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12/02/25
Las potencias mundiales mostraron los colmillos
Bernabé Malacalza, profesor del Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales, fue consultado sobre las posturas de la comunidad internacional respecto a la Inteligencia Artificial.
Culminó ayer la cumbre de inteligencia artificial celebrada en el Grand Palais de París y la novedad estuvo dada por la grieta. Sí, es que la IA es muy preciada como para que las potencias se queden en silencio. Emmanuel Macron y Narendra Modi, presidentes de Francia e India, promovieron una declaración que destaca un desarrollo tecnológico "abierto", "inclusivo" y "ético", que invita al diálogo multilateral y cuestiona la concentración de mercado. Fue firmada por más de 60 Estados (de la Unión Europea, la Unión Africana y China), pero no contó con la rúbrica de Estados Unidos ni de Reino Unido, en una clara expresión de su postura. En paralelo, el filósofo Eric Sadin fue el abanderado de una contracumbre, realizada en la misma ciudad francesa, para alertar sobre los peligros del tan mentado progreso.
Con la presencia de delegaciones gubernamentales y los principales empresarios de los países más pujantes en el rubro, se discutió el futuro de la tecnología. Las jornadas transcurrieron en medio de la carrera que en el presente disputan Estados Unidos (a partir de desarrollos como Chat GPT) y China (mediante opciones como DeepSeek). La Unión Europea, por su parte, exhibió su preocupación por no perder pisada en el terreno, y planteó la necesidad de un desarrollo regulado.
El encuentro giró en torno a cinco ejes basados en el futuro del trabajo, las industrias culturales, la seguridad de la IA, su gobernanza global y la orientación hacia el interés público. No obstante, no todos los actores se vieron convocados por los lineamientos propuestos. Por ejemplo, la perspectiva que identifica a los grandes desarrolladores estadounidenses de la Inteligencia Artificial se vinculó, más bien, con la necesidad de que no haya regulaciones ni gobernanza global, ni nada por el estilo. Es decir, que nadie se interponga en el camino del "progreso". Así lo advirtió Sam Altman, el creador de Chat GPT que participó de la cumbre, en un artículo del diario francés Le Monde: "Si queremos crecimiento, empleo y progreso, debemos permitir a los innovadores que innoven, a los constructores que construyan y a los desarrolladores que desarrollen".
El vicepresidente estadounidense, James Vance, en línea con Altman, criticó abiertamente "una regulación excesiva" que a su juicio "podría matar a un sector en plena eclosión". Y, fiel al estilo republicano, despotricó contra China, al decir que era un error aliarse con "regímenes autoritarios". En su prédica, se advirtió la necesidad de que EE.UU. continúe liderando el sector, que será alimentado con inversiones de 500 mil millones de dólares, a partir del consorcio de empresas públicas y privadas.
Libertad, regulación y oposición
Bernabé Malacalza, doctor en Ciencias Sociales (Flacso) e investigador del Conicet, en diálogo con PáginaI12, analiza la cumbre y afirma que se pueden observar tres posiciones con respecto a la IA.
"La primera es la tecnoutópica, que cree en la libertad irrestricta y de un mercado sin regulación.
Tiene una mirada híper optimista de la tecnología, casi religiosa, como si pudiese resolver todos los problemas de la humanidad. Esta postura se encuentra en Trump, en Musk y en Milei; carece de una base ética sólida e ignora los riesgos sociales y ambientales que la IA exacerba". De hecho, en esta línea, hay quienes creen que la democracia funciona como un obstáculo a una innovación que, en este siglo, podría desplegarse sin límites.
"Luego, hay una segunda posición que emana de la declaración de la cumbre. Es de corte tecnomoderado y la representa Francia, la UE y en cierta medida China. En este caso, se busca equilibrar la innovación tecnológica con la regulación. La IA trae oportunidades, pero también riesgos, por eso la necesidad de un marco normativo para poder mitigarlos", sostiene Malacalza. Se promueve una transformación, pero inclusiva y sostenible; es decir, es una mirada de desarrollo que involucra la participación de los Estados y no solo el libre juego del mercado.
Por último, desde la perspectiva del especialista en geopolítica, se ubica la tercera posición, de carácter humanista y anti-IA. "Es la postura encarnada por Sadin, que tiene una mirada muy dura sobre lo que están haciendo en Silicon Valley. Por eso es que organizaron una contracumbre, para mostrar una crítica profunda del desarrollo descontrolado de la IA". La tecnología, desde aquí, conduce a una era de la vigilancia, de control de las relaciones sociales, de tiranía sobre las acciones y degradación de los valores humanos. Google, Amazon, Meta y compañía constituyen una amenaza a la privacidad y a los derechos humanos. La IA, en definitiva, es deshumanizante.
