Este artículo investiga el papel de las legislaturas en regímenes autoritarios argumentando que cuando están inscriptas en arreglos institucionales de poder compartido son costosas de ignorar, su diseño afecta el proceso legislativo, y son más influyentes cuando el Ejecutivo es colectivo, en lugar de personal. Estos argumentos se testean con el caso de la Comisión de Asesoramiento Legislativo de la última dictadura argentina. El análisis encuentra que la combinación de poder compartido tripartito, poder legislativo compartido por instituciones separadas, y poder de agenda descentralizado llevó a tasas de derrota del Ejecutivo y de enmiendas de proyectos de ley más altas que las típicas en regímenes autoritarios.

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