27/03/14
Rompiendo paradigmas
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El modelo que desde hace años rige al mundo de los negocios está cambiando y ya no alcanza con la mera búsqueda del beneficio económico, sino que apunta a un desarrollo sostenible. Esta es, al menos, la conclusión que se infiere del análisis de 20 especialistas en materia de sustentabilidad.
Atrás está comenzando a quedar la lógica del mercado que posicionaba al beneficio económico en el lugar protagónico y que trazaba firmes líneas divisorias entre Estado, empresa y sociedad. En su lugar, comienza a imponerse -lentamente en un principio, pero tomando ya más vigor- una dialéctica distinta, en la que las fronteras que distancian a las instituciones clásicas son menos claras y el lugar de privilegio lo ocupan el desarrollo sostenible, el cuidado del medio ambiente y el mejoramiento de la calidad de vida de la comunidad en su conjunto. Determinados momentos muestran esta transición con especial claridad, como es el caso de situaciones de emergencia como la que se vivió en abril de 2013 con las inundaciones en La Plata. Como describe Juan Carr, fundador de Red Solidaria, en tales circunstancias -y cada vez en forma más fluida-, "los límites de esta división entre mundo social, Estado y empresa se borran y quienes forman parte de estos sectores trabajan juntos, sin divisiones ni diferencias". Pero no sólo en los momentos críticos se hace visible este cambio de paradigma. Sucede también en el interior mismo de las empresas, en el rol que comienzan a adquirir sus líderes y en el modo en que desarrollan sus negocios. "En algún lugar del camino, las empresas se alejaron de las necesidades de la sociedad y alcanzar un beneficio económico pasó a ser la ley primera", señala Matías Kelly, director General de Ashoka Argentina, Uruguay y Paraguay. Sin embargo -destaca-, "en los últimos años, se están creando nuevos modelos de negocios que parten de una mirada distinta". Y añade: "Algunos empresarios descubrieron una nueva forma de dar valor a su empresa, que no pasa necesariamente por cuánto dinero queda a fin de año, sino por recuperar un rol como líderes de impacto social positivo". En este sentido, apuntan Christian Tiscornia Biaus y Juan Cruz Zorzoli, presidente y director Ejecutivo (respectivamente) de la Asociación Civil Amartya, "el desafío empresarial de esta generación ya no es encontrar oportunidades de rentabilidad en el mercado actual, sino crear mercados que sistemáticamente reconozcan y premien prácticas de negocios que sean social y ambientalmente responsables". En este tránsito hacia la sostenibilidad, advierten ambos especialistas, "las empresas no pueden estar solas", sino que se necesitan trazar alianzas estratégicas con las organizaciones de la sociedad civil y el sector público para alinear intereses, definir políticas de producción sustentable y encontrar incentivos concretos para reducir la huella ecológica de la producción y el consumo.
Ejes de la estrategia
¿Qué implica esta nueva lógica de negocios para la estrategia empresarial? Implica, en palabras de Constanza Gorleri, presidenta del Grupo de Empresas y Fundaciones, y gerente de Responsabilidad Social Corporativa de Banco Galicia, que la Responsabilidad Social Empresaria (RSE) y las fundaciones "dejan de ser simplemente la cara social de las empresas y se trasforman en el área clave para facilitar procesos, administrar riesgos y capitalizar oportunidades". No extraña entonces que Alfredo Pagano, socio líder de la práctica de Sostenibilidad de Deloitte, ponga el acento en que uno de los principales desafíos que deben superar las organizaciones es entender que "sustentabilidad y gobierno corporativo no son dos conceptos independientes y que, por lo tanto, cuando se habla de uno, se está hablando del otro". En este sentido, destaca Luis Piacenza, socio a cargo de Sustentabilidad en Crowe Horwath, "2013 fue sin duda el 'punto de derrame' de la sustentabilidad con un enfoque de management y, recién en estos días, el mundo empresarial está digiriendo sus primeros bocados". Dicho de otro modo, "atrás quedó el discurso de lo social, lo económico y lo ambiental como cosas separadas; el desafío es resolver los problemas que se plantean para todas las variables en simultáneo". Este nuevo enfoque, es importante mencionar, no sólo forma parte de la vida empresaria puertas hacia adentro, sino que incluye también a los componentes de la cadena de valor.
