Claudia Romero: "Es urgente reformular integralmente la escuela secundaria"
"La educación va a mejorar, en la medida en que, como sociedad, estemos dispuestos a exigirle más a la escuela" sostuvo Claudia Romero, directora del área de Educación de la Torcuato Di Tella. La especialista opinó además que el nivel secundario necesita de "una reformulación integral", y respecto a la apuesta tecnológica para superar el receso escolar, consideró que "no estuvimos a la altura de las circunstancias".
Claudia Romero es profesora y licenciada en Ciencias de la Educación y doctora en Educación por la Universidad Complutense de Madrid. Posee una vasta experiencia profesional en el ámbito de la educación media en instituciones públicas y privadas. Se ha especializado en asesoramiento pedagógico e institucional y en capacitación de docentes y directivos; además de ejercer la docencia en las universidades de Buenos Aires, Belgrano y Morón. Es autora de diversos trabajos de investigación y publicaciones en medios nacionales e internacionales. El que sigue fue el diálogo con EducaRed.
EducaRed: El nivel secundario es hoy el nivel más problemático y el que presenta mayor déficit en relación con las propuestas que ofrece. ¿Cuándo y por qué se ha agudizado el deterioro de la formación en la escuela media? ¿Qué factores pueden ayudarnos a comprender la profunda crisis del sentido y de la identidad que atraviesa el nivel medio?
Claudia Romero: Hay que mejorar las condiciones para que el docente sea lo que esperamos que sea. Que se pueda involucrar con la vida de su escuela. Ésta es una condición primaria y no sucede por la fragmentación que caracteriza a la escuela media. Estoy hablando de un rol integral, que el profesor pueda estar con los alumnos, desarrollar una cierta relación afectiva, y eso implica tiempo y trabajo conjunto entre los docentes en la escuela. Que empiecen a tener cargos, una planta estable; que además de tener horas de clase, tengan horas de trabajo fuera de clase. Y también un trabajo de desarrollo de la carrera docente, es decir, que se pueda ir avanzando en la carrera, progresar en un sistema que reconozca los logros, y eso hoy no lo tenemos. Se necesita diseñar una política de desarrollo docente que le dé todos los apoyos necesarios.
ER: En la última década, la enseñanza secundaria se ha universalizado en el país. ¿Cuáles son los nuevos desafíos que conlleva la democratización del sistema educativo?
CR: La secundaria lo que necesita es una reformulación integral, cómo se piensa la enseñanza y el contenido curricular, qué y cómo se enseña. También tenemos que pensar nuevos roles y funciones adentro de la escuela, como los tutores, que son fundamentales para hacer un acompañamiento para estos sectores que están ingresando, no sólo para los chicos con problemas, sino el tutor como ese rol que permite al alumno tomar conciencia de su propio proceso de aprendizaje y poder identificar las fortalezas y debilidades de su rol de estudiante.
ER: Cuatro de cada diez adolescentes de los últimos tres años del secundario cursan en un año inferior al correspondiente a su edad o abandonaron los estudios. ¿A qué atribuye los altos índices de fracaso en la escuela secundaria? ¿Qué cambios cree que deberían ponerse en marcha para producir transformaciones a corto y mediano plazo plazo?
CR: A veces se dice que los cambios en educación son muy lentos, pero hay cambios que se pueden poner en juego ya. Uno esencial es el de cursada de la escuela secundaria, es decir, de cómo los alumnos aprueban o desaprueban, ese régimen de promoción hay que revisarlo. Hay muchos ejemplos en el mundo, sistema de créditos, contratos cuatrimestrales de trabajo, tiene que ser un plan más flexible, con posibilidades de renovación. En la escuela secundaria pasan cosas aberrantes como, por ejemplo, que un alumno repite un año porque se llevó dos materias del año anterior. Cuando se ofrece ese régimen, que es una locura, es muy difícil hablar del sentido de cada una de las materias.
Otro es la revisión del trabajo de los docentes, la promoción por cargo y la generación de un proyecto institucional. Para esto necesitamos más recursos. Se está aportando mucho más para educación y no se gasta muy bien, entonces hay que redefinir cómo gastamos los recursos y la reestructuración será posible.
ER: A su criterio, ¿cuáles son las áreas qué deberían atenderse prioritariamente para mejorar la calidad de la enseñanza? ¿Cambios en el curriculum, las metodologías, una formación docente que atienda y comprenda la cultura adolescente?
CR: El área de la gestión, en el sentido de escuelas mucho más integradas a la comunidad, al mundo del trabajo, rodeadas por otras instituciones como universidades, empresas, por otras organizaciones que la apoyen y la alimenten. La escuela tiene que estar muy abierta al entorno, interactuar profundamente. La gestión no es una cuestión gerencial, sino que hablo de armar un proyecto educativo que no esté cerrado, que incorpore las fortalezas y las debilidades de la sociedad en la que está inmersa porque las escuelas son de la comunidad. A veces creemos que las escuelas son del Estado o de los alumnos…
ER: Usted propone hacer de la escuela un proyecto, una comunidad democrática de aprendizaje. ¿Cuáles son los puntales de ese proyecto?