Ante la visión de Estados Unidos, que postula la necesidad de no regular un sector en ebullición para poder crecer, Europa afirma la necesidad de un acceso justo y abierto, para que la IA gane confianza entre los usuarios. Una innovación, según planteó Macron, "a la que deben acceder todos los continentes". Mientras tanto, el punto de vista estadounidense se condensa en las acciones de sus magnates, que en el gobierno de Trump casi que actúan como sus embajadores. Junto a un grupo de inversores, Musk ofreció 97 mil millones de dólares para adquirir Open AI y monopolizar los desarrollos en el área. Altman, sin embargo, rechazó la oferta.
China, que semanas atrás puso a temblar la hegemonía norteameri cana con el lanzamiento de su IA DeepSeek, también dijo presente en las jornadas que se desarrollaron durante lunes y martes. Con el visto bueno del vice primer ministro chino, Zhang Guoqing, a diferencia de EE.UU., el gigante asiático firmó la declaración.
Francia, como anfitrión del evento, quiso distinguirse y anunció una inversión de 100 mil millones de euros en los próximos años. En este sentido, Macron argumentó en favor de "un multilateralismo plural de la IA", y a contramano de la postura estadounidense, abogó por la necesidad de "imponer reglas". La Comisión Europea, por su parte, anticipó que realizará un aporte de 50 mil millones de euros, que se suman a los 150 mil millones que se invertirán en una nueva Iniciativa Europea de Campeones de la IA, de la que participan más de 60 empresas del continente.
Contracumbre
La contracumbre se celebró también en París (en el Teatro de la Concordia) bajo el lema "Por un humanismo de nuestro tiempo". Allí, investigadores, periodistas y profesionales del ámbito debatieron en torno a los impactos sociales y culturales de la IA.
A partir de un comunicado de prensa, señalaron desde la organización: "Frente a lo que promete ser una gigantesca masa propagandística, nos parecía imperativo dar a las fuerzas de la sociedad civil el lugar que les corresponde, mediante la creación de una contracumbre de la IA basada en una doble filosofía: testimonio y movilización". Como se adelantaba en esta nota, una de las grandes preocupaciones, se resume en una "gran pregunta" de ribetes morales y filosóficos: "¿Cuál será, con precisión, nuestro rol sobre la Tierra" en un futuro no tan lejano?"
A pesar de sus indudables aportes en los más diversos campos (en la salud, la IA, por caso, podría mejorar de manera notable las posibilidades de diagnóstico y tratamiento de enfermedades como el cáncer), aún quedan muchísimas dudas vinculadas con su regulación y su impacto en el ambiente.
La misma incertidumbre se manifiesta con otros aspectos ligados a la desinformación y a las prácticas de reconocimiento facial.
El futuro ya llegó, pero ¿es de los humanos o es de las máquinas?
Con la presencia de delegaciones gubernamentales y los principales empresarios de los países más pujantes en el rubro, se discutió el futuro de la tecnología. Las jornadas transcurrieron en medio de la carrera que en el presente disputan Estados Unidos (a partir de desarrollos como Chat GPT) y China (mediante opciones como DeepSeek). La Unión Europea, por su parte, exhibió su preocupación por no perder pisada en el terreno, y planteó la necesidad de un desarrollo regulado.
El encuentro giró en torno a cinco ejes basados en el futuro del trabajo, las industrias culturales, la seguridad de la IA, su gobernanza global y la orientación hacia el interés público. No obstante, no todos los actores se vieron convocados por los lineamientos propuestos. Por ejemplo, la perspectiva que identifica a los grandes desarrolladores estadounidenses de la Inteligencia Artificial se vinculó, más bien, con la necesidad de que no haya regulaciones ni gobernanza global, ni nada por el estilo. Es decir, que nadie se interponga en el camino del "progreso". Así lo advirtió Sam Altman, el creador de Chat GPT que participó de la cumbre, en un artículo del diario francés Le Monde: "Si queremos crecimiento, empleo y progreso, debemos permitir a los innovadores que innoven, a los constructores que construyan y a los desarrolladores que desarrollen".
El vicepresidente estadounidense, James Vance, en línea con Altman, criticó abiertamente "una regulación excesiva" que a su juicio "podría matar a un sector en plena eclosión". Y, fiel al estilo republicano, despotricó contra China, al decir que era un error aliarse con "regímenes autoritarios". En su prédica, se advirtió la necesidad de que EE.UU. continúe liderando el sector, que será alimentado con inversiones de 500 mil millones de dólares, a partir del consorcio de empresas públicas y privadas.