Tal como expone Arturo Acevedo, presidente de Acindar y del Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible (CEADS), al correrse el foco del 'qué' al 'cómo' se produce el bien o servicio que la empresa ofrece, comienzan a cobrar creciente relevancia las prácticas implementadas en los distintos eslabones de la cadena productiva, algo por lo que la empresa 'ancla' es responsable ante la sociedad. Por otra parte, y también como consecuencia de este proceso de transición, el rol de los profesionales a cargo de las áreas de RSE o sustentabilidad comenzó a adoptar cada vez más importancia en la vida corporativa hasta llegar hoy, en muchos casos, incluso a participar de las decisiones estratégicas del negocio.
Esto sucede porque son ellos quienes, en palabras de Florencia Salvi, gerente de Sustentabilidad de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en la Argentina (AmCham), "promueven repensar el rol de la empresa, desafiando mecanismos de producción, poniendo la mirada en el largo plazo y en su responsabilidad como actor fundamental del desarrollo sustentable del país".
Negocios inclusivos
Este nuevo contexto, sin embargo, no sólo se caracteriza por empresas que, ya estando establecidas en el mercado, reformulan sus estrategias para adaptarse a él, sino también por la aparición de nuevas modalidades corporativas que se crean con el propósito expreso de afrontar desafíos ambientales, culturales, políticos o comunitarios. Este es el caso de los negocios inclusivos, emprendimientos que, como describe Jaqueline Pels, directora del Espacio de Negocios Inclusivos de la Universidad Torcuato Di Tella, buscan romper con la dicotomía 'lo social o los negocios' para plantear 'lo social y los negocios'. "Nuevos términos como "negocios de impacto", "empresas B" y "negocios sustentables" se agregan al concepto de negocios inclusivos, impulsado desde distintos ámbitos", explica, a su vez, Gabriel Berger, director del departamento de Administración y del Centro de Innovación Social de la Universidad de San Andrés. "Más allá de las denominaciones y de sus diferencias, no hay dudas acerca de la irrupción de nuevas formas institucionales y modelos de negocios que buscan transformación y cambio aprovechando la dinámica de los mercados y apelando a herramientas de empresariales", añade.
Los desafíos que aguardan
Ahora, si bien los primeros signos de transición son evidentes, quedan muchos desafíos por enfrentar para que la consolidación de este nuevo paradigma sea posible. Sumado a la integración definitiva de la gestión sustentable a la estrategia, rutina operativa y administración de riesgos de las empresas, uno de los más apremiantes es dar respuesta al deterioro del medio ambiente. "Cualquier actividad que produce gases de efecto invernadero enfrenta este dilema: maximizar los resultados de la producción individual sin la internalización de los costos de mitigación de dichas emisiones y, a la vez, la socialización del deterioro del recurso común, en este caso, la atmósfera", explica al respecto Marcelo Iezzi, líder de la practica de Desarrollo Sostenible de PwC Argentina. Y advierte: "El manejo de recursos comunes ha sido y continúa siendo un tema en el que toda la sociedad aún tiene mucho por hacer y por aprender". Otro de los desafíos a superar se vincula con el financiamiento, ya que -como afirma Santiago Mazzeo, country director de NESsT, en relación a la escasez y fragmentación que caracterizó a las donaciones en la última década— "si bien hay un interés en el apoyo a las primeras etapas del desarrollo empresarial de impacto, los donantes no están aún listos para proporcionar un apoyo mayor". Problemáticas sociales como la desnutrición infantil y la educación, entre otras, exigen también urgente atención. "La educación es una semilla maravillosa, pero, como toda semilla, necesita un sustrato donde sembrarse y el sustrato ideal es un cerebro intacto, estimulado y alimentado adecuadamente", afirma el doctor Abel Albino, creador de la Fundación Conin, en su enumeración de las cinco acciones que deberían ser políticas de Estado para hacer de la Argentina una gran nación. Enfocado también en la educación, Juan Manuel Ojea Quintana, coordinador de Programas de Educación Ambiental de la Fundación Vida Silvestre Argentina, destaca que "es hora de un cambio en las escuelas" que incluya "desde qué se está enseñando hasta cómo se lo está haciendo". Por último, es menester reparar en la asimetría que hoy existe en las oportunidades comunicacionales de la RSE, dificultad que -para Luis Ulla, director Ejecutivo del Instituto Argentino de Responsabilidad Social Empresaria (IARSE)- muchas veces no pasa por un deseo de la empresa de no hacerlas visibles, sino por una incapacidad de la sociedad de ver también lo invisible. "Desde la práctica de todos los sectores y profesionales, deberíamos adoptar también un cierto criterio que nos ayude a construir una nación integrada: por cada visible, deberíamos salir a buscar y dar acceso a un invisible", remarca Ulla. Y concluye: "La RSE puede ser esa nueva oportunidad y en eso estamos trabajando". Un cambio de paradigma.
