En los medios
Desencantados. Todos a la caza de los que no votaron en las PASO
Juan Negri, director de las Licenciaturas en Ciencia Política y Gobierno y en Estudios Internacionales, analizó el abstencionismo electoral en las PASO.
Unos 24 millones de argentinos votaron el pasado 13 de agosto en las elecciones primarias (PASO). Aquel domingo, cientos de votantes formaron extensas filas al exterior de las escuelas mientras esperaban su turno con paciencia. Pero, detrás del 69,62% de participación de las primarias se esconde una realidad alarmante: la ausencia de casi 11 millones de electores que se abstuvieron. Son 11 millones de argentinos que, por distintos motivos, eligieron quedarse en sus casas. En comparación con las primarias de 2021, en plenas restricciones por la pandemia de coronavirus, la participación electoral creció apenas un 1,2%. Con un 30% del padrón ausente, la cifra quedó lejos del promedio de 75% de asistencia que tienen las primarias históricamente.
¿Por qué creció el ausentismo electoral en las últimas PASO? ¿Cuáles son los factores que lo explican? ¿Cómo impacta la apatía hacia la política que siente una ciudadanía golpeada y frustrada por las crisis recurrentes? ¿Cómo es el votante que se abstuvo a nivel ideológico y sociológico? ¿Puede crecer la participación en las elecciones generales de octubre? ¿Van a ser capaces los principales espacios políticos de entusiasmar a los ausentes y convencerlos de volver a votar?
Según los especialistas, la razón principal de la abstención es el desencanto democrático de los votantes frente a una clase política que aún no resolvió sus principales problemas, como la pobreza, la inflación, la crisis económica o la inseguridad. Además, el abultado calendario electoral de las provincias que desdoblaron sus elecciones hizo que muchos votantes llegaran cansados a las urnas. Los ausentes tienen un perfil sociológico difuso, aunque los analistas consideran que sería un fenómeno transversal a todas las clases sociales. Tal como ocurrió en ocasiones anteriores, la participación crecerá en las generales, impulsada por la movilización de los aparatos provinciales. La gran incógnita es si esto va a ser suficiente para que Juntos por el Cambio o Unión por la Patria reviertan el ajustado triunfo electoral del libertario Javier Milei.
Su partido, La Libertad Avanza fue el que hasta ahora mejor capitalizó el enojo ciudadano ante las múltiples crisis yuxtapuestas. Es que, a pesar de que en los últimos años el signo ideológico del gobierno de turno cambió más de una vez, los problemas más profundos a nivel social y económico se mantuvieron constantes. La alta inflación, que hoy ya supera el 110% interanual, el crecimiento de la pobreza, con cada vez más familias durmiendo en la calle, o los violentos casos de inseguridad que conmueven a la opinión pública, son algunos ejemplos. Sin soluciones y sin respuestas efectivas, en la ciudadanía emergió un fuerte desencanto. Para los especialistas, esa es la clave que explica la baja en la cantidad de votantes.
“Hubo un bajón en la participación relacionado a una fuerte insatisfacción con el desempeño de la política. Hay ciudadanos que se empiezan a desafectar políticamente y sienten que su voto no cambia nada. Votaron de manera reiterada a distintos candidatos y todos se desempeñaron mal. Hay alternancia, pero ninguno tuvo un buen desempeño. Por primera vez todos los principales candidatos a presidente tienen más imagen negativa que positiva y las instituciones en general están mal vistas por la sociedad, lo cual expresa una crisis de reputación enorme en la política. La democracia hoy es vista como una mala forma de gobierno, aunque no haya otra mejor. Todavía no está cuestionada la legitimidad de origen de la democracia, pero esto podría empezar a cambiar. Estamos en un punto de quiebre”, explicó Diego Reynoso, director de la Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública (Espop) de la Universidad de San Andrés (Udesa).
En una línea similar, la socióloga y politóloga Liliana de Riz, profesora de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigadora del Conicet, consideró que “lo que más calza en el escenario de las PASO es una abstención por indiferencia, cansancio y fastidio, en un contexto de rechazo claro a la clase política en general. Es un cóctel que no fomenta el acto cívico. Hay un trasfondo de desinterés, de frustración y desencanto inmenso que es acumulativo después de tantos fracasos recurrentes”.