Libertad, regulación y oposición
Bernabé Malacalza, doctor en Ciencias Sociales (Flacso) e investigador del Conicet, en diálogo con PáginaI12, analiza la cumbre y afirma que se pueden observar tres posiciones con respecto a la IA.
"La primera es la tecnoutópica, que cree en la libertad irrestricta y de un mercado sin regulación.
Tiene una mirada híper optimista de la tecnología, casi religiosa, como si pudiese resolver todos los problemas de la humanidad. Esta postura se encuentra en Trump, en Musk y en Milei; carece de una base ética sólida e ignora los riesgos sociales y ambientales que la IA exacerba". De hecho, en esta línea, hay quienes creen que la democracia funciona como un obstáculo a una innovación que, en este siglo, podría desplegarse sin límites.
"Luego, hay una segunda posición que emana de la declaración de la cumbre. Es de corte tecnomoderado y la representa Francia, la UE y en cierta medida China. En este caso, se busca equilibrar la innovación tecnológica con la regulación. La IA trae oportunidades, pero también riesgos, por eso la necesidad de un marco normativo para poder mitigarlos", sostiene Malacalza. Se promueve una transformación, pero inclusiva y sostenible; es decir, es una mirada de desarrollo que involucra la participación de los Estados y no solo el libre juego del mercado.
Por último, desde la perspectiva del especialista en geopolítica, se ubica la tercera posición, de carácter humanista y anti-IA. "Es la postura encarnada por Sadin, que tiene una mirada muy dura sobre lo que están haciendo en Silicon Valley. Por eso es que organizaron una contracumbre, para mostrar una crítica profunda del desarrollo descontrolado de la IA". La tecnología, desde aquí, conduce a una era de la vigilancia, de control de las relaciones sociales, de tiranía sobre las acciones y degradación de los valores humanos. Google, Amazon, Meta y compañía constituyen una amenaza a la privacidad y a los derechos humanos. La IA, en definitiva, es deshumanizante.
Ante la visión de Estados Unidos, que postula la necesidad de no regular un sector en ebullición para poder crecer, Europa afirma la necesidad de un acceso justo y abierto, para que la IA gane confianza entre los usuarios. Una innovación, según planteó Macron, "a la que deben acceder todos los continentes". Mientras tanto, el punto de vista estadounidense se condensa en las acciones de sus magnates, que en el gobierno de Trump casi que actúan como sus embajadores. Junto a un grupo de inversores, Musk ofreció 97 mil millones de dólares para adquirir Open AI y monopolizar los desarrollos en el área. Altman, sin embargo, rechazó la oferta.
China, que semanas atrás puso a temblar la hegemonía norteameri cana con el lanzamiento de su IA DeepSeek, también dijo presente en las jornadas que se desarrollaron durante lunes y martes. Con el visto bueno del vice primer ministro chino, Zhang Guoqing, a diferencia de EE.UU., el gigante asiático firmó la declaración.
Francia, como anfitrión del evento, quiso distinguirse y anunció una inversión de 100 mil millones de euros en los próximos años. En este sentido, Macron argumentó en favor de "un multilateralismo plural de la IA", y a contramano de la postura estadounidense, abogó por la necesidad de "imponer reglas". La Comisión Europea, por su parte, anticipó que realizará un aporte de 50 mil millones de euros, que se suman a los 150 mil millones que se invertirán en una nueva Iniciativa Europea de Campeones de la IA, de la que participan más de 60 empresas del continente.
Contracumbre
La contracumbre se celebró también en París (en el Teatro de la Concordia) bajo el lema "Por un humanismo de nuestro tiempo". Allí, investigadores, periodistas y profesionales del ámbito debatieron en torno a los impactos sociales y culturales de la IA.
A partir de un comunicado de prensa, señalaron desde la organización: "Frente a lo que promete ser una gigantesca masa propagandística, nos parecía imperativo dar a las fuerzas de la sociedad civil el lugar que les corresponde, mediante la creación de una contracumbre de la IA basada en una doble filosofía: testimonio y movilización". Como se adelantaba en esta nota, una de las grandes preocupaciones, se resume en una "gran pregunta" de ribetes morales y filosóficos: "¿Cuál será, con precisión, nuestro rol sobre la Tierra" en un futuro no tan lejano?"
A pesar de sus indudables aportes en los más diversos campos (en la salud, la IA, por caso, podría mejorar de manera notable las posibilidades de diagnóstico y tratamiento de enfermedades como el cáncer), aún quedan muchísimas dudas vinculadas con su regulación y su impacto en el ambiente.
La misma incertidumbre se manifiesta con otros aspectos ligados a la desinformación y a las prácticas de reconocimiento facial.
El futuro ya llegó, pero ¿es de los humanos o es de las máquinas?
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