En los medios
Prendas, rituales y actitudes nuevas para el rugby
Revista Ñ publicó una reseña de "El rugby, historia, rituales y controversias desde sus orígenes hasta hoy", el nuevo libro que Andrés Reggiani, director del Departamento de Estudios Históricos y Sociales, escribió junto al historiador Alan Costa.
Equipo de rugby de CUBA que participó del Campeonato Argentino de 1932.
De la mano de los historiadores Andrés Reggiani y Alan Costa, que acaban de publicar por Siglo XXI El rugby. Historia, rituales y controversias desde sus orígenes hasta hoy, el deporte de la pelota ovalada comienza a tener una bibliografía más nutrida y desde una mirada académica que no cae ni en los clichés denigratorios de los últimos años ni en la autocelebración pedante propia de algunos sectores, que, aún hoy, tienen mucho peso en esa actividad.
El libro desentraña el desarrollo social del rugby en Argentina, y expone los vínculos originales con la cultura británica, la criollización de los planteles, el apoyo que recibió por parte de los dos primeros gobiernos peronistas, las tensiones de los 70, la aceptación tardía del profesionalismo y el presente de expansión en diferentes ámbitos. Al mismo tiempo, aborda la reactivación de viejos prejuicios alimentada por el asesinato de Fernando Báez Sosa, añejos tuits racistas de algunos Pumas y la ventilación de conductas injustificables, ya sea en boliches o entre las paredes de un vestuario.
El camino del libro se inicia con la llegada de ese deporte a la Argentina, de la mano de integrantes de la comunidad británica. Reggiani y Costa muestran cómo, cuando integrantes de las clases altas y medias locales reemplazaron a los ingleses, irlandeses y escoceses en el país, el rugby empezó a crecer. Fue en la década del 20.
Uno de los hallazgos de la obra de ambos historiadores es la importancia que el peronismo le dio a ese deporte. Como cuentan, el gobierno de Juan Perón aportó recursos para que vinieran los seleccionados de Irlanda y de Francia y un combinado de las universidades inglesas de Oxford y Cambridge. Además recibieron subsidios clubes como el San Isidro Club (SIC), Olivos, Pucará, y el ya mencionado Biei, entre otros.
Hasta la propia Fundación Eva Perón impulsó al rugby dentro de los famosos Campeonatos Evita. “El apoyo estatal al rugby argentino reforzó su perfil nacional y lo proyectó en el plano internacional”, aseguran Reggiani y Costa, aunque señalan los conflictos de las autoridades nacionales con instituciones como el Club Universitario de Buenos Aires (CUBA), que fue intervenido.
Otro elemento importante del libro lo ocupa el surgimiento de Los Pumas como tal, luego de una histórica gira a Sudáfrica en 1965, que retratara con amplitud en 2015 el periodista Jorge Búsico, en su libro El rugido.
En paralelo con su evolución, el rugby argentino quedó también cruzado por el contexto político de esos años; en un plano puntual, un ejemplo fue cuando en 1973 el seleccionado inglés decidió no venir de gira al país por haber recibido amenazas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), organización armada de izquierda en proceso de fusión con Montoneros.
En un plano más general, tal como sucedió con muchos jóvenes de clase media, varios rugbiers se comprometieron políticamente con distintas organizaciones revolucionarias, como las anteriores o como el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y el Partido Comunista Marxista Leninista (PCML). De acuerdo a distintas investigaciones, más de 150 detenidos-desaparecidos por la última dictadura militar o víctimas del terrorismo de Estado implementado inmediatamente antes del 24 de marzo de 1976 habían jugado ese deporte.
El recorrido del libro también aborda las polémicas desatadas por la visita de Los Pumas (con otro nombre) a la Sudáfrica regida por el apartheid. La investigación se introduce además en el tardío inicio del profesionalismo en el rugby internacional, a partir de 1995, y adoptado a regañadientes por la Unión Argentina de Rugby.
Magalí Fazzi, la manager de las Yaguaretés, la selección argentina de rugby femenino.
El volumen cierra con un capítulo destinado a las experiencias que, en los últimos años, profundizaron la consolidación del rugby en espacios que no les eran tradicionales; así, se reconstruye el origen de la práctica por parte de mujeres en Argentina (el primer partido se jugó en 1985) y el desarrollo de Las Yaguaretés, el seleccionado nacional. Otras experiencias rescatadas son las iniciativas impulsadas dentro de las cárceles, como Los Espartanos, de la Unidad 48 de San Martín, que también tienen su equivalente femenino, como narra en un libro de publicación reciente Agustina Caride.
“Hay un sentido común instalado, por eso queríamos mostrar un universo más amplio”, dijo Reggiani recientemente, en una entrevista para Clarín; el trabajo hecho con Costa parece haberlo logrado. A.C.