Atrás está comenzando a quedar la lógica del mercado que posicionaba al beneficio económico en el lugar protagónico y que trazaba firmes líneas divisorias entre Estado, empresa y sociedad. En su lugar, comienza a imponerse -lentamente en un principio, pero tomando ya más vigor- una dialéctica distinta, en la que las fronteras que distancian a las instituciones clásicas son menos claras y el lugar de privilegio lo ocupan el desarrollo sostenible, el cuidado del medio ambiente y el mejoramiento de la calidad de vida de la comunidad en su conjunto. Determinados momentos muestran esta transición con especial claridad, como es el caso de situaciones de emergencia como la que se vivió en abril de 2013 con las inundaciones en La Plata. Como describe Juan Carr, fundador de Red Solidaria, en tales circunstancias -y cada vez en forma más fluida-, "los límites de esta división entre mundo social, Estado y empresa se borran y quienes forman parte de estos sectores trabajan juntos, sin divisiones ni diferencias". Pero no sólo en los momentos críticos se hace visible este cambio de paradigma. Sucede también en el interior mismo de las empresas, en el rol que comienzan a adquirir sus líderes y en el modo en que desarrollan sus negocios. "En algún lugar del camino, las empresas se alejaron de las necesidades de la sociedad y alcanzar un beneficio económico pasó a ser la ley primera", señala Matías Kelly, director General de Ashoka Argentina, Uruguay y Paraguay. Sin embargo -destaca-, "en los últimos años, se están creando nuevos modelos de negocios que parten de una mirada distinta". Y añade: "Algunos empresarios descubrieron una nueva forma de dar valor a su empresa, que no pasa necesariamente por cuánto dinero queda a fin de año, sino por recuperar un rol como líderes de impacto social positivo". En este sentido, apuntan Christian Tiscornia Biaus y Juan Cruz Zorzoli, presidente y director Ejecutivo (respectivamente) de la Asociación Civil Amartya, "el desafío empresarial de esta generación ya no es encontrar oportunidades de rentabilidad en el mercado actual, sino crear mercados que sistemáticamente reconozcan y premien prácticas de negocios que sean social y ambientalmente responsables". En este tránsito hacia la sostenibilidad, advierten ambos especialistas, "las empresas no pueden estar solas", sino que se necesitan trazar alianzas estratégicas con las organizaciones de la sociedad civil y el sector público para alinear intereses, definir políticas de producción sustentable y encontrar incentivos concretos para reducir la huella ecológica de la producción y el consumo.
Ejes de la estrategia
¿Qué implica esta nueva lógica de negocios para la estrategia empresarial? Implica, en palabras de Constanza Gorleri, presidenta del Grupo de Empresas y Fundaciones, y gerente de Responsabilidad Social Corporativa de Banco Galicia, que la Responsabilidad Social Empresaria (RSE) y las fundaciones "dejan de ser simplemente la cara social de las empresas y se trasforman en el área clave para facilitar procesos, administrar riesgos y capitalizar oportunidades". No extraña entonces que Alfredo Pagano, socio líder de la práctica de Sostenibilidad de Deloitte, ponga el acento en que uno de los principales desafíos que deben superar las organizaciones es entender que "sustentabilidad y gobierno corporativo no son dos conceptos independientes y que, por lo tanto, cuando se habla de uno, se está hablando del otro". En este sentido, destaca Luis Piacenza, socio a cargo de Sustentabilidad en Crowe Horwath, "2013 fue sin duda el 'punto de derrame' de la sustentabilidad con un enfoque de management y, recién en estos días, el mundo empresarial está digiriendo sus primeros bocados". Dicho de otro modo, "atrás quedó el discurso de lo social, lo económico y lo ambiental como cosas separadas; el desafío es resolver los problemas que se plantean para todas las variables en simultáneo". Este nuevo enfoque, es importante mencionar, no sólo forma parte de la vida empresaria puertas hacia adentro, sino que incluye también a los componentes de la cadena de valor.
Tal como expone Arturo Acevedo, presidente de Acindar y del Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible (CEADS), al correrse el foco del 'qué' al 'cómo' se produce el bien o servicio que la empresa ofrece, comienzan a cobrar creciente relevancia las prácticas implementadas en los distintos eslabones de la cadena productiva, algo por lo que la empresa 'ancla' es responsable ante la sociedad. Por otra parte, y también como consecuencia de este proceso de transición, el rol de los profesionales a cargo de las áreas de RSE o sustentabilidad comenzó a adoptar cada vez más importancia en la vida corporativa hasta llegar hoy, en muchos casos, incluso a participar de las decisiones estratégicas del negocio.
