Di Tella en los medios
La Prensa
25/06/6

A cuarenta años del derrocamiento de Illia

<DIV><P>Por <STRONG>Santiago Señen González</STRONG> (*)<BR></P><P align=justify><STRONG>El 28 de junio de 1966, una junta militar dio un golpe de estado y nombró presidente al general Juan Carlos Onganía: Llegó a la presidencia con el 23 por ciento de los votos y el peronismo proscripto. En su gobierno disminuyó la desocupación y se acrecentó el sueldo real. Algunos medios lo desacreditaban llamándolo "tortuga".</STRONG> </P></DIV>

Demasiado débil o demasiado respetuoso de las formas democráticas. A. Rouquié
-En representación de las Fuerzas Armadas vengo a pedirle que abandone este despacho...
-Usted no representa a las Fuerzas Armadas. Sólo representa a un grupo de insurrectos.
El tenso diálogo transcurría en la Casa Rosada, entre el todavía presidente de la Nación, Arturo Umberto Illia, y el general Julio Alsogaray, quien, junto a otros oficiales, había concurrido a comunicarle de su destitución, en la madrugada del 28 de junio de 1966, fecha de la cual se cumplen 40 años.
Aquel 28 la temperatura tuvo un promedio de 12 grados, con masa de aire polar. En el Teatro Nacional Adolfo Stray y Nélida Roca presentaban la revista "Te Espero". Como espectáculo cinematográfico tenia éxito en el Gaumont "Grandes historias jamás contadas". Y se ofreció en la Facultad de Ciencias Económicas, una sugestiva conferencia: el profesor Alfredo Luis Carella disertó sobre "La función del Ejército en la realidad nacional". Todo un título.
Cerca de las 5.20 horas, el Presidente se encontraba en su despecho rodeado de un nutrido grupo de colaboradores, funcionarios, familiares y amigos. Estaba revisando documentación y firmando algunas fotos. En ese momento, irrumpieron el general Alsogaray, el brigadier Rodolfo Pío Otero y el coronel (R) Luis Perlinger, acompañados de otros militares.
El planteo de Alsogaray fue rebatido por Illia, quien respondía que era él la legítima autoridad de la Nación y argumentaba sobre la ilegalidad del acto que estaban cometiendo. Sus acompañantes también contestaban a los complotados, al punto de que Leandro Illia, hijo del Presidente, tuvo que ser contenido para no trenzarse a golpes con Alsogaray. Los militares, quienes para entonces controlaban de hecho la Rosada, se retiraron del despacho, impidiendo que alguien entrase o saliese, y llegando a prohibir a los ordenanzas que sirvieran café a Illia y sus acompañantes.
La intentona se repitió a las 6 de la mañana, con el ingreso de Perlinger quien, al verse impedido de hablar por las Fuerzas Armadas -dada la aclaración del primer mandatario sobre ese respecto- se presentó "en nombre de las fuerzas que poseo...". La respuesta presidencial no se hizo esperar: "¡Traiga esas fuerzas!", soltó Illia, para incomodidad de los intrusos. El desalojo se consumó finalmente a las 7.25, cuando los sublevados ingresaron junto a un cuerpo de infantería de la Policía Federal. Así lo relataba el periodista Mario Monteverde en su libro "Historia del radicalismo".
Finalizaba luego de dos años, ocho meses y dieciséis días el gobierno del doctor Illia. Las cosas no le habían sido fáciles en su breve paso por el poder, con su partido dividido, la presión constante de las Fuerzas Armadas, la oposición férrea de la CGT y el disgusto de importantes sectores del "establishment", el poder financiero y el empresariado, como la Unión Industrial Argentina y la Sociedad Rural.

