1/06/15
China en AL: Nuevos desafíos a la integración regional
Por Mariano Turzi
Debates: China en América latina, ¿qué supone?
Una estrategia internacional consisten fundamentalmente en saber interpretar los cambios internacionales y sintonizarlos a nivel del interés nacional. No podemos olvidarnos que “el” interés nacional es en realidad lo que las propuestas y plataformas políticas definen. Por eso, en un año electoral, es apropiado exigir a los candidatos definiciones con respecto a la relación con China. Durante esta década, el vínculo dio ganancias. Pero ese ciclo está cumplido. Se abre ahora una nueva etapa. Es momento de hacer las preguntas incómodas. Las perspectivas para la República Popular China serán diferentes. El modelo de desarrollo económico cambió drásticamente a partir de la crisis de 2009. La tendencia es hacia mayor consumo interno en un contexto de urbanización donde 50 mil personas por día pasan del campo a la ciudad. La presión sobre recursos naturales (agua, tierra, alimentos) y servicios (vivienda, electricidad, residuos) no tiene precedente por magnitud y velocidad. El Primer Ministro chino Li Keqiang cerró su gira latinoamericana anunciando inversiones por 250.000 millones de dólares en 10 años. ¿Es sostenible económicamente? ¿Es viable políticamente? ¿Quiénes son nuestras contrapartes? La mayoría de la dirigencia política y empresarial desconoce el funcionamiento interno de China, la articulación entre Estado y mercado o entre el gobierno y el Partido. Peor, no le interesa. Se necesita invertir en el conocimiento como activo para llevar a la mesa de negociación con China. Lo mismo con nuestros otros socios y aliados, competidores y rivales. ¿Conviene negociar como Argentina, como MERCOSUR o como CELAC? En Brasil, el premier Li anunció a línea férrea transoceánica que unirá el océano Pacífico con el Atlántico. ¿Cómo impacta el proceso de integración latinoamericano? ¿Podemos pensar en bloque con países como Brasil, Estados Unidos y Australia en temas agroalimentarios, como una “OPEP de la soja” para apalancarnos al negociar con China? El mundo no ofrece oportunidades; las naciones se las construyen maximizando contextos favorables para solidificar desarrollos nacionales perdurables. El resultado final dependerá de las voluntades y capacidades de los sectores público y privado para transformar las oportunidades en fortalezas. La ignorancia y la inoperancia también pueden transformar riesgos en amenazas. El desafío no es el desconocimiento sobre el mundo o sobre China. Es la desorientación sobre la propia Argentina. Ni los que ejercen el gobierno ni los que pretenden hacerlo parecen ser conscientes de la magnitud del efecto que los acuerdos firmados por el gobierno de la presidenta Cristina Kirchner tendrán –sean reforzados o repudiados- sobre el futuro del país. ¿A quién sirve la relación con China? ¿Qué sectores y actores ganan? ¿Quiénes pierden? En esto se juega el modelo de desarrollo económico, la estabilidad política y bienestar social del país. El consenso interpartidario, la coherencia gubernamental, la coordinación público-privada y la conexión pensamiento-política pública son esenciales. Falta institucionalización del vínculo para fijar cursos de acción y patrones de conducta para atravesar tiempos de bonanza y de turbulencia. Falta acceso a la información y transparencia. Incorporar a los diferentes sectores sociales permite sincerar las disputas y anticipar conflictos de intereses, como el innecesario cortocircuito con la UIA. Hoy no hay una instancia que permita desactivar una escalada de conflicto en el vínculo bilateral. La Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional debería al menos haber abierto una discusión sobre el impacto de la presencia de China en la renovación de la infraestructura ferroviaria. ¿Se está recreando un modelo extractivista reprimarizador, un nuevo “andamiaje institucional del coloniaje”? ¿O se están potenciando las ventajas de la transferencia tecnológica en el marco de la cooperación Sur-Sur? Es arriesgado mantener relaciones con la primera economía global con improvisación y sobre la base de los imperativos de la inmediatez. En el mundo del siglo XXI, el azar es un lujo que costará caro.
(*) Profesor de Relaciones Internacionales y Director del Programa Asia Pacífico de la Universidad Torcuato Di Tella
(*) Profesor de Relaciones Internacionales y Director del Programa Asia Pacífico de la Universidad Torcuato Di Tella