Esto sucede porque son ellos quienes, en palabras de Florencia Salvi, gerente de Sustentabilidad de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en la Argentina (AmCham), "promueven repensar el rol de la empresa, desafiando mecanismos de producción, poniendo la mirada en el largo plazo y en su responsabilidad como actor fundamental del desarrollo sustentable del país".
Negocios inclusivos
Este nuevo contexto, sin embargo, no sólo se caracteriza por empresas que, ya estando establecidas en el mercado, reformulan sus estrategias para adaptarse a él, sino también por la aparición de nuevas modalidades corporativas que se crean con el propósito expreso de afrontar desafíos ambientales, culturales, políticos o comunitarios. Este es el caso de los negocios inclusivos, emprendimientos que, como describe Jaqueline Pels, directora del Espacio de Negocios Inclusivos de la Universidad Torcuato Di Tella, buscan romper con la dicotomía 'lo social o los negocios' para plantear 'lo social y los negocios'. "Nuevos términos como "negocios de impacto", "empresas B" y "negocios sustentables" se agregan al concepto de negocios inclusivos, impulsado desde distintos ámbitos", explica, a su vez, Gabriel Berger, director del departamento de Administración y del Centro de Innovación Social de la Universidad de San Andrés. "Más allá de las denominaciones y de sus diferencias, no hay dudas acerca de la irrupción de nuevas formas institucionales y modelos de negocios que buscan transformación y cambio aprovechando la dinámica de los mercados y apelando a herramientas de empresariales", añade.
Los desafíos que aguardan
Ahora, si bien los primeros signos de transición son evidentes, quedan muchos desafíos por enfrentar para que la consolidación de este nuevo paradigma sea posible. Sumado a la integración definitiva de la gestión sustentable a la estrategia, rutina operativa y administración de riesgos de las empresas, uno de los más apremiantes es dar respuesta al deterioro del medio ambiente. "Cualquier actividad que produce gases de efecto invernadero enfrenta este dilema: maximizar los resultados de la producción individual sin la internalización de los costos de mitigación de dichas emisiones y, a la vez, la socialización del deterioro del recurso común, en este caso, la atmósfera", explica al respecto Marcelo Iezzi, líder de la practica de Desarrollo Sostenible de PwC Argentina. Y advierte: "El manejo de recursos comunes ha sido y continúa siendo un tema en el que toda la sociedad aún tiene mucho por hacer y por aprender". Otro de los desafíos a superar se vincula con el financiamiento, ya que -como afirma Santiago Mazzeo, country director de NESsT, en relación a la escasez y fragmentación que caracterizó a las donaciones en la última década— "si bien hay un interés en el apoyo a las primeras etapas del desarrollo empresarial de impacto, los donantes no están aún listos para proporcionar un apoyo mayor". Problemáticas sociales como la desnutrición infantil y la educación, entre otras, exigen también urgente atención. "La educación es una semilla maravillosa, pero, como toda semilla, necesita un sustrato donde sembrarse y el sustrato ideal es un cerebro intacto, estimulado y alimentado adecuadamente", afirma el doctor Abel Albino, creador de la Fundación Conin, en su enumeración de las cinco acciones que deberían ser políticas de Estado para hacer de la Argentina una gran nación. Enfocado también en la educación, Juan Manuel Ojea Quintana, coordinador de Programas de Educación Ambiental de la Fundación Vida Silvestre Argentina, destaca que "es hora de un cambio en las escuelas" que incluya "desde qué se está enseñando hasta cómo se lo está haciendo". Por último, es menester reparar en la asimetría que hoy existe en las oportunidades comunicacionales de la RSE, dificultad que -para Luis Ulla, director Ejecutivo del Instituto Argentino de Responsabilidad Social Empresaria (IARSE)- muchas veces no pasa por un deseo de la empresa de no hacerlas visibles, sino por una incapacidad de la sociedad de ver también lo invisible. "Desde la práctica de todos los sectores y profesionales, deberíamos adoptar también un cierto criterio que nos ayude a construir una nación integrada: por cada visible, deberíamos salir a buscar y dar acceso a un invisible", remarca Ulla. Y concluye: "La RSE puede ser esa nueva oportunidad y en eso estamos trabajando". Un cambio de paradigma.