Crisis de representación
Para Facundo Nejamkis, director de la consultora Opina Argentina, hoy atravesamos una crisis en relación a la política. “La sociedad evalúa que la política no resuelve sus problemas, cuando en cada elección promete hacerlo. Eso acentúa la distancia entre representantes y representados –señala–. Hay una crisis de las dos coaliciones que más entusiasmaron a la sociedad en el último tiempo: el kirchnerismo y Juntos por el Cambio. Ante la desilusión con ambas coaliciones y con los partidos más votados históricamente, el vehículo de protesta es votar a La Libertad Avanza o no ir a votar. Desde 1983 han gobernado todos, pero no hubo soluciones. Tampoco hay una gran sanción ni una fuerte punitividad por no votar”.
Además del desencanto democrático de los votantes, también influyeron otros factores en la participación, como el calendario electoral del interior. “Frente a un abultado calendario electoral en varias provincias y la percepción de que las primarias son superfluas, muchos votantes se quedaron en la casa. Además, hay votantes de Alberto Fernández en 2019 que están muy desencantados con el Gobierno y con la política, pero tampoco están dispuestos a votar por otras alternativas. Hay un votante peronista y progresista que no encuentra alternativas y se abstiene”, advirtió Juan Negri, director de las licenciaturas en Ciencia Política y Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT).
En varias de las provincias de tradición peronista, y en donde ya hubo elecciones provinciales en los meses previos, la abstención superó al promedio nacional. Son los casos de Salta, con 64,68% de participación; Chaco, con 63,91%; La Rioja, con 66,04%, y Misiones, con 66,3%. Este fenómeno también abarca a provincias con padrones más numerosos como Córdoba y Santa Fe, ambas con niveles de participación en las PASO nacionales de 67,9%. Las diferencias regionales impactaron con más fuerza en el centro y el norte del país.
“Al no coincidir las elecciones locales con las nacionales, votaron desprendidos de toda vinculación territorial. La nación es una entelequia en las provincias. Por eso Milei ganó en 16 de ellas. Son demasiadas secuencias electorales. La manipulación de las fechas electorales es monstruosa y el corolario es que los votantes llegan cansados. Además, las primarias ocurren con demasiada antelación, hay un lapso muy extendido hacia la general y la doble vuelta”, consideró De Riz.
Nejamkis advirtió: “En algunas provincias votan 5 o 6 veces en un solo año. Las provincias que ya votaron sienten un menor compromiso. Eso genera un desgaste en la sociedad que la política no evalúa, y que debería revisar”.
Además del complejo calendario electoral, la capacidad de los dirigentes políticos de entusiasmar a la ciudadanía para que asista a las urnas es diferente en cada provincia. “Hay provincias donde el electorado se siente más identificado con sus liderazgos y hay mayor apego a las autoridades provinciales. Eso genera más motivación. Algunos liderazgos locales son más exitosos que otros en generar adhesiones en sus votantes”, explicó Negri.
Más allá de las disparidades regionales, aún no está claro si existen diferencias respecto a la clase social a la que pertenecen los votantes ausentes. “Es un fenómeno transversal a nivel sociológico”, afirmó Negri. En la misma línea, De Riz explicó que “no hay datos, pero la probabilidad de encontrar abstención en todas las clases sociales es muy alta, por la masividad del número, que es de cerca de 11 millones”. Para Nejamkis, “la abstención se concentra más en sectores medios-bajos, quizás los más olvidados por la política. No reciben asistencia directa del Estado y viven en condiciones de vulnerabilidad. Sienten rechazo por todo lo relacionado a la política. Es un sector en el que hay mucho voto a La Libertad Avanza”.
Atraer a las urnas
Estos sectores desencantados, de distintos estratos sociales y residentes en su mayoría en provincias del interior, pueden volver a ser movilizados en octubre por los aparatos provinciales, hoy controlados por el justicialismo y por Juntos por el Cambio en menor medida. Por eso, la participación en las generales crecerá “alrededor de un 5%”, según los especialistas. La tendencia histórica es que siempre hay una mayor cantidad de votantes en octubre. “Va a crecer entre 5 y 7 puntos, llegando a un 73 o 75% de participación”, afirmó Reynoso.
