En los medios

El Cronista
9/12/24

Los logros en un año del "Plan Peluca"

Miguel Kiguel, profesor de la Maestría en Finanzas, analizó el desempeño del Gobierno tras un año de mandato de Javier Milei.

Por Miguel Kiguel
Hace un año en el país dominaba la incertidumbre y el temor a una crisis de grandes magnitudes. El primer objetivo de Milei fue capear la situación. En lo económico había esperanza, pero había preocupación en el mercado porque asumía un gobierno que no tenía experiencia en funciones ejecutivas , con una marcada minoría en ambas cámaras del Congreso , sin gobernadores ni intendentes de su partido y con una situación social delicada, que ante una chispa podía explotar.
El día uno anunció el " Plan Peluca " y lo describió como "el ajuste más grande de la historia". Lo dijo a pesar de que hasta ese momento la palabra ajuste estaba prohibida en política, ya que la habían demonizado tanto Cristina Kirchner como Macri . Sin embargo, Milei no tuvo empacho en usarla y la utilizó como una fortaleza. Y lo interesante es que la sociedad lo toleró, y por ahora lo hizo sin chistar.
Un año después vemos una economía mucho más estable, con déficit cero , con la inflación mucho más controlada (aunque no seamos Suiza ), y con signos claros de que empezó una reactivación que, aunque lenta, se va expandiendo a cada vez más sectores. Vemos una brecha cambiaria que se ha vuelto inexistente y con el riesgo país en el rango de los 750 puntos básicos , estamos más cerca de la posibilidad de volver a acceder al mercado de capitales.
La base o el ancla del programa ha sido el equilibrio fiscal , que se mantuvo a lo largo del año y que fue fundamental para darle credibilidad a la política económica . Sin equilibrio fiscal hubiera sido imposible bajar la inflación, y también que el riesgo país se desplome más de 1,200 puntos básicos en un año.
Si bien el equilibrio fiscal es necesario y elogiable, hay que entender que tampoco es todo. Ayuda a bajar la inflación porque el Banco Central puede hacer política monetaria , pero se sabe que la inflación es un fenómeno monetario y no fiscal. Tampoco por sí mismo genera crecimiento, ya que para eso son también fundamentales las reformas estructurales y remover el cepo . Ni tampoco es suficiente para bajar el riesgo país, porque si bien la solvencia fiscal es central, también es importante aumentar las reservas internacionales dado que nuestra deuda es mayormente en dólares. Lo fiscal es necesario, pero no alcanza para que la economía siga mejorando.
La baja de la inflación de 25.5% en diciembre a alrededor del 2.7% en estos meses es probablemente el mayor logro del gobierno, al menos cuando uno mira las encuestas de opinión . Hay consenso sobre que el equilibrio fiscal fue fundamental, pero igualmente importante fue la política del 2% de devaluación mensual. El tipo de cambio oficial fue el ancla nominal que logró coordinar expectativas y darle credibilidad al programa antiinflacionario , que viene funcionando muy bien. Contrariamente a lo que muchos analistas dicen, no observamos que la desinflación se haya basado en una política monetaria dura. Dos elementos apoyan esta tesis. Primero que la base monetaria creció y sigue creciendo a un ritmo mayor a la inflación, y segundo que las tasas de interés han sido fuertemente negativas durante casi todo el año, cuando una política monetaria dura se caracteriza por tasas de interés reales positivas y muy altas .
Un punto débil del programa ha sido la lentitud en levantar el cepo cambiario . Inicialmente se dijo que se iba a hacer en junio, pero el arco se fue corriendo y ahora se piensa que se va a levantar recién después de las elecciones de octubre del año que viene. Lo que parece predominar es el temor de que si se levanta pueda haber una huida de los pesos que están atrapados, llevar a un salto del dólar y que genere un rebrote en la inflación . Está claro que el gobierno priorizó la prudencia, aunque pueda postergar algunas decisiones de inversión .
Un segundo punto débil ha sido la recomposición de reservas internacionales , ya que hasta ahora sólo se ha logrado que sean menos negativas (de -11,000 millones de dólares a fin del año pasado a unos -6,000 millones recientemente). Si bien estos números representan una mejora, está lejos del objetivo que se fijó a principio de año. Esta situación de bajas reservas también llevó a que el gobierno no haya desarmado el cepo cambiario. Es cierto que en los últimos meses el Banco Central ha vuelto a acumular dólares, pero una gran parte es por deuda que toma el sector privado y no por un superávit en la cuenta corriente , que es más sustentable.
Todo programa tiene sus riesgos, tanto internos como externos. El talón de Aquiles del programa sigue siendo el sector externo , con el riesgo que implica para el tipo de cambio. Además, hay que recordar que la historia de planes antiinflacionarios basados en el tipo de cambio, tanto en la Argentina como en la región, casi inexorablemente terminaron en turbulencia. El hecho de que la macro está más sólida minimiza las chances de una crisis. Pero hay que estar atentos y habrá que pensar una política de salida de la rigidez cambiaria . Esperemos que el gobierno sea consciente de eso y no se enamore del tipo de cambio fijo .
Sin embargo, mirando hacia el futuro, hay motivos para ser optimista. El déficit cero, la reducción del gasto público , la baja en la inflación, las reformas estructurales, la perspectiva de que se pueda volver al mercado financiero internacional , el incipiente crecimiento, la mejora del salario real y las buenas perspectivas de sectores como petróleo y gas y minería , son algunos de los indicadores que muestran que podemos estar ante un punto de inflexión en el crecimiento de largo plazo. Pero para la consolidación del programa económico habrá que ver cómo siguen el crecimiento y el empleo , que son centrales para bajar la pobreza todavía elevada.