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Bastión Digital
21/11/17

La generación del 19: apuntes sobre la reforma permanente macrista

"En su relanzamiento del Gobierno en el CCK, el Presidente planteó una estética refundacional con ecos en la generación del 80", sostiene Santiago Rodríguez Rey, graduado de la Licenciatura en Ciencia Política de la UTDT, junto a Fernando Casullo, de la UNR

Por Santiago Rodríguez Rey y Fernando Casullo

La semana pasada, Mauricio Macri dispuso un pomposo relanzamiento de su gobierno con una presentación en el Centro Cultural Kirchner. La importante convocatoria, que incluyó a empresarios, miembros de la corte, gobernadores (propios y ajenos), sindicalistas, rectores de universidades, etc., le permitió al Presidente, cual surfista que aprovecha la ola, no dejar que el efecto de las elecciones legislativas se esfume y posicionarse mirando al 2019 y más allá.

Veamos a título de ejemplo de dicha estética refundacional, algunos conceptos vertidos por el ex Presidente de Boca en el CCK: "los convoco a lograr entre todos consensos básicos [...] Tenemos que avanzar en reformas donde cada uno ceda un poco, empezando por los que tienen poder. Y no solo hablo de la política [...] Tenemos que hacerlo en base de la confianza, hablando con la verdad, la buena fe, sin doble discurso, dejando de lado las etiquetas y discursos que impidan que ese diálogo fluya. No digo que sea fácil. El cambio cuesta, pero no hay excusas para no animarse. No hay más excusas". Por otro lado, en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso de este año ya decía algo muy similar, “tenemos que terminar de convencernos de que somos la generación que vino a cambiar la historia, que vino a enfrentar el siglo XXI, que mira el siglo XXI diciendo 'queremos poner a la Argentina ahí, como un país integrado, justo, democrático, protagonista' ”. La idea de ser parte de la generación que vino a refundar la historia resultó de hecho el leitmotiv de la campaña electoral de Cambiemos. Es aquí, 2017, ¡es ahora!.

De todos modos, en las palabras pos victoria electoral se volvieron a anotar objetivos que ya habían estado presentes en los primeros discursos de Macri como presidente y, más que de un kilómetro 0, debe hablarse de un retorno a la fuente original. Es verdad que las derivas del 2016, con sus tarifazos, ausencia de peso específico legislativo y bolsones volando, cambiaron bastante la agenda, pero las cuestiones como la modernización del Estado en general y la reforma tributaria, laboral y previsional en particular, siempre formaron parte del credo a largo plazo del oficialismo. Bajo la bandera de la reforma permanente, el elenco estable macrista se ha considerado desde el vamos en el indicado para terminar con las pujas sectoriales que tanto caracterizaron a la Argentina de la segunda mitad del siglo XX. Un progreso puesto en pausa por el populismo al que ahora iríamos quinta a fondo en Metrobús.

En fin, una Generación del ‘19, patente pendiente de triunfo futuro, que, verbigracia de lo obvio, se apalanca en los ecos de la del ‘80. Y es por lo evidente de esa relación entre ambas generaciones que a continuación intentaremos algunos apuntes apurados sobre el particular.

Una ayuda de mis amigos de la SRA

Las fotos de la convocatoria mostraron entre los asistentes a figuras de múltiples sectores: económicos, políticos y sociales. Esta imagen pareció dibujar una convocatoria de altos notables, un círculo rojo ampliado. Este tipo de llamamientos no es nuevo en la Argentina, el 2001 sigue fresco en ese sentido, con De la Rúa convocando al peronismo a un gobierno de unidad nacional cuando la caída se avecinaba pronta. Sin embargo, la importante diferencia, es que esta está hecha en un ámbito de éxito, de triunfo, y no como un manotazo de ahogado. Es una apelación hecha en tiempos de paz y administración, no de crisis.

Del conjunto de medidas y cambios, es quizás el desembarco de Luis Miguel Etchevehere, desde la presidencia de la Sociedad Rural Argentina (SRA) al Ministerio de Agroindustria, uno de los puntos de mayor impacto mediático. El resto de la agenda de “cambios y reformas permanentes” se irán desvelando a medida que los paquetes sean presentados por cada ministro y luego negociados en el Congreso, pero el nombre de la organización ganadera lleva un peso específico que trasciende al gobierno.

Este testeo de los vínculos entre el gobierno de turno y la SRA nos retrotrae a la Convención de Notables más famosa, la de 1903. Esta también se dio post elecciones de medio tiempo, las llevadas adelante en 1902 con la innovadora fórmula uninominal de la ley 4161 impulsada por Joaquín V. González. Se dió como un gran rejunte del círculo rojo de entonces para evaluar y consensuar el rumbo que debía llevar el país de ahí en más ante la expectante jubilación del entonces presidente Roca.

