Di Tella en los medios
El Día Online (La Plata)
7/06/17

Dicen que las personas solitarias tienen problemas para dormir bien

"Si uno se priva durante mucho tiempo del sueño, eso se empieza a notar en un montón de patologías", afirma Andrea Goldín, del Laboratorio de Neurociencias de la UTDT

El sentimiento de soledad podría ser algo más que un tema que inspire poesías, novelas o canciones. Además de metáfora romántica o pena por un amor que ya no está, la soledad es también un factor que nos impide dormir bien. Así, al menos, lo asegura un estudio publicado en los últimos días que encontró que la gente solitaria tiende a reportar una mala calidad de sueño. ¿Es así?

El trabajo en cuestión lo realizó un equipo del King’s College de Londres e incluyó el seguimiento a más de 2.200 gemelos idénticos británicos nacidos entre 1994 y 1995 con la idea de tener una muestra representativa de adultos jóvenes. El equipo definió la soledad como un sentimiento de conexión social inadecuada y diferenció la soledad del aislamiento. En líneas generales, sus resultados mostraron que las personas solitarias eran un 24% más propensas a reportar falta de descanso al dormir, así como dificultad para concentrarse durante el día.

Para obtener ese resultado, los autores recopilaron puntuaciones de soledad para cada participante mediante entrevistas realizadas en sus hogares y un cuestionario que debían completar sobre sentimientos de compañerismo, sentirse excluidos y aislamiento. En general, entre el 25 y el 30% de los participantes dijeron sentirse solos en ocasiones, y el 5% dijo sentirse solo con frecuencia. A continuación, el equipo midió la calidad del sueño de los participantes utilizando un segundo cuestionario que abarcaba desde el número de horas de sueño por noche hasta los medicamentos para dormir y los problemas diurnos relacionados con la falta de descanso en cada caso.

El estudio

El análisis también tuvo en cuenta el aislamiento social de los participantes, la situación laboral y si eran o no padres de un chico pequeño. También tomaron en cuenta la ansiedad, el consumo de alcohol, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad y el trastorno por estrés postraumático. Finalmente, ya que se trataba de un estudio de gemelos monocigóticos (es decir, idénticos), los autores analizaron si los genes eran responsables de la relación entre dormir mal y sentirse solo o, por el contrario, si el entorno de la infancia compartido por los gemelos introdujo un factor ambiental desconcertante. El análisis encontró que los genes no tenían ninguna responsabilidad y que, por lo tanto, la soledad y la calidad del sueño no compartían un origen genético común. Sin embargo, pese a descartar todos los factores biológicos, la asociación entre la soledad y el sueño todavía era sólida. Según los autores, quedar fuera de nuestros grupos sociales nos hace sentir vulnerables y desencadena un estado de hipervigilancia que es esencialmente incompatible con un buen descanso. Y los autores no están solos en esa conclusión: más de una década de investigación ha examinado los posibles orígenes evolutivos de la soledad y su impacto en nuestra salud.

Más allá de este estudio puntual, por caso, quienes analizan el tema aseguran que resulta fundamental para la vida cotidiana concientizar sobre el sueño, y fundamentan esto precisamente en la cantidad de estudios que demuestran que la privación de sueño o dormir menos tiempo lleva a más accidentes y disminuye los reflejos.

“Si uno se priva durante mucho tiempo del sueño, eso se empieza a notar en un montón de patologías: obesidad, diabetes, depresión, problemas estéticos”, dice Andrea Goldín, doctora en Ciencias Fisiológicas e investigadora y profesora del Laboratorio de Neurociencias UTDT .

En los adultos mayores, por dar otro ejemplo, la soledad está relacionada con una mayor presión sanguínea, depresión y disminución general de la salud física y mental. De hecho, la mayor parte de las investigaciones sobre la soledad se han centrado en los adultos mayores, dadas las altas tasas de aislamiento social en este grupo de edad.

En sus conclusiones, los autores del estudio londinense señalaron que “la disminución de la calidad de sueño es una de las muchas formas en que la soledad puede afectar, y nuestros resultados subrayan la importancia de la intervención temprana para reducir la soledad en los jóvenes”.

Menos horas

De las ocho horas promedio que se dormía hace más de medio siglo, la población redujo dos horas diarias de descanso y hoy la tendencia es dormir entre seis y cinco horas, sobre todo en los centros urbanos, lo que representa un esfuerzo para el organismo con consecuencias negativas para la calidad de vida y la salud, aseguran los médicos especialistas.