Un presidente muy débil
Illia llegó a la presidencia con el 23 por ciento de los votos obtenidos en la elección del 7 de julio de 1963, en la cual el peronismo proscripto se expresó con dos millones de votos en blanco, sobre un total de ocho millones. A su vez, el radicalismo se presentó fracturado. El escolta del candidato de la UCR del Pueblo fue Oscar Alende, de la UCR Intransigente. La UCRP logró 168 electores para el Colegio Electoral, contra los 110 de la UCRI. Illia fue consagrado Presidente gracias al apoyo de socialistas democráticos y conservadores.
A pesar de su final abrupto, la gestión de Illia arrojó resultados económicos favorables. Durante su gobierno, la balanza comercial tuvo saldo positivo por primera vez luego de seis años, el campo sumó seis millones de cabezas de ganado, la industria manufacturera aumentó un 11,5% y la construcción 10,2 por ciento. Bajaron la deuda externa y la inflación, subió el PBI y se incrementaron las reservas de oro y divisas. Disminuyó la desocupación, se acrecentó el sueldo real, y se instituyó la legislación sobre el salario mínimo, vital y móvil y se dictó una ley de abastecimiento. Jamás recurrió al estado de sitio para hacer frente a la cuestión social.
Algunos puntos de su política económica lo llevaron a hacerse de enemigos entre los sectores neoliberales y de los organismos internacionales de crédito. Además de la anulación de los contratos petroleros firmados en la administración de Arturo Frondizi, durante su gobierno se sancionó una Ley de medicamentos que contemplaba la fijación de precios máximos y controles, lo que llevó a poner el grito en el cielo de parte de los laboratorios internacionales y de la industria farmacéutica. También rechazó el pedido del influyente banquero norteamericano David Rockefeller, quien pretendía exenciones legales para, de esa forma, instalar en el país una sucursal del banco Chase Manhattan.
En materia de política internacional, su gobierno tomó medidas contradictorias, fruto de la tensa relación con los Estados Unidos. En 1964, la Argentina, en el plenario de la Organización de Estados Americanos (OEA), censuró el gobierno revolucionario de Fidel Castro (si bien fue contrario a la postura norteamericana de invadir la isla). Un año después, se opuso al envío de tropas a Santo Domingo, impulsada por el presidente norteamericano Lyndon Baines Johnson. Durante su mandato, las Naciones Unidas reconocieron la condición colonial de las Islas Malvinas y recomendaron iniciar el diálogo con la potencia ocupante. A pesar de la resistencia estadounidense, el gobierno nacional firmó en 1963 un acuerdo comercial con China.
No era auspicioso el cuadro que presentaba el Congreso nacional. En Diputados, existían trece bloques y en el Senado, nueve. La bancada radical no tenía mayoría propia y debía negociar con grupos menores para conseguir la aprobación de alguna ley.

La tortuga y las palomas
La prensa escrita se ensañó con el primer mandatario. El semanario Confirmado, que dirigía Jacobo Timerman, realizó una intensa campaña en contra de la aprobación de la Ley de Medicamentos. La revista Primera Plana, por su parte, delineaba una imagen presidencial de cansancio y lentitud, que quedó plasmada en las caricaturas de Lino Palacio (Flax) que mostraban a Illia dándole de comer a las palomas y con una de ellas en la cabeza. Otra caricatura memorable fue la de Juan Carlos Colombres, Landrú, quien caracterizó al presidente como una tortuga en el diario El Mundo. Había un dicho popular, que se hacía público por volantes (no había Internet) para calificar a Illia como un presidente "buenudo" con toda la carga irónica e irrespetuosa que significaba.
El ex presidente era muy respetuoso de la libertad de prensa. Se adjudica al historiador francés Alan Rouquié haber definido a Illia en esos momentos como "demasiado débil o demasiado respetuoso de las formas democráticas". Sólo a instancias de Carlos Alconada Aramburú, ministro de Justicia en esos momentos y ministro de Educación durante el gobierno de Raúl Alfonsín, denunció penalmente a Primera Plana por participar en la creación de un "clima psicológico propicio" para un derrocamiento- militar. El fervor de las dos revistas "anti" Illia era persistente.
Graciela Mochkofsky cuenta en su biografía Timerman" que el "golpe más dañino sobre la imagen pública del Presidente fue el reportaje de Tomás Eloy Martínez a Silvia Elvira Martorell, la esposa del jefe de Estado, que apareció a fines de agosto de 1965 y que mostraba a la señora como una mujer simple y con escasas luces".
La relación con la cúpula de las Fuerzas Armadas fue otro eje de conflicto. El primer planteo militar le fue realizado a sólo dos meses de asumir. Entre los principales conspiradores castrenses se destacaron, además de Alsogaray, los generales Juan Carlos Onganía y Pascual Pistarini. Este último pronunció un discurso de un contenido lindante a lo subversivo, en ocasión de un acto por el Día del Ejército, el 29 de mayo de 1966.
A los golpistas se los consideraba en su mayoría "azules", sector del ejercito de perfil nacionalista (aunque había algunos liberales), en contraposición al sector "colorado", liberal y anti peronista en casi su totalidad. Se decía que algunos "colorados" tenían buena comunicación con el vice-presidente Carlos Perette mientras los "azules" coqueteaban con las cúpulas de la dirigencia gremial.

