Ensayo de Situación II: Soy un pedazo de atmósfera
“La segunda edición de Ensayo de situación, trata menos de una tentativa de interacción entre artistas que del planteo de una relación posible entre entidades tan disímiles y fuertemente caracterizadas como un estadio de fútbol y la sede de una Universidad privada.
River colabora en esta ocasión con la Di Tella para hacer viables dos experimentos que transcurren en su campo de juego, pero diferidos en el tiempo. Mientras en uno se insiste tercamente en una acción puntual que parece ignorar la escala del ámbito que la alberga, en el otro prosperan varias situaciones, que en su conjunto colaboran para provocar una experiencia sensorial dirigida.”
Sonia Becce
Ensayo de Situación se propone como una serie de experimentos curatoriales tendientes a poner en relación dos obras diversas. Ni muestra individual, ni colectiva, ni colaboración, se trata de un ensayo curatorial destinado a superponer dos propuestas de experiencia espacial y temporal. La serie se inició en 2011 con la muestra de Diego Bianchi y Karina Peisajovich curada por Inés Katzenstein en la Sala de exposiciones UTDT.
Agradecimiento especial por su gran predisposición y calidez a: Cristián Francisco (Gerente de Estadio del Club Atlético River Plate), al Arq. Manuel Díaz Ramos (Presidente Museo River), a Carolina Rossi (Relaciones Institucionales Museo River) y a Florencia Murno.
* Título de una canción del artista Federico Manuel Peralta Ramos.
Leer más |
Ensayo de situación II: Soy un pedazo de atmósfera Soy un pedazo de atmósfera Soy un pedazo de atmósfera A veces he creído ser un oso Hay gente que no son seres humanos Ella es una mariposa Él es un camión (Fragmento de la canción del artista Federico Manuel Peralta Ramos) La segunda edición del proyecto Ensayo de situación* es el resultado de una propuesta curatorial acerca de la relación posible entre entidades tan disímiles y fuertemente caracterizadas como un estadio de fútbol y una universidad privada. Una vez confirmados los artistas que participarían del ciclo, la elección de River como espacio de exhibición surgió después de pensar y evaluar otras posibilidades. Al principio, Mariana Telleria y Eduardo Navarro presentaron proyectos para la sala de exposiciones de la Universidad Di Tella, que suponían drásticas alteraciones en la arquitectura, entre otras, la apertura de puertas y ventanas y la construcción de nuevos accesos. La dificultad de llevar a cabo las modificaciones propuestas, condujo a los artistas a considerar el uso de espacios alternativos, como el jardín, el baño, el estacionamiento y los techos de la Universidad, e incluso la capilla San Luis en la plaza pública contigua. El fracaso de esta última iniciativa –el uso de un espacio exógeno que potencialmente daría lugar a una colaboración entre Iglesia y Universidad–, resultó sin embargo inspirador para imaginar un nuevo intercambio –ahora River y Di Tella-, que apareció más como deseo que como realidad plausible. Sorprendentemente, luego de algunas tratativas oportunas con las personas adecuadas, River (¡un estadio para 60000 personas!) se materializó como una posibilidad concreta para el experimento. Las conversaciones entre nosotros, intensas desde el comienzo, se volvieron casi frenéticas. No faltaron las mutuas influencias, los desvaríos sostenidos, los argumentos refutados y las intervenciones curatoriales reexaminadas. El resultado de este proceso enriquecedor son dos obras singulares, que se comportan de modo diferente en su vinculación con el público y fundamentalmente en su relación con el espacio del estadio y sus especificidades. * Tanto el título de esta segunda edición de Ensayo de Situación como los que Mariana y Eduardo eligieron para sus respectivos trabajos, guardan una correspondencia con la cosmología y la física. El primer momento de la existencia de algo recuerda según la artista, “a aquellos fundamentos que intentan dar alguna explicación sobre el cosmos o la realidad”, emulando quizás esa mágica transición infinitesimal entre el momento 0 y el comienzo del Universo. Hace millones de años luz, de acuerdo con el modelo científico del Big Bang, materia y energía estaban densamente concentradas y fue a partir de una colosal “explosión”, que el Universo comenzó una