Di Tella en los medios
Clarín
15/09/17

Litigios misteriosos en el mundo del arte

Por Daniela Lucena

El libro "¿Es el arte un misterio o un ministerio?", compilado por Inés Katzenstein y Claudio Iglesias (Siglo XXI), ilustra novedosas relaciones del arte con el trabajo, la literatura y su utópico objetivo de cambiar el mundo.

¿Es el arte un misterio o un ministerio? Al leer el título del libro, compilado por Inés Katzenstein y Claudio Iglesias (Siglo XXI), vinieron a mi mente discusiones de la escena artística local que llamaron mi atención en los últimos meses. Me refiero a las notas del segundo número de la revista Boba con el título: “Movimiento de (no) Trabajadores Des ocupados”; los debates en las redes por la confusa noticia sobre la gratuidad del ingreso a los museos nacionales; las charlas que tuvimos con el artista Nani Lamarque a propósito de su muestra La evaporación del encanto, en la que colaboré con un texto que problematiza ciertas paradojas del arte contemporáneo; la respuesta a ese texto de una de las directoras de la Fundación PH15, Miriam Priotti, publicada en la revista ramona y, por último, los temas de la primera sesión de la Asamblea Abierta de Artistas, realizada en las escalinatas del Museo Nacional de Bellas Artes a fines de abril de este año. Más allá de los tonos propios de cada una de estas intervenciones, todas tienen en común la preocupación por las relaciones entre arte y trabajo, entre obras y mercado, entre artistas, públicos e industrias culturales.

En sintonía con esas discusiones, Katzenstein e Iglesias compilan una serie de textos y conferencias presentadas en las jornadas “Misterio-Ministerio” en la Torcuato Di Tella en 2015. Como bien lo ilustra la frase-obra de Federico Manuel Peralta Ramos Misterio de Economía –elegida justamente por el chiste sobre la dimensión esotérica del Ministerio de Economía–, se trata de viejos dilemas que resurgen en el campo de la cultura con cierta periodicidad. La pregunta es entonces: ¿qué hay de nuevo en los vínculos entre arte y trabajo?

Las intervenciones publicadas en el libro nos brindan algunas pistas, a partir de temas como la profesionalización de los artistas, el rol del Estado, los dispositivos de exhibición, las prácticas curatoriales y la circulación del arte latinoamericano en el mundo global. Todo esto sin perder de vista el cambio de paradigma al que asistimos en las últimas décadas y que nos ubica en el pasaje de un capitalismo fabril a uno de tipo cognitivo, con su nuevo modelo de trabajador-flexible-emprendedor, disciplinado a través del consumo y el endeudamiento. Es solamente a la luz de este tránsito que podremos comprender las nuevas particularidades que asumen las relaciones entre arte y trabajo en la actualidad.

Entre los ensayos dedicados al campo artístico argentino, encontramos un interesante análisis de Katzenstein sobre el artista y curador Jorge Gumier Maier. Curador del Centro Cultural Rojas entre 1988-1986, fue una figura clave tanto para la renovación estética como para la configuración de un nuevo modelo de curador, a contrapelo del statu quo de la época y en dirección hacia una inédita etapa de profesionalización. A pesar de su retiro de la escena artística, la autora señala la reverberación de sus ideas en ciertos proyectos estéticos alternativos que buscan desafiar la subsunción del arte a las reglas de la productividad económica. Otro de los textos del volumen, escrito por el sociólogo Lucas Rubinich, reflexiona sobre la vitalidad de la trayectoria del artista Roberto Jacoby, en términos de su capacidad de intervenir creativa y políticamente en las luchas por la imposición de visiones del mundo. En relación con el espacio literario, encontramos una intervención del escritor y periodista Osvaldo Baigorria, quien propone leer las obras de Néstor Perlongher, Néstor Sánchez y Macedonio Fernández como textos “contraproductivos” que se distancian del pragmatismo y reenvían a un tipo de escritura realizada “por amor al arte”. Sobre los movimientos artísticos latinoamericanos, la narradora y crítica Graciela Speranza realiza un provocativo análisis sobre la circulación del llamado arte periférico en el mundo. Desde su perspectiva, resulta urgente reexaminar aquellos discursos surgidos en respuesta a los estereotipos reductores de los relatos centrales, pero que aparecen hoy día cristalizados como nuevos lugares comunes del canon (sobre todo los referidos a la abstracción geométrica y al conceptualismo político).

Además de estos autores, el libro cuenta con participaciones del pensador de la corriente del realismo especulativo, Graham Harman; el ensayista Suhail Malik; el licenciado en arte, Guillermo Machuca; la curadora belga Sarah Demeuse; el curador mexicano Guillermo Santamarina; el curador peruano Rodrigo Quijano; la artista argentina Luciana Acuña; el cineasta argentino Alejo Moguillansky; la española Chus Martínez, directora del Institute of Arte del FHNW Academy of Arte and Design de Basilea (Suiza); el artista estadounidense Joe Scanlan; el crítico cultural alemán Diedrich Diederichsen y el filósofo alemán Boris Groys. Este último plantea que, desde la época de las vanguardias históricas, muchos artistas buscaron promover con su práctica procesos de cambio social. Más que medir esos intentos en base a su eficacia, el autor repasa las diversas maneras en las que el arte buscó alcanzar ese objetivo. Porque, antes que los resultados, importan las estrategias que los artistas desplegaron para transformar el mundo, y la potencia crítica que esas poéticas-políticas nos legaron.


Litigios misteriosos en el mundo del arte
La inconfundible cabellera de Marta Minujín. El libro también aborda la circulación del arte periférico, analizado por Graciela Speranza. Foto: DPA