Para la llamada “Convención de Notables” de 1903 el foco era dual. Por un lado corría el proyecto político y económico de toda una generación que había crecido a la sombra de hombres como Roca y Pellegrini y, por otro, la cuestión de quién sería el reemplazante de Roca en la presidencia a partir de 1904. Para entonces, la participación de presidentes de la Sociedad Rural no era una extrañeza, Zeballos y Ramos Mexía habían sido ministros, y lo volverían a ser más adelante, y Emilio Frers, que sería presidente de la SRA en 1908, fue quien inauguró el ministerio de Agricultura en 1898 mientras su hermano presidia la SRA. Sin embargo, esta llegada de la elite terrateniente porteña al poder roquista no fue sin fuertes roces y fue posible, una vez más, gracias a la mentada sagacidad del Zorro para administrar las balanzas del poder.

El primer Roca no fue de llevarse de perillas con la SRA, al contrario. El imaginario popular los coloca mano a mano e incluso en Wikipedia se puede leer cómo el primer presidente de la SRA, José Toribio Martínez de Hoz, financió la Conquista del Desierto, cuando en realidad llevaba muerto ocho años. Sin embargo, la sinergia del Zorro con los hacendados fue más de una década posterior. En Los terratenientes de la Pampa Argentina, Roy Hora describe lo profundamente conflictiva que fue la relación entre los dueños de la Pampa Húmeda y aquel tucumano castizo casi hurtador del sillón de Mitre (para los dueños de la tierra, no era el de Rivadavia). La suba de impuestos y las ausencias en la primera exposición ganadera de su mandato fueron solo algunos de los desaires del Zorro, que tanto por origen político como social no se daba con la casta porteña rural.

El trabajo para que la tradicional sociedad (para 1880, catorce años de existencia ya eran mucho) se insertase de lleno en el ciclo político llevado adelante por Roca fue lento y constante. Hasta la llegada del entonces presidente de la SRA Estanislao Zeballos al gobierno de Miguel Juárez Celman en 1889 como ministro de Relaciones Exteriores, habían pasado casi diez años de conflicto entre Roca y los ruralistas. Estos, mucho más adeptos a Mitre, Tejedor, Bernardo de Irigoyen y compañía, veían el proyecto de país anclado en la Constitución alberdiana con recelo.

Zeballos fue, quizás, el punto de quiebre en esta relación. Este ya había apoyado la empresa de la campaña del desierto escribiendo La conquista de quince mil leguas (1878), obra que sustentará los argumentos de Roca, entonces ministro de Guerra y Marina, para avanzar sobre las pampas. Sin embargo, y pese a la gauchada, el tucumano no apoyaría su candidatura como gobernador de Santa Fé en 1885 por su alineamiento con Irigoyen. Recién tras la salida de Zeballos del Unicato de Juárez Celman se reencontrarían con Roca. Para entonces, la relación entre el presidente en funciones y el recién salido estaba desgastada, arrojándose epítetos como “vil y ruin” en los medios. La Revolución del Parque, apoyada por muchos miembros de la entonces SRA, que en Abril de 1890 se avecinaba en el horizonte, sellaría su separación. Una vez renunciado Juárez Celman y comenzado el interregno de Pellegrini, Zeballos volvería a la cancillería, convertido en miembro del “equipo Roca”, trayendo consigo una nueva dinámica a la relación, la que es conocida en nuestros días.

Pero, más allá del creciente rol de la Sociedad Rural en el roquismo tardío, la visión de una nueva Argentina, de ir más allá, de lograr la inserción global definitiva, embriagaba al círculo rojo de 1903. Para ellos, la tarea no estaba concluida, pero sin embargo podían mirar atrás y mirar con orgullo un pasado de crecimiento casi permanente, superadas incluso crisis económicas severas. El rol de supermercado del mundo le sentaba bien a la Argentina según los Notables de la Convención.

¿Todo lo sólido se desvanece en el CCK?

La generación del ‘80 se fue constituyendo como fuerza tomando elementos de la historia precedente, de los liberales Rivadavianos, de los reformistas del 37, de los aguerridos anti rosistas pos Caseros y algún rojo punzó converso. La SRA de antaño fue el elemento de elite empresaria sumada al circuito. Hoy, la novel autodenominada generación del cambio no es muy distinta en su plural composición: centenario partido, con ideas desarrollistas y socialdemócratas, neoliberales, CEOs y más de un peronista. La que podríamos denominar “Generación del '19” ha delineado este objetivo de cambio sustantivo de base desde el comienzo. Lo que lo diferencia de otros procesos anteriores, como terceros movimientos históricos, reelecciones anillaqueñas y los "vamos por todo", es el montaje de estas ideas como consecuencia de auges post electorales y no necesariamente ideas constituyentes.

Si antes el eje ordenador fue “paz y administración”, hoy el credo que parece querer imponerse es el de “cambio y reformismo permanente”. Ni unitarios, ni federales, ni gorilas ni peronistas; Roquistas, por encima de las antinomias. Está por verse si el éxito de estas medidas es suficiente para desarrollar un camino de largo alcance. Hay augurios. A fin de cuentas, si es por sumar coincidencias, el último gobierno en poner seres vivos en su papel moneda fue justamente el del Zorro.