expansión que no ha cesado y que trajo una pérdida de calor importantísima; como consecuencia el espacio antes brillantemente iluminado pasó a tener la oscuridad que conocemos hoy. En Órbita Eduardo Navarro propone -en línea con otros trabajos suyos- una experiencia personal transformadora. No resulta casual que elija titular su obra con una palabra que remite a la trayectoria descripta por un cuerpo alrededor de otro, debido a la presencia de fuerzas que inducen a ese movimiento y los mantiene vinculados. En su propuesta, el eje es una práctica sensorial dirigida, un trance, con situaciones satélites que colaboran –si se confía lo suficiente- para alcanzar un estado de bienestar físico y espiritual. Fase I. Mariana Telleria: El primer momento de la existencia de algo El conocido truco del mantel es exitoso cuando se lo logra retirar de un tirón y con la velocidad exacta para que, por el principio de inercia, los objetos que se encuentran apoyados no caigan y se mantengan en el mismo lugar. Telleria insiste en esa acción puntual que -a modo de leitmotiv recurrente- el actor ejecuta tercamente una y otra vez, sin importarle el resultado. La artista opera sobre la escala desde una doble perspectiva: por un lado, la de la acción modesta, mínima, absurda pero eficiente, que tiene lugar en un rincón de ese espacio monumental; por el otro, la del estadio, que se repliega miles de veces para lograr atender y escuchar casi nada. El estadio, sin la cantidad de público habitual, dramatiza la enorme desproporción entre potencialidad de uso y aprovechamiento real. La obra propone al público concentrarse en algo muy simple, en la inmediatez de un aquí y ahora. Al tiempo que la artista parece renunciar a la presencia autoral, explora la paradoja de una intervención guionada hasta el último detalle. La escena que se plantea en vivo mantiene la división entre público y escenario, propia del teatro clásico, o mejor, entre hinchada y equipos en un partido de fútbol. Mariana Telleria no sólo separa a la audiencia y se desentiende de ella; también se despreocupa del tiempo cuando invita al espectador a asistir a un fragmento de su jornada de trabajo, “a que vea ese pedacito de mi día. Como si el estadio de River fuese mi taller”, dice Mariana. “Para el espectador no hay un principio ni un final, los extremos de la jornada me los reservo para mí”. Lo que se presenta es un proceso, una forma abierta que no se comporta como autosuficiente ni completa. Al reiterarse, se transforma para no cristalizar en un mero objeto de contemplación, reponiendo a la audiencia su soberanía. Fase II. Eduardo Navarro: Órbita Órbita se materializa como una meditación guiada, que requiere la aceptación por parte del público de ciertas consignas básicas: concentración para percibir la arquitectura y sus efectos sobre la mente y el cuerpo; despojo para olvidar la proliferación de objetos y signos que nos rodean a diario. En este trabajo, Eduardo Navarro franquea la quietud del público a través de una acción espiritual que vincula a cada uno con la obra, haciendo emerger la subjetividad en un espacio que, cuando funciona a pleno, puede resultar abrumador. Aunque el silencio no es absoluto -la propia obra recurre a sonidos ligeros y sutiles- restringe una de las características fundamentales del estadio en uso y lo convierte en un territorio de trance. “El público tiene que ingresar de una manera e irse de otra”, dice el artista. “La idea es que el estadio funcione como un templo, magnificando el estado que cada uno alcance. La arquitectura siempre va de la mano de los estados emocionales y cómo nos sentimos al habitarla, aunque sea por poco tiempo como en este caso”. Un aspecto notable en los trabajos de Navarro es el modo particular de infiltrarse en los aspectos religiosos y espirituales de creencias, doctrinas y convicciones. Pero su procedimiento artístico no toma uno de los caminos más previsibles, como sería el del sarcasmo y la observación crítica, sino que explora la promesa de transformación inherente a esas prácticas. Con la eficacia estética de trabajos anteriores, como On/Off y La sede, Órbita se sitúa en ese limbo desconcertante entre lo funcional y lo ficcional, que lleva a celebrar las auspiciosas posibilidades del arte. Sonia Becce |
Ver imágenes |