Un extraño accidente
Sin embargo, también estuvieron los que defendieron al gobierno dentro de las Fuerzas Armadas. A los generales Caro y Castro Sánchez, se le puede agregar el general Carlos Rosas, embajador en Paraguay desde 1965, quien sufrió un extraño accidente automovilístico que lo dejó postrado con ambas piernas quebradas y conmoción cerebral unos meses antes de la destitución de Illia. Se comentaba que el Presidente lo nombraría jefe del Ejército para enfrentar el posible golpe. Como dato curioso, ya en el poder Onganía se lo mantuvo preso por casi tres meses, ya que adhirió a una solicitada apoyando el "Cordobazo".
No faltaron civiles entre los promotores del golpe, como Nicanor Costa Méndez y Alvaro Alsogaray, ligados al proyecto neoliberal que años después encabezaría Adalberto Krieger Vasena al frente del ministerio de Economía. Según el citado libro de Mochkofsky, Mariano Grondona recordó su desilusión sobre Onganía al señalar que quienes postulaban un cambio esperaban un De Gaulle y les salió un Franco con fe tardía, que hizo hacer cursillos de cristiandad.

Condenas
El primer pronunciamiento condenatorio por el derrocamiento de Illia provino del presidente del Comité de la provincia de Buenos Aires del radicalismo, Raúl Alfonsín, el mismo 28. En la misma se expresaba que "en 32 meses el radicalismo logró implantar en la República un clima de paz y convivencia, de respeto por los derechos humanos y vigencia plena de la libertad, asegurando el sufragio sin restricciones y acatando los pronunciamientos populares cualquiera fuese su resultado, encaminando al país hacia una solución de fondo para la crisis económica que había sido llevado antes de 1963".
Aquella tarde se conformaba la Junta Militar integrada por Pistarini, el almirante Benigno Varela y el brigadier mayor Adolfo Teodoro Alvarez, que designaría a Onganía en la Presidencia de la Nación.

Primer muerto: Pampillon
A menos de un mes del golpe, la violencia que había comenzado contra Illia se proyectó sobre el estudiantado universitario, en la famosa "noche de los bastones largos" en donde jóvenes estudiantes fueron sacados a los golpes de sus aulas mientras se clausuraban las facultades. En septiembre de 1966, en el entierro de la esposa de Illia, Silvia Martorell, hubo represión a los radicales que participaron del cortejo. Ese mismo mes la "revolución argentina" anotaría su primer muerto: el estudiante Santiago Pampillón en Córdoba.
Uno de los militares que participó del derrocamiento realizó años más tarde una autocrítica por sus actos. En 1976, Perlinger le envió una carta a Illia manifestándole su arrepentimiento. "Hace 10 años el Ejército me ordenó que procediera a desalojar el despacho presidencial. Entonces el doctor Illia serenamente avanzó hacia mí y me repitió varias veces: Sus hijos se lo van a reprochar. ¡Tenía tanta razón! Hace tiempo que yo me lo reprocho porque entonces caí ingenuamente en la trampa de contribuir a desalojar a un movimiento auténticamente nacional. Usted me dio esa madrugada una inolvidable lección de civismo".
Asimismo, el coronel (R) Perlinger tuvo actuación en agosto de 1972 cuando fue garante de la rendición de guerrilleros -a la postre muchos de ellos muertos por tropas de la Marina- en los sucesos conocidos como la "masacre de Trelew". Posteriormente junto con Eduardo Luis Duhalde y Augusto Conte fue co-fundador del partido Izquierda Democrá-"*1 tica Popular (IDEPO)

* Compilador del Archivo del Sindicalismo Argentino en la Universidad Torcuato Di Tella Colaboración: Guillermo Santángelo

Publicado en:
Link: