Di Tella en los medios
El Cronista
9/06/17

Gala Díaz Langou: “En la Argentina tenemos la licencia por paternidad más corta de América Latina”

La graduada de la Licenciatura en Estudios Internacionales de la UTDT opina junto a la especialista Patricia Debeljuh acerca de un eventual cambio en el régimen de licencias familiares

Mientras en Noruega los hombres pueden acceder a una licencia por paternidad de 14 semanas, en la Argentina les corresponden sólo dos días. Si bien los beneficios de una extensión de las licencias están mundialmente demostrados -mejor work-life balance, mayor involucramiento de los varones en una etapa clave de la crianza y hasta una potencial reducción de las desigualdades de género en el ámbito laboral-, aquí la reticencia se vincula con quién (estado o privados) asumen el costo de ese período

Patricia Debeljuh es Doctora en Filosofia (Universidad de Navarra) y Licenciada en Relaciones Industriales (UADE). Actualmente es la Directora del Centro de Conciliacion Familia y Empresa (CONFyE) del IAE Business School de la Universidad Austral.

Gala Díaz Langou es Magister en Politicas Publicas y Gerenciamiento del Desarrollo (Universidad de San Martin y Universidad Georgetown), y Licenciada en Estudios Internacionales (Universidad Torcuato Di Tella). Es la Directora del Programa de Proteccion Social de CIPPEC.

 

¿Cómo impacta el nuevo modelo de paternidad en el mundo laboral?

 

PD: En realidad, los varones están asumiendo un rol mucho más participativo a la hora de atender las tareas de cuidado. Esto viene de la mano de una transformación en la sociedad que, básicamente, pasa por la incorporación masiva de la mujer al trabajo fuera de casa. Estamos hablando de dinámicas del mundo del trabajo que impactan en la familia, y viceversa. El régimen de licencias actual está unido a una ley de contrato del trabajo de hace 40 años. Y, sin dudas, hace 40 años la realidad del trabajo y de la familia eran muy diferentes a las de hoy.

GDL: El modelo típico de familia -hombre que sale a trabajar y mujer que se queda en la casa-, es cada vez más raro en nuestras sociedades.

En particular en América latina, donde ese proceso se ha ido acelerando. Y esto fue cambiando por el surgimiento de distintos tipos de familia -como las homoparentales-, pero también por la incorporación de las mujeres en el mercado laboral. A nivel agregado, esto conduce a lo que se conoce como una crisis del cuidado, en la cual las tareas tradicionales que realizan las familias se ven, en un punto, colocadas bajo la tensión de la falta de tiempo por la necesidad de salir a trabajar.

 

¿Cuáles son los beneficios de la extensión de las licencias por paternidad?

 

PD: El primer beneficio pasa por ayudar al propio varón a asumir su rol de padre. Eso tiene que ver con un cambio cultural, porque aún cuando las empresas pueden dar una extensión de licencia, piensa que tiene que volver a trabajar o incluso puede estar hasta mal visto por el resto de sus compañeros que se tome esa licencia. Por ejemplo, una directiva número 1 puso licencias por paternidad en la empresa y al principio sólo dos se la tomaron; al segundo año, no llegaron ni siquiera a la mitad; al tercero, la directiva decidió que se la tomaran obligatoriamente. Además, las mujeres también salen muy beneficiadas, porque no es lo mismo estar sola que acompañada y contar con la ayuda del marido para atender a los otros hijos. Y, por supuesto, el nuevo hijo tiene todo el derecho del mundo de ser gozado y mimado por su propio padre. Son tantos los beneficios de la extensión de la licencia que hay empresas que ya la están dando, más allá de la ley.

GDL: La expansión de las licencias por paternidad -como la creación de licencias familiares que puedan ser de uso indistinto por los adultos a cargo-, contribuye a una mayor productividad.

En primer lugar, porque una paternidad más presente y más responsable genera mejores condiciones para el desarrollo de los niños y de todas las conexiones neuronales que se van estableciendo en esos primeros años.

Y, en segundo lugar, porque contribuye a una mejor inserción laboral de las mujeres, ya que esta distribución de roles más equitativa al interior del hogar revierte, en alguna forma, la discriminación por género en el mercado laboral.

Hoy, un empleador, ante igualdad de condiciones, elige contratar a un varón porque no corre el riesgo de que se tome 3 , 4 ó 6 meses de licencia.

