Di Tella en los medios
La Nación
1/03/10

Desafíos de un gobierno que no tiene mayoría legislativa

Ana María Mustapic

Desde el momento en que en diciembre se conformó el nuevo Congreso, tenemos gobierno dividido. Esta es una situación que sólo ocurre en los regímenes presidenciales y se produce cuando el Ejecutivo no cuenta con mayoría en el Congreso.

No es, por cierto, una configuración novedosa en nuestro país. Alfonsín y De la Rúa, por ejemplo, debieron gobernar con un Senado con mayoría justicialista. Tampoco lo es en presidencias como la de Estados Unidos; durante 30 de los últimos cuarenta años los estadounidenses vivieron bajo gobiernos divididos.

El gobierno dividido es un problema para los presidentes porque afecta su capacidad de iniciativa. A su vez, casi siempre es una oportunidad para la oposición para hacer notar su presencia en el Congreso. Pero, sobre todo, suele ser asociado con crisis de gobernabilidad por los riesgos de parálisis institucional que acarrea. La pregunta que se plantea es: ¿cuáles serán los vínculos entre la Presidenta y el Congreso ante este nuevo escenario? Mi respuesta breve es: lo que la Presidenta decida.

En términos institucionales, el Ejecutivo, con su poder de veto, tiene ventajas estratégicas sobre la oposición. La oposición tiene poca capacidad de promover iniciativas propias que no estén dentro de las preferencias del Ejecutivo. El Gobierno siempre las puede vetar. En cambio, aun cuando la oposición pueda decidir no tratar iniciativas del Ejecutivo, éste puede recurrir a otras herramientas para intentar llevarlas adelante. Sin embargo, no siempre esas otras herramientas estarán disponibles. ¿Qué estrategias puede adoptar el Ejecutivo?

Centralmente son tres: enfrentamiento, cooperación o ambas cosas. El enfrentamiento es una estrategia a través de la cual se autoinfligiría daño. La descarto por esa razón. La cooperación no está en los genes de esta presidencia. Queda, pues, el escenario en el que se van a alternar el enfrentamiento y la cooperación.

La cooperación requiere la conformación de mayorías y, dada la situación de virtual empate, en cuanto a número de legisladores, entre Gobierno y oposición, esas mayorías pueden ser cambiantes. En primer lugar, es probable que en algunas ocasiones, seguramente excepcionales, por ejemplo el tema de las Malvinas, se consiga la unanimidad, esto es, la cooperación lisa y llana entre Gobierno y oposición. En segundo lugar, dado que la oposición no constituye un frente cohesionado, en ocasiones las mayorías se formarán entre el Gobierno y sectores de la oposición.

Finalmente, a medida que se acerque el final del mandato presidencial, es muy probable que comiencen a exhibirse fisuras en las fuerzas del Gobierno. En ese caso, quizá las mayorías puedan conformarse entre sectores del Gobierno y sectores de la oposición.

¿Qué nos muestra esto? Que existen alternativas a la parálisis como desenlace inevitable de la coyuntura institucional actual.

Politóloga de la Universidad Torcuato Di Tella

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