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25/11/2016

Karina Galperin y el debate por los usos de la lengua

Los chats y las redes sociales muestran cada vez más que las reglas ortográficas están pasando al olvido. Para Karina Galperín, profesora de la Universidad Di Tella, “hay una valoración desmesurada de la ortografía como índice”.

Algunos rotulan los excesos de la mala ortografía como una característica de los tiempos que corren, al relacionarlo directamente con la “liviandad” que en épocas de posmodernidad se cuela en otros planos de la vida social.

Otros, directamente sostienen que es fundamental poner un freno al fenómeno como un modo de preservar la lengua castellana.

Lo cierto es que el hecho de escribir “como salga”, sin respetar acentos, pasar por alto la H, reemplazar la Q por la K o escribir por igual “casa” y “caza” -entre otros errores- es una práctica cada vez más común.
De hecho, la tendencia a expresarse por fuera de lo establecido por el propio idioma castellano también es alimentada por algunos teóricos de las letras.

Entre ellos la investigadora y lingüista Karina Galperín, quien plantea a través de videos y textos que circulan en Internet que al momento de expresarse lo más óptimo es poner el acento en el sentido práctico de su uso, es decir, atendiendo a la pronunciación antes que nada. 

Entonces, la pregunta se dispara: ¿es necesario respetar la ortografía? Los especialistas mendocinos dedicados al estudio de las letras, el lenguaje y su uso en diferentes contextos, comparten -desde posturas más o menos flexibles respecto del tema- que la estructura de la lengua sí debe ser respetada y que las reglas ortográficas guardan una finalidad: evitar deformaciones dentro de la lengua para entregar a las generaciones futuras una lengua madre con sus límites bien definidos. 

Entre otras razones, porque el castellano tiene palabras polisémicas (se escriben igual pero tienen diferente sentido). Lo mismo ocurre con los signos de puntuación, capaces con su ausencia de modificar el sentido de una oración o frase y por lo tanto, la interpretación y presupuestos construidos entre quien escribe y su destinatario.

Para Alejandro Castro Santander, psicopedagogo e investigador en temas educativos, en los últimos tiempos se ha notado una agudización de los que él llama “horrores” ortográficos y confirma que esta situación queda más expuesta hoy en las redes sociales.

Sobre el concepto de “conciencia ortográfica”, considera que dentro del idioma hay reglas que es necesario aprender desde edades tempranas e incorporarlas para el resto de la vida.

Entre otros aspectos, porque el lenguaje es lo que permite al ser humano construir los pensamientos.

En un contexto donde la lengua escrita pierde terreno frente a las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, el desafío es grande, agrega Castro Santander, y expresa que “no podemos escribir como se nos dé la gana, porque hay reglas y consignas establecidas por la Real Academia Española”.

Desde su punto de vista, el hecho de pensar “escribo como me sale, si total me van a entender” no es un argumento válido. Dice que en realidad, esta posición está ligada a una anomia social que predomina en este siglo.

“El ser humano es de por sí caótico. Si todos hicieran eso, entonces cada persona escribiría a su manera”, dice el especialista y diferencia al relativismo ortográfico de los neologismos, expresiones necesarias surgidas del propio uso entre los hablantes y ancladas en un contexto socio-cultural determinado. 

Por otra parte, sostiene Castro Santander, la educación atraviesa por un complejo desafío debido a que el uso actual de la lengua ha sufrido de un “ajuste”, una reducción en el léxico.

"A mayor riqueza de palabras, mayor es la posibilidad de una persona para expresarse. Lo que ocurre en la realidad es exactamente lo contrario”, lamenta y agrega que el desafío en las escuelas es justamente evitar que esto ocurra.

Cuidar el lenguaje

Para Daniel Israel, especialista en psicolingüística, al momento de expresarse la ortografía, en comparación con elementos fundamentales como la cohesión y la concordancia, juega un papel más superficial dentro de un determinado texto.

“No es lo central pero sí es indispensable, porque asegura la comunicabilidad entre las personas”, detalla Israel y pone el acento en la necesidad de “cuidar el lenguaje”.

“Es un deber de todos los usuarios cuidar del lenguaje”, considera el experto para quien el predominio de la oralidad por encima del código escrito es una realidad de esta época. Las personas, en general, cada vez escriben menos en su vida cotidiana, analiza. 

Susana Hocevar, máster en Ciencias del Lenguaje y titular de la cátedra Unesco para la Lectura y Escritura en América Latina (en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo), pone el acento en la importancia de forjar la correcta ortografía desde los primeros años de la educación formal, una vez que el niño aprende a relacionar el grafema con su respectivo fonema.

“Se debe trabajar la ortografía desde el primer grado, de manera de crear en el niño una conciencia ortográfica”, explica Hocevar.

La especialista define al  castellano como una lengua muy transparente. Por eso, insiste, es importante que todos escribamos con las mismas pautas y que esto permita entendernos entre sí.

“La lengua es una y esas son las reglas, A eso hay que mantenerlo”, coincide con Israel y Castro Santander. Para ella, el uso que se hace del lenguaje a  través de las redes sociales se diferencia del que se establece en planos más formales de la vida real.

De hecho, sostiene que a través de los chats de Facebook o Whatsapp -por mencionar algunos ejemplos- surgen nuevas reglas al comunicarse.

En ese sentido, comparte su propuesta para los docentes. Menciona, por ejemplo, que un ejercicio efectivo para practicar en clase con los alumnos puede ser que, tomando como referencia una determinada charla o comentario presente en estas redes sociales, los alumnos la vuelvan a escribir de manera correcta.

En las aulas, detallan los docentes, la modalidad de escribir sin respetar la ortografía es común por parte de los alumnos.

Alejandra Olaiz, profesora de tres escuelas describe que una posición compartida por los adolescentes es que no internalizan que deben escribir de manera correcta en todas las materias y no sólo cuando están en la clase de Lengua.

“A veces me preguntan porqué les corrijo la ortografía su soy la profesora de Ética”, comenta Olaiz. Desde su punto de vista, la idea de transgredir las reglas en general es una característica de la idiosincrasia argentina.

“Los chicos en general tienen muy mala ortografía y creen que el diccionario es un elemento innecesario. En muchos casos tampoco se dan cuenta de que el sentido de una palabra puede ser diferente según cómo se escriba”, concluye la docente.  

¿Para ke cirbe la hortographía?

Karina Galperín es profesora de la Universidad Torcuato Di Tella y experta en Letras. Desde hace tiempo viene difundiendo su teoría de simplificación de la lengua, a través de la que sostiene que “hay una valoración desmesurada de la ortografía como índice”.

Incluso asegura que “eliminar letras que no sirven, cuya función se superpone con la de otras, ya se hizo. Y estamos bien”. Así justifica por qué promueve dejar de usar la H muda desde Twitter con el hashtag #VamosConLaH.

En una charla TED que tiene miles de visualizaciones en internet, sugiere para esta “nueba ortografía” empezar con 4 modificaciones: eliminar la H muda (acer, ablar, acia, zanaoria, ermoso); elegir una entre la V y la B y eliminar la otra, porque no se pronuncian distinto; dividir las funciones de G y J (el sonido suave para la G -gato, amargo, gusto- y el sonido ápero para la J -elejir, jente, jirafa, Arjentina-); y elegir dos entre C, S y Z para las dos funciones que cumplen estas letras, porque nunca cumplen tres.