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Clarín
4/03/18

Argentina y el nuevo ciclo global del dólar

Por Javier Frachi

"La divisa se fortalece a nivel mundial y complica a los países en desarrollo", explica el graduado de la Maestría en Finanzas

Argentina y el nuevo ciclo global del dólar

Los argentinos tenemos una relación especial con el dólar. No nos enseñaron cómo funciona una moneda, pero la intuición nos sirvió para mantener a salvo los ahorros de los vaivenes de nuestros experimentos políticos. Hoy en día, a la “intuición” hay que mejorarla con fundamentos para entender qué está pasando con el dólar a nivel global y cómo nos impactará.

Desde 2017, el dólar comenzó un nuevo periodo apoyado en varios eventos: la asunción de Donald Trump, la mejoría de Europa (baja del desempleo, crecimiento económico), el fin de la caída de precios de las materias primas (principalmente petróleo y metales), el alejamiento de malas noticias para emergentes (China demuestra control entre crecimiento económico y endeudamiento, el populismo se aleja de Latinoamérica y no se concreta una “guerra” comercial entre países) y la continuidad en el gradualismo en los principales bancos centrales en la suba de sus tasas de interés.

En consecuencia, desde el 1 de enero de 2017, con la asunción de Trump, el dólar a nivel global se depreció 13% en promedio, ayudando a mejorar los retornos y precios de otros activos. Los precios de las materias primas aumentaron en promedio 3% (petróleo 18%, cobre 26%, trigo 7%) y el valor de las empresas también aumentó. Las americanas se incrementaron 28%, las alemanas, 15% y las brasileras, 38%. Por último, el costo del dinero en dólares a 10 años subió 50 puntos básicos (de 2,38% a 2,85%) y a 2 años se incrementó 102 puntos (de 1,21% a 2,23%). En Europa, el costo del dinero en euros a 2 años aumentó 28 puntos básicos (-0,53% a -0,25%) y a 10 años, 40 puntos básicos (0,23% a 0,63%).

Habitualmente, el valor de una moneda está determinado por las diferencias relativas entre dos países, dado que las monedas siempre van en pares (EUR/US$, AUD/US$, US$/BRL, US$/ARS). En el menú de factores, los platos que importan son las diferencias entre las tasas de interés de los países en sus bonos de 2 y/o 5 años, el sesgo de sus políticas monetarias (contractiva vs. expansiva), competitividad, inflación, crecimiento y coyuntura.

El 2018 puede dar inicio a un nuevo periodo de apreciación del dólar frente a las monedas emergentes como el peso argentino, el real o la moneda surcoreana. ¿Por qué?

En primer lugar, el diferencial de tasas entre un bono de 2 o 5 años de Estados Unidos contra uno europeo (en euros) o australiano (en dólar australiano) está nuevamente en máximos históricos. Es decir, conviene ahorrar en dólares antes que en euros ya que un plazo fijo en EE.UU rinde 2,23% mientras en Europa, 0,63%. Tarde o temprano este diferencial hará que el euro u otra moneda comience a depreciarse, en consecuencia el euro pasaría de 1,22 a 1,12 (8% de depreciación) e impactaría nuevamente en el precio del trigo o del petróleo.

En segundo lugar, las causas naturales de la inflación y la política fiscal en Estados Unidos harán que las tasas tomen una aceleración.

Por el lado de la inflación, la tasa de desempleo está en mínimos históricos y la política migratoria de Trump hace más difícil contratar o mantener empleados. Así, las empresas que ya están compitiendo por encontrar gente ahora deberían pagar mejor para retener o contratar. Dado que la gente tiene más plata en el bolsillo, sale a comprar más. Ergo, aumenta la inflación.

Por el lado de la política fiscal, el crecimiento de EE.UU podría acelerarse al 3% anual si las empresas que repatrían sus ahorros o son beneficiadas por la baja de impuestos lo invierten en el país. Al mismo tiempo, el paquete de obras públicas de Trump podría ayudar a aumentar actividad, como sucede en Argentina.

En tercer lugar, la Reserva Federal dejará de financiar casi el 30% del déficit fiscal ya que lentamente va acotando su programa monetario.

En cuarto lugar, si ciertos países habitualmente compradores de bonos americanos dejan o disminuyen su ritmo de compra, la tasas también deberían incrementarse. Si los “nuevos” compradores de bonos americanos o financistas del déficit, como se quiera ver, son bancos, aseguradoras o gente normal, entonces un bono a 10 años debería pagar 5%, compuesto de 3% por crecimiento y 2% por inflación.

En suma, los caminos indican que la inflación tendrá otra dinámica y las tasas deberán subir. Así, el dólar en 2018 debería reflejar este escenario apreciándose. De ser así, los países con alto déficit en cuenta corriente, bajas reservas, exportadores netos de materias primas y con baja tasa de interés sufrirán. Algunos casos pueden ser Turquía, Egipto, Argentina, Brasil, Corea del Sur. En cambio, aquellos países con ahorros en cuenta corriente, sin ruidos internos, reservas y que pagan altas tasas de interés,como México, India o Indonesia, sufrirían menos.

Entonces, ¿conviene comprar dólares? Según los datos de la CFTC de Estados Unidos a inicios de la semana pasada, los inversores apostaron US$19.000 millones a que el dólar se continuará depreciando en el corto plazo contra el euro, a causa del déficit fiscal y los llamados de Trump a tener una moneda devaluada para disminuir gastos y apoyar exportaciones.

En Argentina es plausible que el peso tenga otro año de depreciación y que parte de nuestro financiamiento en el exterior deba ser en otras monedas y jurisdicciones, beneficiándonos por la depreciación de las monedas de los otros países y su bajo costo del dinero. Al mismo tiempo, sería positivo que el Banco Central recupere un sesgo contractivo(aumentando el déficit cuasi fiscal), su credibilidad en sus objetivos y se disipen los ruidos políticos y sociales, producto de nuestra indefinición sobre lo que queremos como sociedad.