Alejandro Bonvecchi. Sociólogo. Investigador del Conicet y profesor en la Universidad Torcuato Di Tella.
EL DIA DESPUES DIBUJO: PABLO TEMES.
Para: Presidencia de la Nación.
Att: 8N.
Problema: cómo responder a la magnitud de la manifestación, sus demandas y sus efectos políticos.
Diagnóstico: la manifestación superó las previsiones. Las demandas planteadas pueden observarse desde dos perspectivas. Si se las mira como provenientes de un bloque sociopolítico rival al oficialista, la respuesta adecuada sería enfrentarlas. Si se las considera provenientes de masas políticamente disponibles para ser conducidas por quien las tome en cuenta, cabe analizarlas en detalle.
Los datos de opinión pública refutan la idea de que un bloque sociopolítico rival fue el sujeto de la manifestación. Las encuestas –contratadas y no contratadas por el Gobierno– coinciden en registrar acuerdos amplios con las principales políticas oficiales. La política social (AUH, seguridad social, planes), la de derechos humanos, las estatizaciones y el desendeudamiento concitan apoyos ultramayoritarios entre quienes votaron tanto a favor como en contra de la reelección presidencial en 2011. Las encuestas también muestran que varias de las principales demandas planteadas por los manifestantes son compartidas por la mayoría de los votantes –tanto favorables como contrarios– de 2011. La evidencia sugiere, pues, que no hay un bloque rival confrontando sino un conjunto amplio de votantes descontentos demandando mejores resultados del Gobierno.
La dinámica de la protesta y la información concomitante de las encuestas también sugieren que los manifestantes son una masa políticamente disponible. Las protestas fueron organizadas por activistas no partidarios ni corporativos a través de redes sociales, y su desarrollo exhibió una falta total de liderazgo: no hubo discursos ni cantos o consignas comunes. Las encuestas continúan mostrando lo mismo que en 2011: el trabajo de los opositores es ampliamente criticado y nadie ocupa su liderazgo. Estos datos indican que los manifestantes están deseando y esperando ser liderados, y dispuestos a seguir a quien pueda liderarlos. Para ello sería necesario responder de algún modo a sus demandas. Cabe entonces concentrarse en ellas.
Las demandas políticas –freno a re-reelección y reforma constitucional– son de cumplimiento imposible. Si hoy se desiste explícitamente de ellas, se abriría una carrera sucesoria para la cual el kirchnerismo carece de candidatos competitivos. Pero si no se ofrece ninguna señal de la construcción de tales candidatos, el peronismo podría iniciar la carrera sucesoria de todos modos. Las demandas económicas –eliminación del cepo cambiario, combate a la inflación– y de gestión –mejoras en seguridad, transporte y energía– podrían cumplirse parcialmente. Pero ello exigiría modificar líneas de acción y tal vez personal técnico.
Alternativas: para pilotear las demandas políticas, habría al menos tres alternativas. 1) Seleccionar un potencial sucesor y empezar a mostrarse con éste en público sin designarlo/la explícitamente. 2) Asumir la presidencia del PJ y rearmar su conducción con todos los aspirantes a la sucesión. 3) Comprometerse de manera reservada con los principales aspirantes a permitirles crecer a todos y optar recién en 2015.
Para responder a las demandas económicas, serían viables dos opciones. A) Relajar los controles cambiarios y reducir la emisión monetaria sin anunciarlo. B) Lanzar un programa antiinflacionario heterodoxo, con políticas fiscales, monetarias y de ingresos consistentes con metas de inflación y empleo.
Para responder a las demandas de gestión, se podría adoptar alguna de estas medidas. I) Retomar el programa de retiro de subsidios tarifarios y aplicar parte del ahorro a un programa agresivo de mejoras en infraestructura del transporte. II) Transferir a la Ciudad las competencias y parte del personal de la Policía Federal y convertir el resto en una agencia federal de investigaciones especializada en narcotráfico y contraterrorismo. III) Cerrar un acuerdo de inversión para Vaca Muerta con permiso de repatriación de utilidades y sendero ascendente de precios internos incluidos.
Costos y beneficios: en política, la alternativa 1 tendría como beneficio la descompresión por la señal de la no re-reelección y como costos los riesgos de que el sucesor elegido no seduzca al electorado y de que su selección inicie la carrera sucesoria en el peronismo. La alternativa 2 permitiría mantenerse como Gran Electora porque produce una señal equivalente sin elegir aún sucesor, pero también alentaría la carrera entre aspirantes. La alternativa 3, equivalente a la 2 pero en privado, ahorraría el costo de las señales públicas pero carecería por eso mismo de credibilidad para los aspirantes.
En economía, la opción A permitiría descomprimir el malestar (en especial en época de vacaciones) y moderar la caída del salario real, pero no cobrar el rédito por ello y ni siquiera resolver del todo los problemas. La opción B podría resolverlos pero exigiría tomar tres riesgos: cambiar el equipo económico, lo cual requeriría ganar confianza en otro; lanzar un paquete de medidas, lo cual establecería criterios para juzgar el éxito o fracaso de la gestión; y endeudarse para financiar parte del programa, lo cual implicaría abandonar la línea del desendeudamiento.
En gestión, la medida I mejoraría las finanzas de las empresas y generaría impacto positivo entre los usuarios del transporte, pero sólo en el mediano plazo pues antes protestarían por los aumentos. La medida II neutralizaría una demanda central de Macri y permitiría cobrar rédito por concederla, pero supondría choques entre la nueva agencia federal y las policías provinciales. La medida III permitiría encauzar el proceso de recuperación de la soberanía energética, pero afectaría los costos de automovilistas y transportistas, y dispararía demandas de otros sectores para relajar el movimiento de capitales.
Recomendación: se sugiere adoptar las alternativas 2, A y I. Asumiendo la presidencia del PJ y conduciéndolo a una interna para definir la sucesión, podría hacer competir a los aspirantes unos con otros y no contra usted, lo cual le permitiría mantener liderazgo y negociar con cada uno la fusión de candidatos de todos los sectores en las listas de 2013. Relajando las restricciones cambiarias y la emisión monetaria y retomando la reducción de subsidios tarifarios, tendría oportunidad de alinear las políticas fiscal, monetaria y cambiaria en una senda de reducción de la inflación, y a la vez mostrar voluntad de mejorar las condiciones de transporte de los trabajadores sin realimentar presiones inflacionarias. Estas decisiones le permitirían tomar la manifestación como una oportunidad para no obsequiarles el liderazgo de las masas disponibles ni a los adversarios internos ni a la oposición.