitividad o extractivismo, socio o rival, oportunidad o amenaza, complementariedad o reprimarización, panda o dragón. La manera de comprender a China será también un indicador de la forma en la que leamos el mundo, además de revelar el lugar que estamos buscando para nosotros en él. Es parte de la lógica del ascenso de los grandes poderes, como ocurrió en el siglo XIX con Gran Bretaña y en el XX con los Estados Unidos. Como esas grandes potencias en el pasado, China será para la Argentina lo que nuestros gobiernos hagan de ella.
Mariano Turzi es profesor de Relaciones Internacionales y Director del Depto. Asia de la UTDT
Link: http://www.clarin.com/opinion/China-relacion-pragmatica_0_1649235207.html