En los medios

Clarín
27/08/24

El caso Mortara: el secuestro de la Inquisición romana que sigue conmoviéndonos

Jimena Tcherbbis Testa, profesora del Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales, escribió sobre la Inquisición romana a partir de la película "La conversión".

Por Jimena Tcherbbis Testa


La conversión, película de Marco Bellocchio. Fotos Zeta Films


La conversión es el título con el que se da a conocer aquí en Argentina la película del reconocido director de cine italiano Marco Bellocchio titulada originalmente Rapito –“Secuestrado”-. La obra nos transporta a un hecho real que ocurrió en los Estados Pontificios cuando corría el año 1858. Una familia judía que habitaba en el gueto de Bolonia, como debían vivir los judíos en territorios bajo el control del Papa, es protagonista de un drama.

En la noche del 23 de junio oficiales que actúan en nombre de la Inquisición romana, el Tribunal de la Fe que dependía del Papa, incursionan en el hogar de la familia Mortara para llevarse a su pequeño hijo Edgardo. La Inquisición había recibido la denuncia de que Edgardo fue bautizado en secreto por una empleada de la familia y, por tanto, lo reclama como cristiano nuevo.

La Inquisición secuestra al niño que es llevado al Colegio de los Catecúmenos para ser educado en el catolicismo bajo la estricta vigilancia del Papa Pío IX. Los minuciosos expedientes inquisitoriales le han permitido al historiador David Kertzer reconstruir el caso que Bellocchio llevó a la gran pantalla. La noticia sacudió al mundo. La familia Mortara, desesperada, alza su voz en defensa del derecho natural del padre sobre su hijo. Su reclamo trasciende las fronteras de los Estados Pontificios. Las autoridades de Francia y del Reino de Piamonte, que está impulsando el proceso de unificación italiana, unen su voz a la de Mortara.

La Alianza Israelita Universal, organización transnacional creada por la comunidad judía francesa, y la comunidad británica liderada por Moses Montefiore denuncian la injusticia del caso. También la Alianza Evangélica y la Asociación Protestante de Inglaterra suman su voz. En España, reino que expulsó a los judíos y creó su propia Inquisición para perseguir a los conversos, también resuena el caso. Es la prensa liberal progresista y demócrata española la que busca quebrar el silencio sobre “el atentado del Santo Oficio”.

Allí la noticia permitía evocar el pasado judío del reino y pensar en la posibilidad del regreso de los que alguna vez fueron expulsados. También al otro lado del Atlántico se difunde el caso. La prensa norteamericana lo sigue de cerca. América del sur, que en tiempos coloniales fue escenario de la Inquisición española, se hace eco del secuestro. En Perú, el por entonces excomulgado clérigo liberal, Francisco de Paula González Vigil afirma que “la humanidad ha sido ofendida en un hombre”.

En Buenos Aires el periódico La Tribuna se escandaliza de que el tribunal exista para vergüenza del siglo XIX y de que el Papa sea su jefe. Por su parte, la prensa ultramontana, defensora de Roma, cuestiona a la prensa liberal acusándola de “judía y masónica”. El Papa no restituirá al niño. El drama nos recuerda la tragedia que supone vivir en una sociedad donde el Estado no se distingue de la Iglesia. Pero también nos recuerda el valor de una opinión pública sensible a los derechos del hombre. La película que, curiosamente, en Argentina perdió la potencia de su título original, nos permite, una vez más, seguir conmoviéndonos.