Di Tella en los medios
Clarín
9/08/17

Paisajes escritos en una tormenta de papeles

Por Mercedes Pérez Bergliaffa

Con grafías que casi no se entienden, la artista Mirtha Dermisache construyó una obra que busca romper con lo aprendido. Inés Katzenstein, directora del Departamento de Arte de la UTDT y curadora del envío argentino a la Feria ARCO Madrid, habla de "la fuerza que tienen los movimientos de desterritorialización entre artes visuales y escritura"


¿Dibujar la palabra o escribirla? Quizás ni una cosa ni la otra, sino inventar un lenguaje propio, un sentido personal: aprender a diseñar las propias creencias y destinos. Esto es lo que podrá observarse en Porque ¡yo escribo!, la original y delicada exposición de la artista Mirtha Dermisache que mañana inaugura en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) y abre al público el viernes.

Curada por el director artístico del museo, el español Agustín Pérez Rubio, la muestra desplegará la producción de una artista argentina que abre la imaginación a todas las variantes de la grafía, los alfabetos, sus marcas, dispersiones y dibujos. Son las líneas, sombras, mundos y paisajes derivados de la escritura, sus juegos y procesos trazados sobre el papel. Dermisache los fue inventando aquí, en nuestro país, en una época –desde fines de los años 60 hasta avanzados los 2000- en que raramente un artista (en especial una mujer) se dedicara sostenidamente a las escrituras inventadas; la elaboración de publicaciones artísticas sin alfabetos; a los boletines informativos sin noticias, a los diarios sin información, a las cartas escritas con la punta de los dedos embebidos en tinta, a producciones en las que el ritmo de la pieza lo marcan las huellas, las máculas dactilares y su redondez; la producción limitada de libros de artistas. Todos estos son indicios, la creación de signos propios que señalan un rico, solitario y callado mundo interior.

Esta es la muestra que en febrero, en la feria de arte de Madrid, Pérez Rubio le anunció a Eduardo Costantini, el dueño del Malba: estaban en el stand de la galería Henrique Faria, donde se vendían dos obras de Dermisache. El precio inicial -en arte todo se negocia- era de 105.000 dólares. Costantini compró las dos.

“Las obras de Dermisache son escrituras no convencionales, que no se corresponden por lo general con un alfabeto ni con formas predeterminadas”, explica el curador de la muestra. “Son textos incomprensibles; ‘escrituras ilegibles’, tal como las llamó el semiólogo francés Roland Barthes, quien conocía la producción de la artista. Es como si ella hubiese sido una escritora pero visual”.

Dermisache también tenía un objetivo claro: pretendía desaprender lo aprendido durante su educación artística en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano y en la Prilidiano Pueyrredón. Sus escrituras consistían, por lo tanto, en el desaprendizaje del lenguaje artístico. Esto puede observarse en sus primeros trabajos –como el Libro N 1- realizados durante la época en que frecuentaba el Instituto Di Tella, en los años 60. En ese momento intentó convencer a su director, Jorge Romero Brest, de publicar un libro con sus grafías, de un largo de 500 páginas. Más tarde, cuando Dermisache se vinculó al CAyC (Centro de Arte y Comunicación), Jorge Glusberg (al frente del Centro) le sugirió seccionar el libro. Esta fue una época trascendental de la artista: era la única mujer que integraba el mítico Grupo de los 13 (1971), sostiene Pérez Rubio. “En realidad Dermisache integraba el Grupo pero no estaba realmente convencida”, comenta el curador. “Estaba pero no estaba; iba pero no iba. Era una figura huidiza, resbaladiza”, detalla. La artista también se mantuvo en relación con el Grupo CAyC y el CLAEM (Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales), donde intentaba traducir al sonido sus grafismos.

“Cuidado: un poquito de atención. AFECTIVAMENTE/ afectivamente/ afeñosamente/ afectitamente”, reza una de las obras sobre papel expuesta ahora en Malba, que juega con cierto pensamiento que tuvo en algún momento la artista; sigue de cerca el desarrollo intuitivo de su razonamiento; su expansión. Luego hay trabajos con líneas y más líneas de garabatos, huellas, trazos, marcas, muescas de impulsos y ritmos interiores, porque Dermisache escribe con la pulsión, no con letras. Escribe siguiendo el empujón del inconsciente, con el impulso a flor de piel, totalmente concentrada en escribir dibujos y en dibujar palabras.