 

¿Cuáles son los mitos a derribar?

 

PD: Las licencias están asociadas al mito de que el trabajador no produce. Pero cuando las empresas apoyan las demandas de responsabilidades familiares de sus colaboradores, ellos regresan al ámbito laboral muchísimo más motivados, y eso incide directamente en su productividad. Por ejemplo, para las empresas que quieren bajar los niveles de ausentismo, trabajar en pro de la conciliación trabajo-familia y ofrecer estos beneficios redunda directamente en que la gente no falte. Hay mucho ausentismo encubierto dentro de las organizaciones: gente que, a lo mejor tiene una necesidad familiar y no la puede blanquear, entonces dice que se va a renovar el carnet de conducir porque así nadie le va a hacer problema. Pero si el hijo tiene fiebre y lo tienen que llevar el médico, no quiere llevar el problema a la agenda de la empresa.

GDL: Uno de los principales es que las licencias disminuyen la productividad, y está demostrado -por varios estudios que existen en países similares al nuestro- que no es el caso.

Otro de los mitos es que el cuidado corresponde a la esfera privada y, en particular, a las mujeres. Hay que entender que la crianza y el cuidado, sobre todo de los niños pequeños, es probablemente una de las funciones más importantes que se cumple en la sociedad y que, por lo tanto, somos todos corresponsables de eso, incluso estamos obligados por la Convención Internacional de los Derechos del Niño, por lo que se establece en nuestra Constitución y por un montón de herramientas normativas. Entender eso implica socializar mejor esa tarea y contar con dispositivos de política pública que ayuden a las familias a conciliar mejor las tareas reproductivas con las productivas.

 

¿Por qué el atraso normativo?

 

PD: Creo que la Argentina arrastra una política social que va dirigida a necesidades puntuales y, en realidad, tendríamos que mudar a una política social cuyo eje sea la familia.

Desde el Estado, podés ayudar al que quedó desempleado, a la mamá que está sola, al chico joven que no encuentra trabajo... Pero son todas políticas sociales dispersas. En cambio, los países -como Chile y Uruguayque han empezado a trabajar más con foco en el fortalecimiento de la familia, enganchan sus políticas en función de un núcleo central que es permanente. Una cosa es ver cómo se puede solucionar un tema puntual, como es la llegada de un hijo, y otra cosa es pensar cómo acompañar a las familias en las distintas necesidades que tengan a partir de las responsabilidades de cuidado que asumen. Y el apoyo que se le pueda dar a un empleado y a su familia dentro de una empresa tiene que tener esa misma mirada de inclusión, de integrar todas las demandas que le supone atender a su familia, y no quedarse sólo en el caso puntual.

GDL: Estamos atrasadísimos respecto del mundo y de la región también. En la Argentina tenemos la licencia por paternidad más corta de América Latina y no existe la licencia familiar a nivel nacional. La licencia familiar es una cantidad de días que puede ser distribuida (je la forma que más le parezca a cada familia y pueda ser usada por cualquiera de los dos adultos a cargo.

 

¿Cuál sería la cantidad de días óptima y por qué?

 

PD: Dos días dice la ley, y creo que es totalmente insuficiente. Creo que cuantos más días, mejor. Pero, ¿cuántos más? A mí me parece que, por el contexto en el que estamos, ya conseguir el doble va a ser un montón. Pero esto tiene que ser acompañado por el cambio cultural que supone: que la sociedad sea consciente de que es bueno que el papá esté cuidando a su hijo y acompañando a su mujer que acaba de parir. Extender la licencia lo más que se puede me parece buenísimo, pero creo que no sólo deberíamos quedarnos en eso sino también en ver cómo favorecemos, desde la opinión pública, que el varón empiece a asumir más estos roles.

GDL: Desde CIPPEC, nuestro escenario de máxima es que se expanda la licencia por paternidad a 30 días y que se cree la licencia familiar de 60 días. Esto, obviamente, es un escenario muy lejano a la realidad y es complicado, pero es importante entender que se puede llegar a ese escenario ideal de una forma gradual. Pero, más allá de la cantidad de días, es importante también ver quién tiene acceso... Hoy, en la Argentina, sólo una de cada dos personas que es padre puede gozar de una licencia, porque la otra mitad son trabajadores informales, monotributistas o autónomos, o están bajo algún régimen que no brinda la posibilidad de tener una licencia. Por eso, lo más importante es unlversalizar el acceso a las licencias y que la puerta de entrada sea la tenencia de un hijo, no necesariamente el estatus en el mercado laboral.