CR: Que haya una formación básica común para todos, pero que después pueda haber recorridos especializados y que los chicos participen de esa elección activamente. Me imagino escuelas donde sí se formen algunas actividades, pero eso requiere también redefinir el sistema de evaluación, porque el actual se basa sólo en los contenidos y la verdad es que deberíamos en algunas áreas, definir competencias básicas y sostenerlas a lo largo de toda la escolaridad. Porque en realidad, la escuela secundaria en base a competencias, forma parte de la educación básica, a partir de su obligatoriedad. La tradición de la escuela secundaria es la de los contenidos y a mí me parece que algo de eso se puede conservar, está bien tener áreas y dentro de eso poder definir competencias básicas, en distintos grados de logros.
ER: ¿Qué cambios propondría en relación con la formación docente en el nivel?
CR: En términos de la formación docente, creo que hay que empezar a trabajar fuertemente ahora, porque cualquier cambio necesita de por lo menos cuatro años. Esa es una medida para ejecutar ya. Los docentes en la escuela secundaria provienen de los profesorados y a veces no todos logran transmitir el clima universitario, justamente porque algunos lo desconocen. Yo diría que lo deseable sería que en el nivel medio, no sé si formar para estudios superiores, pero lo importante es ayudar a los alumnos a encontrar una voz propia, que puedan reconocer qué saben, qué les gusta, qué aspectos tienen de sus vidas facilitadas, cuáles son las cosas que les cuestan. Que se enfoque a un proceso de autoconocimiento. En la secundaria los chicos tienen que recibir información y tienen que poder encarar un trabajo personal, que todos estos conocimientos le sirvan para pensar el futuro, qué quieren hacer y cómo lo quieren hacer.
ER: ¿Qué rol le asigna a las nuevas tecnologías en la construcción de ese nuevo proyecto? ¿Cómo intervienen en el cambio esperado?
CR: Es un desafío cómo se van a integrar a la escuela las nuevas tecnologías, que es un dato central en la vida de los adolescentes, que utilizan muchos recursos informáticos e Internet para cosas básicas en su vida como es la socialización, el intercambio afectivo con sus amigos. Es una herramienta absolutamente incorporada en los chicos y la escuela algo va a tener que hacer con eso. Evidentemente, estamos bastante lejos de incorporar activamente esta herramienta en las escuelas.
ER: ¿Cómo la escuela puede crear, transmitir y acompañar situaciones de aprendizaje en los nuevos entornos digitales y la implementación de las nuevas tecnologías?
CR: Las nuevas tecnologías ponen la información más disponible, es más barata y más accesible; por eso es un elemento de democratización. La verdad es que muchísimos alumnos que no pueden acceder a los libros o los apuntes, sí pueden acceder al material on line.
Con la suspensión de las clases por la emergencia sanitaria, por ejemplo, se produjo una situación inédita y grave: hubo escuelas que no continuaron, que los alumnos no hicieron nada; sin embargo, hubo otras que, en el otro extremo, se transformaron en escuelas virtuales y siguieron funcionando con otra localización espacial y virtual. Esos alumnos siguieron trabajando gracias al uso de nuevas tecnologías y el proceso de aprendizaje continuó y los profesores trabajaban 4 ó 5 horas por día y los chicos también.
ER: Hoy se discute mucho la idea de un curriculum organizado en torno a las competencias. ¿Cuál es su opinión sobre esta propuesta?
CR: Hay lugares donde esto funciona. A priori no veo que en la Argentina estemos yendo en esa dirección, me parece que nuestro curriculum va a seguir centrado en áreas de conocimiento. Nuestra tradición va más en esa dirección, en la escuela media, es sabio mantener la historicidad del curriculum. Yo me inclinaría a definir áreas del conocimiento, y darle flexibilidad a ese curriculum, darle materias electivas, que los alumnos puedan decidir, acompañados por un tutor, con un recorrido, que permita interactividad.
ER: ¿De qué manera se puede trabajar para establecer puentes y fortalecer la relación entre la enseñanza media y la superior? ¿Qué experiencias de articulación pueden servir de ejemplo para pensar políticas en este sentido?
CR: Yo no creo que los problemas de la educación los arreglan los ministros, los van arreglando las sociedades, que son las que en todo caso, presionan a los ministros para que gestionen mejor. La educación va a mejorar, en la medida en que, como sociedad estemos dispuestos a exigirle más a la escuela. Asumirlas como propias, sea privada, sea pública. Generar esta conciencia de compromiso, por decir una palabra que está muy gastada.
ER: Según el estudio que usted ha llevado adelante desde la Torcuato Di Tella, ¿cómo pueden evaluarse las acciones que realizó el Ministerio de Educación a fin de mantener la actividad escolar de los alumnos durante el receso? ¿Cuáles fueron las fortalezas y las debilidades en esas acciones?
CR: Se asumió como natural que se suspendían las clases pero que la escuela iba a seguir en las casas. Me parece que esa fue una apuesta en la que no estuvimos a la altura de las circunstancias; no es cierto que la escuela continuó en las casas, por lo menos no todas las escuelas. Según un sondeo que hicimos, vimos que algunas instituciones pudieron continuar pero muchas otras no. Ahora viene la segunda cuestión, se podría haber decidido, suspender las clases, extenderlas en diciembre y listo, a los alumnos brindarles alguna actividad recreativa. Lo que me preocupa de esto, es el caso de los alumnos que no vuelven a la escuela; porque los que regresen, podrán ir recuperando algunos contenidos de la enseñanza. El problema son esos chicos de los sectores más pobres, que tienen una conexión muy débil con la escolaridad, y donde la escuela tiene que competir con el trabajo; es ese chico que a los 15, 16 años trabaja. El desvincular a ese chico de la escuela durante un mes, seguramente va a producir abandono.