En la muestra del Malba raramente (sólo en algunos trabajos) aparecen textos legibles, reconocibles, mezclados entre borrones y grafías, como por ejemplo: “¿Explicaciones? Las de siempre. Arriba/ Un hombre/ Tinta/ Amén”. Obras o procesos de obras cercanos a la poesía visual, concreta.

La exposición está organizada en dos partes. Una es un área central formada por una serie de vitrinas que contienen documentos originales, obras, desarrollo de obras y primeras o únicas ediciones. La otra parte, una sección que circunda a la primera, está montada sobre las paredes y organiza la muestra en núcleos temáticos. Estos núcleos son: “Principios de su carrera”; “CAyC”; “Roland Barthes” (Dermisache mantuvo una importante correspondencia con el semiólogo, quien se mostró interesado y admirado por sus escrituras ilegibles); “De Guy Shraener a Florent Fajole” (importantes editores y especialistas en libros de artistas, que impulsaron e incorporaron la obra de Dermisache a la escena internacional); “TAC, Jornadas del color y la forma” (en referencia a la creación de obras colectivas orientadas a la libre experimentación, en las que cada persona sumaba su esfuerzo a un trabajo grupal) y “Ultimos años”, de 1997 hasta su muerte, en 2012.

Con gran parte de los trabajos provenientes del Archivo Dermisache –que luego pasarán a formar parte de la Fundación Espigas-, la exposición conforma una tormenta de papeles: libros, cartas, postales, reportajes, boletines informativos, carteles y diarios inventados. En ellos es posible encontrar siempre el espíritu de búsqueda, de libertad, de poesía que movía a Dermisache. Un curiosidad inquieta e intuitiva.

Más letras argentinas en el arte

En febrero la Argentina fue el país invitado a ARCO, la Feria de Arte de Madrid y esa presencia subrayó los vínculos entre lo escrito y lo visual. La curadora del envío, Inés Katzenstein, habló de “la fuerza que tienen los movimientos de desterritorialización entre artes visuales y escritura (ya sea considerada como simple grafía o como literatura)”. Y, profundizando el cruce, la crítica Graciela Speranza decía que “sería difícil evaluar cuánto le debe a Borges el arte contemporáneo”.

Dos de las obras argentinas que se destacaron allí tuvieron que ver con letras. Una fue Besos brujos, un libro que el artista Alberto Greco (1931) escribió en 1965, poco antes de morir con la palabra “Fin” escrita en la muñeca. “Te tenés que imaginar las imágenes a partir de conceptos”, explicaba entonces el coleccionista Julio Crivelli.

Otra obra que dio que hablar fueuna transcripción letra por letra del cuento de Borges “Pierre Menard, autor del Quijote”. La obra se llama “Fabio Kacero, autor del Jorge Luis Borges, autor del Pierre Menard, autor del Quijote” y la hizo el artista Fabio Kacero (1961) , jugando el juego de Borges, que crea un personaje que decide escribir el Quijote... exactamente igual.

Es “como si la literatura fuera una escala del arte conceptual”, dijo Kacero. Que ahora se dedica principalmente a escribir.

Dermisache Básico

Buenos Aires, 1940-2012. Artista plástica. Hizo sus primeros libros de grafismos entre 1966 y 1967: tenía 500 páginas e inauguraría un camino que seguiría toda la vida.

En 1971 el semiólogo francés Roland Barthes le escribe: “Usted ha sabido producir un cierto número de formas, ni figurativas ni abstractas, que podrían ubicarse bajo el nombre de escritura ilegible”.

Exhibió en Buenos Aires y en distintas ciudades de Europa.

Ficha

Dónde: Malba, Av. Figueroa Alcorta 3415.

Cuándo: Del 11/8 al 9/10.

Horarios: Jueves a lunes, 12 a 20. Miércoles: 12 a 21.

Entrada: General: $100. Estudiantes, jubilados y docentes con acreditación: $50