En los medios

Cadena 3
20/11/24

Aunque no lo veamos, el activismo digital siempre está

Juan Negri, director de las Licenciaturas en Ciencia Política y Gobierno y en Estudios Internacionales, fue entrevistado sobre el rol y la adaptación de las instituciones democráticas en la era de la comunicación digital

Por Julio Perotti


FOTO:  Black lives matter, un movimiento nacido del activismo digital.


Desde las revoluciones árabes hasta los movimientos contemporáneos impulsados por Internet y plataformas digitales, el activismo político experimentó una transformación significativa.

Aunque a veces no los percibamos a siempre vista, estos cambios redefinen la participación ciudadana al permitir que las voces de diversos sectores de la sociedad se escuchen con mayor fuerza y eficacia.

Plataformas como Facebook, Twitter, Tik Tok, facilitan la difusión de información (de la buena y de la mala) y la coordinación de acciones.

Este fenómeno global no solo alteró regímenes autoritarios, sino que también inspiró movimientos en otras partes del mundo, mostrando el poder del activismo digital.

Hoy en día, el activismo evolucionó hacia nuevas formas de organización.

Nacieron y se desarrollaron movimientos como Black Lives Matter y Fridays for Future, que utilizan plataformas digitales para amplificar sus mensajes y movilizar a personas a nivel global.

En gran parte, de esto se trata el lanzamiento de “Las fuerzas del cielo”, que hizo Daniel Parisini, el influencer libertario y conductor del canal de streaming Carajo más conocido como Gordo Dan.

No se quedó corto: las definió como el “brazo armado de La Libertad Avanza”.

Vamos a ver cómo siguen, pero su matriz es la de un movimiento nacido del activismo digital.

La capacidad de viralizar contenido a través de redes sociales ha permitido que estos movimientos lleguen a audiencias masivas, generando un impacto significativo en la opinión pública y en políticas gubernamentales. Y que sean inclusivos: todos pueden participar.

Sin embargo, esta nueva era también enfrenta desafíos, como la desinformación y la censura en línea, que pueden obstaculizar los esfuerzos de los activistas políticos en el contexto digital

De estos temas hablarán tres destacados analistas este viernes 22 de noviembre, a partir de las 8.30 en el Auditorio Centro Cultural de la Universidad Nacional de Córdoba (Duarte Quirós 93)

Se trata de Juan Negri, Javier Pallero y Cecilia Galván.

Le preguntamos a Juan Negri:

En la era de la comunicación digital instantánea, ¿cómo pueden las instituciones democráticas evolucionar para mantenerse relevantes y efectivas?

Juan Negri: Yo creo que para mantenerse relevantes en la era digital, las instituciones democráticas tienen que ser más transparentes. Creo que no tienen que ver a las nuevas plataformas o las nuevas tecnologías como enemigas, sino intentar usarlas, por ejemplo, para fomentar la participación ciudadana.

Hay que avanzar en una regulación efectiva que combata la desinformación, trabajar en eso también junto con las empresas tecnológicas y también creo que hay que avanzar en educación para la ciudadanía digital combinando cosas que ya se enseñan en las escuelas, como formación ética ciudadana con cuestiones más vinculadas a los nuevos desafíos que presentan esta era digital.

Por otra parte, el flujo acelerado de información en las plataformas digitales obviamente desafía a los sistemas democráticos porque exige respuestas rápidas, en un momento en el que la democracia tiene procesos deliberativos que son vistos muchas veces como mucho más lentos. Y eso puede generar desinformación, polarización, presión para decisiones apresuradas y eso obviamente dificulta el equilibrio entre participación ciudadana y una gobernanza más efectiva.

Qué nos dice Javier Pallero cuando le preguntamos de qué manera el acelerado flujo de información en las plataformas digitales desafía la capacidad de respuesta de los sistemas democráticos tradicionales.

Pallero: La aceleración en el flujo de la información, pero también su alcance, su permanencia y la lógica de la viralidad, son cuestiones típicas de las tecnologías digitales que afectan mucho a las instituciones democráticas y desafían sus lógicas. 

En primer lugar porque aparece esta especie de percepción de que ya no hay intermediarios y de que la ciudadanía puede expresarse directamente y expresarle al sistema económico, social, político, todas sus necesidades sin requerir la intervención de partidos políticos o instituciones intermedias.

Esto es por un lado cierto, pero por el otro también aparecen nuevos intermediarios como las propias plataformas digitales que tienen sus propias lógicas de curación y recomendación de contenidos, de moderación de las conversaciones que suceden en sus servicios, que afectan lo que se puede decir hasta dónde llega y qué voces tienen más peso que otras.

Esto desafía a distintas instituciones de la democracia, por ejemplo a los partidos políticos que tienen ahora que encontrar una nueva manera de conectar con sus votantes. Afecta a la Justicia, por ejemplo, que es percibida como demasiado lenta para los desafíos que aparecen, incluida la justicia electoral cuando aparecen desafíos a la legitimidad de las elecciones. Y también el Poder Legislativo, donde hay que encontrar una nueva manera de conectar con los votantes y donde la lógica de la viralidad en internet ha hecho que muchas veces, por ejemplo, las intervenciones de los legisladores en los congresos parezcan hechas para el recorte de YouTube, más que para realmente argumentar y tratar de lograr un consenso y un puente con los demás.

Esta situación como de polarización, en donde es más importante quedar bien con los propios que tratar de tender un puente y entenderse con los oponentes, es algo que realmente genera un problema para la creación de consensos y de cara hacia el futuro en la discusión democrática.