 

¿Quiénes se oponen a la definición de un período concreto?

 

PD: Las empresas que han visto esta realidad porque les llegó a la agenda son las que se anticiparon ofreciendo este beneficio porque entienden que el papá también tiene un rol que jugar con la llegada del nuevo hijo. Pero, evidentemente, eso lo hace cada empresa porque quiere. Si uno quisiera que este beneficio fuera para todos, ahí interviene el Estado.

GDL: Hay muchas reticencias. Por un lado, del sector privado -aunque las grandes empresas son probablemente las que más avanzaron en esta materia-, las cámaras empresariales y las Pymes, a las cuales la licencia de un trabajador les implica un peso relevante en la organización del trabajo diario y por eso se oponen a una expansión de las licencias. La otra gran fuente de reticencias es el sector público, sobre todo por el costo fiscal que tiene esta propuesta, y que implica que Anses desembolse recursos para cubrir el salario de las personas que tienen hijos de una forma mayor a la actual. Estimamos el costo de esta propuesta y es un poquito más de medio punto del PBI para el período 2016-2019. El punto clave, que no termina de entrar en el debate público, es que esto no es un costo: es una inversión que tiene retornos económicamente cuantificables en el mediano plazo.

 

¿Por qué cree que está frenada la discusión en el congreso?


PD: El año pasado se armó una comisión mixta -con representantes de todas las bancadas y con asesores externos- que está, precisamente, aunando todos esos proyectos de ley que habían quedado del Gobierno anterior.

Está claro también que, si uno habla de extensión de licencias, eso tiene un costo, y ahí tiene que intervenir el Estado para ver quién lo asume. Porque las empresas que lo están haciendo ahora, obviamente lo asumen voluntariamente porque quieren que sus empleados estén más presentes en sus familias. Pero hay otras empresas que no lo hacen. En un contexto como el actual, de tanto empleo informal, hay que equilibrar bien los intereses porque todo no se puede, por lo menos en el corto plazo.

GDL: Diría que casi todos los bloques tienen algún proyecto presentado sobre el tema de licencias. En términos generales, hay una multiplicidad enorme de proyectos, todos con una lógica fragmentada y, la gran mayoría, con un sesgo maternalista que sigue presente.

Hay una iniciativa interesante de la Comisión de Familia y de la Comisión de Legislación para el Trabajo de la Cámara de Diputados de la Nación, que están trabajando de forma conjunta para unir dos dictámenes que habían logrado alguna especie de consenso.

Ahí se está buscando tener una perspectiva más integral de la totalidad de las licencias con las cuales puede contar una familia, pero no se avanza para nada en el enfoque de universalidad del derecho a las licencias. Y la verdad es que este año, con la poca cantidad de sesiones que ha habido en el Congreso, hasta donde tengo conocimiento esta comisión no se ha vuelto a juntar. Es un tema que quedó en stand by por la campaña.


¿La principal disputa es por quién asume el costo: estado o privados?


PD: Creo que, al menos por lo que he hablado con distintos funcionarios, hay conciencia de que parte de estas transformaciones llevan a cambios. Lo que también está claro es que hay prioridades a la hora de la gestión pública y que primero hay que mejorar algunos otros indicadores -que pasan mayoritariamente por lo económico-, que son los que después permitirían poder hacer esto. No hay reticencias, por lo menos hasta donde yo puedo ver, en cuanto a la importancia del tema. Lo que sí me parece es que las reticencias surgen a la hora de implementarlo. Y la implementación, más allá del número de días, es quién se hace cargo de este costo. Trasladarlo al empleador parece bastante inviable. Además, tenemos un nivel de empleo informal tan alto que, a veces, este tipo de políticas pueden ser inviables en el corto plazo, por más de que todo el mundo esté de acuerdo.

GDL: Creo que hay reticencia de los dos. Pero esta es una decisión que tiene que tomar el Estado como garante último de los derechos de los niños y de los padres. Creo que la oposición del sector privado es razonable, pero no necesariamente vela por los mejores intereses de la sociedad.


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