Di Tella en los medios
BAE - Buenos Aires Económico
6/04/17

Entrevista a Pablo Schiaffino

El profesor del Departamento de Historia fue entrevistado sobre su novela "El hombre de las ideas"

Pablo Schiaffino es autor de la novela El hombre de las ideas y profesor de la Torcuato Di Tella, donde enseña macroeconomía e historia del pensamiento económico. El escritor dialogó con BAE Negocios.

—¿Por qué eligió escribir una novela con el marco de 2001?

—Creo que la explicación es sencilla y tiene que ver con lo que fue el proceso de la convertibilidad y sus últimos cuatro años, que fueron de una crisis extraordinaria. Eso me marcó. Recuerdo el último coletazo donde la gente estaba sumergida en una gran depresión, de grandes promesas no cumplidas, expectativas frustradas. En la calle, en los colectivos, era una especie de tragedia griega de las clases medias. Yo estaba terminando el secundario la gente se mataba en Plaza de Mayo, cinco presidentes en una semana, los buitres, el FMI, blindaje. Me pareció que si ésta era novela que tocaba de distintos lados la economía no podía eludir la responsabilidad de asumir este tema.

—¿Dedicarse a sus clases de economía tiene que ver con la elección?

—Yo creo que sí. Vos le decís a la gente que sos economista y piensan que sos contador o que sólo se puede hablar de inflación. Bueno, no tiene nada que ver con lo primero y va más allá de eso segundo. Es una forma de ver la realidad que nos lacera, una forma de pensamiento muy específica, muy pura, para entender toda clase de problemas. La economía, como ciencia maldita, tiene su conjunto de reglas y procesos coherentes. La economía es algo muy difícil de entender, llena de pronósticos que no se cumplen, de modelos teóricos demasiado abstractos, pero es una disciplina extremadamente divertida y con una forma de pensamiento muy potente.

—¿Existe el cálculo económico de la felicidad?

—Algunos matemáticos acusan tener una formula como en su momento Einstein lo hizo con la teoría de la relatividad. Los economistas, que también estudian los fundamentos del bienestar de la gente, tienen algunas variables explicativas pero no me animaría que una fórmula. El capital social pasar el tiempo con amigos, salir, actividades recreativas al aire libre) muy importante para la felicidad. Los hijos, el dinero y el trabajo, según lo que muestran los datos, podríamos decir que son cosas muy sobreestimadas en el mundo moderno.

—Alfredo, el protagonista, tiene que reinventarse a sí mismo, justo una época en la que el país se tenía que reinventar, ¿le parece que van de forma paralela?

—Absolutamente. En alguna parte se trata de volverse cenizas para nacer de nuevo, probar otra vez. Alfredo encuentra en la muerte del otro una segunda oportunidad para él. Y creo que la novela en algún punto intenta preguntarse qué hacemos ante las oportunidades, en particular ante las oportunidades que implican una gran libertad. Eso me parece fundamental, porque en lo que a la novela refiere, yo creo que todos los personajes se sienten agobiados ante la posibilidad de ser libres. Y es ese momento donde vemos que van saltando, van permutando, a las prisiones a las que se someten.

—¿Cómo surgió el titulo?

—No recuerdo bien, pero sí tengo presente que el título se me hizo inmediato. La primera parte de la novela la terminé de un tirón. Tenía 26 años y pensé “este personaje, Alfredo, no hace nada, no sirve para nada, pero es un universo de ideas. Lo mismo que Iván, su amigo, su Virgilio”. En el fondo creo que Iván y Alfredo son la misma persona, son el Uno de El Hombre de las Ideas.

—¿Qué rol juega la ambición en la novela?

—Juega un rol importante, creo. En algún momento se dice que se necesita determinación para ser feliz. Y eso requiere trabajo, esfuerzo, en fin, ambición. Otra cosa que intenta estar presente en la novela es la idea de muerte y esa cosa que tienen los hombres de reproducirse más allá de su existencia. En algún punto, y cada uno a su manera, intentan hacer cosas que le alivien ese sentimiento de que un día se van a morir y será como si nunca hubiesen existido. Desde ese lado, la ambición ocupa un rol trascendental ya que es el motor que mueve la acción, aunque el origen de eso sea el dolor.

—¿Es difícil relacionar los temas económicos con la literatura?

—No fue difícil porque le encontramos una forma de conexión. La idea fue de mi editor, Lucas Mertehikian, quien en las sucesivas correcciones que tuvo el primer manuscrito pedía profundizar el aspecto económico. Lo vio como una novedad y me parece que tuvo razón, ya que no existen novelas atravesadas por la teoría o la academia económica. En muchos sentidos, a veces la novela se transforma en la excusa para comunicar resultados de algún trabajo académico o alguna idea. Alfredo analizando las tasas de suicidio, las probabilidades de encontrar pareja, el matrimonio como fin estratégico, etc, son pensamientos del Homo Îconomicus que se hacen carne en el personaje de Alfredo, Iván y Pablo Olivera.