En ese sentido, Negri observó que “es posible que en las generales vaya a votar mucha más gente, entre un 5 y un 10% más. Los partidos tendrán que hacer un trabajo de motivación en la campaña, con la idea de que en esta elección hay mucho en juego. La existencia de un candidato como Milei va a servir como incentivo para que algunos sectores que se ausentaron vayan a votar, como los peronistas desencantados”.
El desafío para las tres principales fuerzas electorales será entonces convencer a los ausentes y hacerlos recuperar el entusiasmo perdido. Un objetivo difícil. “Falta un liderazgo capaz de recrear la esperanza y la confianza. Son cualidades excepcionales, típicas de los líderes democráticos de reconstrucción. Hoy no hay ningún líder así. El único liderazgo mesiánico con mirada hacia adelante es el de Milei, que canalizó la bronca y la furia a través de una antinomia y una simplificación que prende, que es ‘ir contra la casta’. No es un fenómeno original, ocurrió en muchas democracias. Es otra versión de Trump, Bolsonaro y Orban”, opinó De Riz.
Para Nejamkis “es difícil entusiasmar a los votantes decepcionados. Los liderazgos que generan controversia alrededor de sus figuras con fuertes apoyos y rechazos suelen estimular la participación. Eso ocurrió en 2015 y en 2019: se votaba para ‘ganarle al kirchnerismo’ o para ‘ganarle a Macri’. La sociedad se movilizó. Es una intriga si Milei, hoy el nuevo centro de gravedad del sistema político, va a generar un proceso similar. Es difícil generar entusiasmo por la positiva, por alguna medida o propuesta exitosa del gobierno. Hoy es más fácil movilizar a la sociedad a través de la controversia”, consideró.
“Es difícil que los partidos políticos logren generar entusiasmo en el electorado. Al contrario, es posible que siga creciendo el desencanto de los votantes”, agregó Reynoso.
La incógnita es la preferencia ideológica de los ausentes que en octubre volverán a las urnas, movilizados por los aparatos provinciales que hasta ahora permanecieron dormidos. “Hay mucha volatilidad en el voto. En las provincias votaron a sus dirigentes locales y también a Milei. Los aparatos provinciales no se activaron en las primarias. Ahora pueden ponerse en marcha y modificar el voto. Pero hay que ver hasta dónde logran movilizar a la gente que no fue a votar y si pueden realinear el voto. Quizá estemos ante un fenómeno tan grande que arrasó las estructuras y aparatos provinciales”, sostuvo Reynoso. “Los electores removilizados por los aparatos serían votantes de Unión por la Patria y en menor medida de Juntos por el Cambio. El aumento en la concurrencia no beneficiaría a Milei, que no dispone de herramientas de movilización”, continuó.
Elección atípica
En la misma línea, Negri explicó que los que no votaron “son en su mayoría votantes de Unión por la Patria y de Juntos por el Cambio, muy desencantados y desenganchados de la política producto de la desilusión que generaron ambas experiencias de gobierno. Para los peronistas, Massa no era el candidato ideal, y los votantes de Juntos por el Cambio estaban algo asqueados de la interna. Vamos a encontrar más votantes de estos dos partidos”.
Según Nejamkis, “no sabemos a quién votarán en octubre los que se abstuvieron. Es una elección atípica. El peronismo tiene movilización y el aparato, pero hay una fuerza que le compite sobre el mismo electorado. Hay un cierto desgaste de los aparatos políticos provinciales para movilizar a las bases cuando las elecciones son tan repetidas, sucesivas y no hay nada en juego para ellos”.
La incertidumbre predomina a lo largo de un proceso electoral extenso y aún abierto, lejos de tener un desenlace claro. “Los votos de los ausentes pueden ir a cualquiera de los tres. Estamos en la antesala de un cambio de sistema político, donde se pueden romper las bi-coaliciones que hasta ahora mantuvieron estable al sistema. Es un escenario de mucha incertidumbre”, concluyó De Riz.