En los medios

El Cronista
19/03/24

Los primeros 100 días de Javier Milei

El profesor de la Maestría en Finanzas analizó los primeros cien días del gobierno de Milei.

Por Miguel Kiguel

Los primeros cien días de Javier Milei han dejado varios éxitos que generan esperanza, algunos traspiés que generan interrogantes y preguntas sobre la sostenibilidad de algunas políticas que habrá que despejar con el paso del tiempo.

El mayor logro ha sido empezar a transitar un camino para salir de una economía muy regulada, sin reservas, y con un déficit fiscal muy elevado y comenzar a eliminar y reducir privilegios que distintos sectores han tenido durante años. La idea es ir a una economía de mercado, con precios libres determinados por la interacción de la oferta y la demanda, reduciendo subsidios que generan déficit fiscal y llevan a una mala asignación de los recursos.

Es mucho más fácil decirlo que hacerlo, dado que el camino requiere de un gran apoyo popular, que por ahora lo tiene, de un acompañamiento político, donde viene encontrando dificultades y de capacidad técnica para diseñar políticas, implementarlas en la secuencia adecuada y mantenerlas en el tiempo para evitar las marchas y contramarchas que en la historia argentina han sido la sido la norma en lugar de la excepción.

Un balance de los primeros 100 días muestra que la economía está mucho mejor que en noviembre del año pasado, pero que todavía no está bien. Se han sincerado muchos precios, se salió del fuerte atraso cambiario con una devaluación que llevó el dólar a $800, se resolvió gran parte del problema de la deuda que los importadores tenían con el exterior, se aumentaron las reservas, las cuentas fiscales muestran equilibrio, se llegó a un acuerdo con el FMI para afrontar los pagos que quedan del programa, se logró bajar significativamente el riesgo país y se logró avanzar en algunas reformas como el caso de la derogación de la ley de alquileres.

Sin embargo, no todo ha sido color de rosa. El fuerte aumento en la inflación, aunque haya sido temporario, le ha pegado fuerte a los ingresos de los jubilados, hubo una fuerte caída en el consumo y la recesión es la más fuerte que se ha vivido en tiempos normales desde la crisis del 2001, al mismo tiempo que la pobreza ya ronda el 57%, una cifra altamente preocupante. También hay preguntas respecto de si se podrán mantener el crecimiento cero de la base monetaria, la depreciación del 2% del tipo de cambio o del equilibrio en las cuentas fiscales, que hasta ahora han funcionado bien.

Las dudas sobre la política cambiaria surgen de nuestra historia en la que tantas veces las crisis surgieron como resultado de tener un tipo de cambio atrasado que finalmente termina en devaluación. Ejemplos sobran, como la Tablita de Martínez de Hoz o más recientemente con la convertibilidad.

Este programa tuvo una devaluación inicial fuerte que dejaba un colchón para una futura apreciación real, y en ese momento se anunció que por un tiempo se iba a mantener una depreciación del 2% mensual. Esa regla se viene manteniendo y el tipo de cambio real se viene apreciando, aunque por ahora no es claro que estemos en territorio de atraso cambiario. El principal riesgo es que si la inflación no baja rápido, entremos una vez más en zona de atraso cambiario con las consecuencias que bien conocemos.

Un tema relacionado es la eliminación del cepo y la unificación cambiaria, que son dos caras de la misma moneda. Estas medidas son fundamentales para el normal desempeño de la economía y para atraer inversiones. Por ahora el Banco Central ha mantenido el cepo financiero casi tan férreo como en el último período de Sergio Massa, aunque ha dado pasos importantes para facilitar importaciones de bienes y servicios. Remover el cepo requiere cambios importantes en el régimen cambiario, ya que no estará más la represión financiera que hoy permite mantener tasas de interés que están muy por debajo de la inflación; un desafío para el Banco Central.

El segundo tema es la reducción del déficit fiscal. Por ahora el Gobierno está manteniendo a rajatabla el equilibrio de las cuentas fiscales, lo cual es un gran mérito. Sin embargo, mirando hacia adelante habrá que buscar una manera de reemplazar el impuesto PAIS, que recauda 1,5% del PBI (o sea casi un tercio del ajuste fiscal), y también de la deuda flotante que se genera por postergar pagos. Seguramente habrá formas de hacerlo, como la reducción de los subsidios o la baja del mínimo no imponible al impuesto a las ganancias, pero va a ser difícil pensar que se puede mantener a costa de una licuación de jubilaciones y sueldos del sector público. En el mediano plazo hace falta más motosierra y menos licuadora.

El tercer tema es ver si se puede mantener el ‘crecimiento cero de la base monetaria' dado que durante este período se logró en base al Bopreal y a las recompras de bonos que le hizo el Tesoro al Banco Central con excedentes de caja. Estas dos fuentes parecen difíciles de mantener, con lo cual no queda claro que recursos tendrá el Banco Central para lograrlo.

Otro desafío será la implementación de reformas estructurales, un tema central en la agenda de Milei y fundamental para generar crecimiento. Ya vimos que la batalla para el cambio no será fácil porque hay intereses creados que usan toda su munición para bloquearlo. Ha habido algunos avances en la ley de alquileres y en desregular algunos sectores como con el internet satelital o la política de cielos abiertos. Pero faltan algunas reformas claves como la laboral, la impositiva y la previsional donde el Gobierno ha tenido reveses en el Congreso.

En resumen, un balance positivo de los primeros cien días, pero con muchos desafíos por delante. Parte del desafío será lograr políticas macro sostenibles y evitar las marchas y contramarchas del pasado. La otra parte es lograr que se avance con las reformas estructurales, para lo cual será necesario ganar batallas en el Congreso. Por ahora licuadora, motosierra y pelear con la casta sirvieron, pero hacia adelante parece indispensable empezar con la sintonía fina en lo monetario y fiscal y mostrar cintura política para avanzar con las reformas que necesita el país.