En los medios

La Nación
13/12/24

Las claves para conseguir un ascenso. Carta de fin de año para los ejecutivos del futuro

El profesor del MBA y Executive MBA ofreció recomendaciones para conseguir un ascenso laboral.

Por Andrés Hatum
Estimados futuros gerentes, directivos, ejecutivos y afines: Ya cerca de fin de año, les escribo unas reflexiones sobre lo que tienen que hacer cuando lleguen al poder. También les voy a escribir sobre por qué no van a llegar al poder si se portan como unos burros.

No les voy a mentir. Sepan que me encanta estar aquí para aconsejarles y que considero un honor que me hayan elegido para hacerlo. Creo, de todas formas, que no tuvieron opción; pero no importa, intentaré ir al grano.

Hagamos un ejercicio de imaginación. Pensemos que es el año 2034, ustedes tienen 40 años o algo más, y la posibilidad de ser promovido a gerente general. En ese momento, el número uno de la empresa está dejando el cargo, puede ser algún downsizing o porque se retira. Sin importar la razón, se trata de una gran oportunidad. Los candidatos han tenido un desempeño brillante, porque siempre les dijeron que tenían potencial; y como tenían potencial los pusieron en programas hasta que reventaron. Pero en la empresa se dieron cuenta que eran buenos. Dejaron tiempo personal por el profesional, pero lograron dedicarle al trabajo más tiempo que otros en la función. Sí, es cierto que en el camino se perdieron nacimientos, cumpleaños, actos escolares... pero no importa, ya están cerca de tener poder. Todo el poder.

Llegan a la oficina, pero antes hacen una escala técnica en el psicólogo ya que uno a los 40 empieza con varias cosas: psicólogo, reiki, yoga, y por qué no tarot, para tirarse las cartas y conocer el futuro. El tarotista les dijo que eran el elegido/a, y en el reiki encontraron esa paz para llegar con la mejor sonrisa al trabajo en un día tan especial.

Llegan y el director de recursos humanos los estaba buscando. Los llama. Van a la reunión. Ya van saboreando el sabor del éxito: piensan en esa oficina espectacular en el piso 45, el auto alemán con olor a nuevo siempre, el vestuario a renovar para parecer más impresionantes. En fin. El director de recursos humanos los recibe y les dice: dos noticias, una buena y una mala. La buena es que tuviste un año fantástico, tu bono va a ser increíble. Gracias por dejar la vida por este trabajo. La mala noticia es que no vas a ser ascendido. ¿Pero cómo puede ser? ¿Quién fue el o la elegida? ¿Por qué ellos? ¿Por qué yo no?

Las mínimas del management
Si estuviera Peter Drucker vivo, les daría las máximas del management. Como yo estoy lejos de ser Peter Drucker, les voy a hablar de las mínimas del management, que son las mínimas cosas que si no se tienen, será imposible alcanzar el ascenso.

Por supuesto que es imprescindible tener un buen desempeño, así como demostrar ética, integridad y carácter, por supuesto. También tener el impulso de liderar y asumir mayores niveles de responsabilidad. Sin embargo, hay factores de veto por los cuales alguien puede no terminar siendo ascendidos.

El primero es carecer de habilidades interpersonales. Esto sucede por haber estado en su propio cubículo porque ahí es fácil, es una zona de confort. ¿Para qué salir y mirar qué pasa alrededor y a las personas que están cerca de ustedes?

Segundo, tratar a los demás en forma insensible y dura, sin demostrar el menor interés por el otro.
Tercero, poner el interés propio por sobre la empresa. No significa ser iluso en esto. Uno quiere el bien personal, pero cuando hablo de la empresa me refiero en cómo el accionar de una persona afecta a los otros
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Finalmente, tener una perspectiva estrecha o provinciana del negocio o de la organización. Y esto se da porque se estaba muy cómodo en esa posición, no aceptar una expatriación porque preferiste llegar a la casa
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Además de mejorar y revertir todo esto, ¿qué más se puede hacer para ser ascendidos? Evitar a otra clase de imbéciles: la persona que se aferra al poder. Son los débiles de carácter, inseguros, que necesitan el poder para sentirse alguien. Esos en algún momento caen, por eso hay que estar lejos, para no contagiarse, para no ser maltratado por ellos. Podrán pasar 2, 4 o 6 años pero en algún momento caen. Lo mejor es no estar cerca de esa caída, ya que puede ser fuerte.

Pasión y reconocimiento
Hay tres claves para lograr seguir creciendo y no pasarla mal. Veamos:
• Ser apasionado en la vida profesional. Esto significa simplemente hacer muy bien lo que se tiene que hacer, con ganas y, por qué no, también con diversión. La pasión es la energía que uno espera que se libere con cada actividad que se encara: ya sea una presentación, un informe o cualquier otra tarea. Esa pasión se ve, alguien la ve. Todos somos vistos por alguien en algún momento. Y la realidad es que la energía que se le pone a las cosas va a permitir que alguien vea el esfuerzo y le terminé dando la oportunidad que se está buscando.

• Buscar ser reconocidos. La gente apasionada que le encanta lo que hace y lo hace con convicción, es definitivamente reconocida. El reconocimiento es bueno, se disfruta siempre que sea con humildad y con generosidad para que otros sean también exitosos.

• La vocación es clave. Una anécdota personal que creo clarifica el tema. Mi hijo Nicolás cuando estaba en cuarto grado me vino a decir que iba a estudiar trombón en la escuela. Le pedí por favor me mostrara una foto de ese instrumento ya que mi conocimiento de instrumentos de viento llegaba a la flauta. Le pregunté por qué había elegido el trombón y su respuesta fue "Papá, todas las nenas eligen flauta, todos los nenes eligen violín. Nadie elige trombón y yo quiero entrar a la orquesta. Si elijo el trombón, seguro que entro". Es la lógica implacable de los chicos. En ese momento dos sensaciones me vinieron: primero, estaba criando un monstruo. Segundo, tenía que tener una charla con mi hijo sobre lo que era la vocación. Si uno trabaja acorde a la vocación, la identidad profesional fluye.

Finalmente, es importante la convicción de que quieran lograr sus objetivos y llevarlos adelante. Hace unos años atrás tuve la oportunidad y, por qué no el privilegio, de escuchar y charlar con Liz Murray, hoy una mujer de 44 años. Casi con 15 años se queda en la calle y sus padres van muriendo debido al VIH producto de una vida de adicciones. Según sus propias palabras "comíamos cubos de hielo porque nos llenaban. También compartíamos un tubo de pasta de dientes para cenar". Luego de arduo trabajo termina estudiando en Harvard. Al preguntarle qué le había dado la fuerza para cambiar su destino su respuesta fueron dos palabras: perseverancia y convicción. A partir de ese momento pensé que nada era imposible de lograr. Perseverancia y convicción.

Hay que tomar los riesgos que sean necesarios para generar los resultados que se esperan, pero sin cometer un suicidio profesional. Con estas ideas no quiero decir que van a ser exitosos, ricos o famosos. Lo único que espero es que sean felices.