A fines de octubre de 1922 miles de milicianos fascistas marcharon sobre Roma y forzaron al rey Vittorio Emanuele III a designar al Duce, Benito Mussolini, jefe de un nuevo gobierno. La “toma” de la capital italiana por los camisas negras fue el momento culminante del derrumbe de un régimen parlamentario debilitado por el faccionalismo, la crisis económica, la conflictividad social y la violencia paramilitar. Al cumplirse 100 años del ascenso del primer movimiento fascista al poder y tras el reciente triunfo electoral de la extrema derecha en Italia, el Departamento de Estudios Históricos y Sociales reúne a un conjunto de historiadores para reflexionar sobre el significado y ramificaciones de aquellos acontecimientos. 

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